Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


25 de febrero de 2011

LA VIEJA Y LA NUEVA CRUZ


A. W. Tozer

Sin anunciar y casi sin ser detectada, ha entrado en el círculo evangélico una cruz nueva en tiempos modernos. Se parece a la vieja cruz, pero no lo es; aunque las semejanzas son superficiales, las diferencias son fundamentales.

Mana de esa nueva cruz una nueva filosofía acerca de la vida cristiana, y de aquella filosofía procede una nueva técnica evangélica, con una nueva clase de reunión y de predicación. Ese evangelismo nuevo emplea el mismo lenguaje que el de antes, pero su contenido no es el mismo como tampoco lo que es su énfasis.

La cruz vieja no tenía nada que ver con el mundo, para la orgullosa carne de Adán, significaba el fin del viaje. Ella ejecutaba la sentencia impuesta por la ley del Sinaí. En cambio, la cruz nueva no se opone a la raza humana; antes al contrario, es una compañera amistosa y, si es entendida correctamente, puede ser fuente de océanos de diversión y disfrute, ya que deja vivir a Adán sin interferencias.

La motivación de su vida sigue sin cambios, y todavía vive para su propio placer, pero ahora le gusta cantar canciones evangélicas y mirar películas religiosas en lugar de las fiestas con sus canciones sugestivas y sus copas. Todavía se acentúa el placer, aunque se supone que ahora la diversión ha subido a un nivel más alto, al menos moral aunque no intelectualmente.

La cruz nueva fomenta un nuevo y totalmente distinto trato evangelistico.

El evangelista no demanda la negación o la renuncia de la vida anterior antes de que uno pueda recibir vida nueva, predica no los contrastes, sino las similitudes; intenta sintonizar con el interés popular y el favor del público, mediante la demostración de que el cristianismo no contiene demandas desagradables, antes al contrario, ofrece lo mismo que el mundo ofrece pero en un nivel más alto. Cualquier cosa que el mundo desea y demanda en su condición enloquecida por el pecado, el evangelista demuestra que el evangelio lo ofrece, y el género religioso es mejor.

La cruz nueva no mata al pecador, sino que le vuelve a dirigir de nuevo en otra dirección. Le asesora y le prepara para vivir una vida más limpia y más alegre, y le salvaguarda el respeto hacia sí mismo, es decir, su "auto-imagen" o la "opinión de sí mismo". Al hombre lanzado y confiado le dice: "Ven y sé lanzado y confiado para Cristo". Al egoísta le dice: "Ven y jáctate en el Señor". Al que busca placeres le dice: "Ven y disfruta el placer de la comunión cristiana". El mensaje cristiano es aguado o desvirtuado para ajustarlo a lo que esté de moda en el mundo, y la finalidad es hacer el evangelio aceptable al público.

La filosofía que está detrás de esto puede ser sincera, pero su sinceridad no excusa su falsedad. Es falsa porque está ciega. No acaba de comprender en absoluto cuál es el significado de la cruz.

La cruz vieja es un símbolo de muerte. Ella representa el final brutal y violento de un ser humano. En los tiempos de los romanos, el hombre que tomaba su cruz para llevarla. ya se había despedido de sus amigos, no iba a volver, y no iba para que le renovasen o rehabilitasen la vida, sino que iba para que pusiesen punto final a ella. La cruz no claudicó, no modificó nada, no perdonó nada, sino que mató a todo el hombre por completo y eso con finalidad. No trataba de quedar bien con su víctima, sino que le dio fuerte y con crueldad, y cuando hubiera acabado su trabajo ese hombre ya no estaría.


La raza de Adán está bajo sentencia de muerte. No se puede conmutar la sentencia y no hay escapatoria. Dios no puede aprobar ninguno de los frutos del pecado, por inocentes o hermosos que aparezcan ellos a los ojos de los hombres. Dios salva al individuo mediante su propia liquidación, porque después de terminado, Dios le levanta en vida nueva.

El evangelismo que traza paralelos amistosos entre los caminos de Dios y los de los hombres, es un evangelio falso en cuanto a la Biblia, y cruel a las almas de sus oyentes. La fe de Cristo no tiene paralelo con el mundo, porque cruza al mundo de manera perpendicular. Al venir a Cristo no subimos nuestra vida vieja a un nivel más alto, sino que la dejamos en la cruz. El grano de trigo debe caer en la tierra y morir.

Nosotros, los que predicamos el evangelio no debemos considerarnos agentes de relaciones públicas, enviados para establecer buenas relaciones entre Cristo y el mundo. No debemos imaginarnos comisionados para hacer a Cristo aceptable a las grandes empresas, la prensa, el mundo del deporte o el mundo de la educación. No somos mandados para hacer diplomacia sino como profetas, y nuestro mensaje, no es otra cosa que un ultimátum.

Dios ofrece vida al hombre, pero no le ofrece una mejora de su vida vieja. La vida que El ofrece es vida que surge de la muerte. Es una vida que siempre está en el otro lado de la cruz. El que quisiera gozar de esa vida tiene que pasar bajo la vara. Tiene que repudiarse a sí mismo y ponerse de acuerdo con Dios en cuanto a la sentencia divina que le condena.

¿Qué significa eso para el individuo, el hombre bajo condenación que quisiera hallar vida en Cristo Jesús? ¿Cómo puede esa teología traducirse en vida para él? Simplemente, debe arrepentirse y creer.

Debe abandonar sus pecados y negarse a sí mismo. ¡Que no oculte ni defienda ni excuse nada! Tampoco debe regatear con Dios, sino agachar la cabeza ante la vara de la ira divina y reconocer que es reo de muerte.

Habiendo hecho esto, ese hombre debe mirar con ojos de fe al Salvador; porque de Él vendrá vida, renacimiento, purificación y poder. La cruz que acabó con la vida terrenal de Jesús es la misma que ahora pone final a la vida del pecador; y el poder que resucitó a Cristo de entre los muertos, es el mismo que ahora levanta al pecador arrepentido y creyente para que tenga vida nueva junto con Cristo.

A los que objetan o discrepan con esto, o lo consideran una opinión demasiada estrecha, o solamente mi punto de vista sobre el asunto, déjame decir que Dios ha sellado este mensaje con Su aprobación, desde los tiempos del Apóstol Pablo hasta el día de hoy.

Si ha sido proclamado en estas mismísimas palabras o no, no importa tanto, pero sí que es y ha sido el contenido de toda predicación que ha traído vida y poder al mundo a lo largo de los siglos. Los místicos, los reformadores y los predicadores de avivamientos han puesto aquí el énfasis, y señales y prodigios y repartimientos del Espíritu Santo han dado testimonio juntamente con ellos de la aprobación divina.

Prediquemos la vieja cruz y conoceremos el viejo poder.

La Vieja y la Nueva Cruz - A. W. Tozer

20 de febrero de 2011

AFLICCIONES PRESENTES


C. H. Spurgeon

Bastante te he afligido; no te afligiré
ya más.
Nahúm 1:12

Las aflicciones tienen sus límites. Dios las envía, y cuando le place las retira.

Suspiras diciendo: ¿cuándo llegará el fin? Acuérdate de que tus penas ciertamente desaparecerán algún día: cuando termine ésta, nuestra vida terrenal.

Mientras tanto, esperemos en silencio y acatemos con paciencia la voluntad del Señor hasta que venga. Entre tanto, nuestro Padre Celestial aparta la vara de su castigo cuando ya se han cumplido sobre nosotros sus designios.

Cuando con su látigo haya arrojado todas nuestras locuras, cesarán los azotes.

Y si la aflicción ha sido enviada para probarnos, con el fin de que nuestros corazones glorifiquen al Señor, estemos ciertos de que la prueba terminará tan pronto como Dios haya sido glorificado con el testimonio de nuestra fe.

Hemos de desear, pues, que no cese la aflicción hasta tanto que hayamos podido tributar a Dios toda la honra que podemos darle.

Tal vez hoy habrá bonanza. ¿Quién sabe si estas olas furiosas no se tornarán algún día en mar de vidrio y las aves marinas puedan posarse sobre su apacible superficie? Después de una larga tribulación se levanta el trillo de la era, y el trigo reposa en el granero.

Tal vez, al cabo de pocas horas, nuestro gozo sobrepujará nuestra pasada tristeza. Para el Señor no es difícil trocar la noche en día. El que amontona las nubes en el cielo puede también disiparlas. Cobremos ánimo. En adelante todo irá mejor, y anticipadamente entonemos un aleluya regocijado.

Libro de Cheques del Banco de la Fe – C.H. Spurgeon

17 de febrero de 2011

BIENAVENTURADOS SOIS CUANDO VITUPEREN…


Martin Stendal

 “Bienaventurados sois cuando os vituperen
y os persigan, y se dijere toda clase
de mal de vosotros por mi causa, mintiendo.
Gozaos y alegraos; porque vuestro
galardón es grande en los cielos; que así
persiguieron a los profetas que estuvieron
antes de vosotros” 

Esto resume el cambio de actitud que Jesús desea impartirnos. En lugar de sentirnos tristes por nosotros mismos y de compadecernos siempre que alguien nos hace pasar un mal rato, debemos aprender a transformar las dificultades en oportunidades.

Si reaccionamos ante los insultos y los agravios (especialmente en el ámbito de la familia) con misericordia, con amor y con justicia, es ciertamente posible para Jesús llegarse y tocar a otros por medio de nosotros.

Jesús nos dice que recibiremos una gran recompensa en el cielo. Por ejemplo, si su cónyuge no es cristiano y si soportando algunos insultos, persecuciones o acusaciones falsas, usted puede conquistar a su familiar con la misericordia y el amor de Jesús, ¿no querría usted el galardón grande de ver a su ser querido en el cielo por toda la eternidad?

Si por el Espíritu ponemos las bienaventuranzas de Jesús a obrar en nuestra vida, llegaremos a ser la sal de la tierra y la luz del mundo. El propósito de ser la sal y la luz es para que los demás puedan ver nuestras buenas obras (los actos de misericordia y de justicia) y alabemos a nuestro Padre del cielo (reconciliándolos con Dios). Debemos ser cuidadosos para permitir que la gente sepa que es Cristo en nosotros el que está haciendo las buenas obras, y que nosotros no las hacemos sin Su dirección y ayuda.

Rescate su Familia - Martin Stendal

BIENAVENTURADOS LOS QUE PADECEN…


Martin Stendal

“Bienaventurados los que padecen persecución
por causa de la justicia (o rectitud),
porque de ellos es el Reino de los
cielos.”

Jesús dice que podemos ser perseguidos, si arriesgamos el pellejo por lo que sabemos que es justo. Él no nos promete un lecho de rosas en esta vida. Nos promete ciertamente que Él hará todas las cosas por nuestro único bien.

La Biblia dice que todo cristiano tendrá su fe probada como con fuego.

Dios nos habla de refinarnos como al oro y a la plata. El fuego quema la madera, el heno y la hojarasca, dejando el oro y la plata y las piedras preciosas.

Algunas veces el tratamiento resulta doloroso, pero Dios debe escarbar profundamente en nuestra vida para llegar a la raíz de nuestros problemas.

Si estamos dispuestos a arriesgar el pellejo por la justicia (por ser justos y por hacer lo justo), Dios se valdrá de cualquier persecución que aparezca para limar todas las aristas ásperas que podamos tener.

La justicia y la misericordia deben ir de la mano, Con el fin de aprovecharnos de la misericordia de Dios, debemos reconocer primero que Él es justo. Como cristianos, debemos estar dispuestos a darle a los individuos el beneficio de la duda con una actitud misericordiosa, en tanto que, al mismo tiempo, estemos dispuestos a arriesgar el pellejo por lo que sabemos que es justo.

Debemos oponernos al mal con todos los medios “lícitos” a nuestra disposición.

¿Puede usted entender ahora por qué Jesús odia el pecado pero, ofrece redención al pecador al dar su propia vida?

Rescate su Familia – Martin Stendal

11 de febrero de 2011

BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES…


Martin Stendal

“Bienaventurados los pacificadores; porque
ellos serán llamados hijos de Dios.”

A Jesús le gustaría valerse de todos y cada uno de nosotros para traer Su paz a los que nos rodean. Cuando entramos en el espíritu de las enseñanzas de Jesús, Su Espíritu Santo empieza a obrar en nuestra vida y empieza a sanar las relaciones que hemos roto con los que nos rodean.

Cuando cooperamos con el Rey Jesús, empezamos a encontrar que aun nuestros peores errores y fallas pueden cambiarse en algo positivo, si los admitimos sinceramente, sometiendo mansamente nuestras áreas problemáticas a Su control, y perdonamos misericordiosamente a los demás.

Si permitimos que el Espíritu Santo nos entrene para ser pacificadores, nos asombraremos al observar que nuestros errores y nuestras fallas se han hecho mucho más pequeños. A Dios le gustaría adoptarnos en seguida en Su propia familia y llamarnos Sus hijos siempre y cuando nos sometamos a Su autoridad y disciplina. Nuestro papel como pacificadores es ayudar a los que nos rodean a hacer la paz unos con otros y con Dios.

Rescate su Familia – Martin Stendal

BIENAVENTURADOS LOS DE LIMPIO…


Martin Stendal

“Bienaventurados los de limpio corazón;
porque ellos verán a Dios.”

En Sus bienaventuranzas, Jesús describe la dinámica del Reino de Dios. Primero, debemos entrar al Reino con una actitud de verdadero arrepentimiento, como mendigos espirituales (pobres en espíritu) desposeídos de nuestro orgullo y soberbia por la gracia (poder) de Dios.

Esto hará que lloremos cuando toda la magnitud de nuestro problema con los deseos, apetitos, pensamientos y actos del hombre viejo que dan puestos a luz por el Espíritu de Dios.

Para darnos ánimo, Él nos consuela si lloramos (como enlutados) al hombre viejo de pecado autorizando a Dios que lo acabe por completo.

El Espíritu de Dios viene a reposar sobre nosotros con una actitud “mansa,” y si nos dejamos conducir por Él hasta llegar a la madurez (perfección), heredaremos la tierra.

Cuando ponemos a Jesús a cargo de nuestras vidas, sentimos un deseo de seguir actuando para complacerlo a Él. Empezamos a sentir hambre y sed de justicia (haciendo lo que Dios quiere y exige) hasta que estemos satisfechos.

Después, si nos llegamos a los demás con misericordia y perdón, Dios tendrá misericordia de nosotros y nos perdonará. Dios también empezará a sanarnos y a purificarnos en nuestros corazones. Cuando Jesús dice: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios,” Él quiere decir realmente eso. En este punto, Dios puede restablecer los medios de comunicación con nosotros, exactamente como los que Él disfrutó con Adán antes de la caída.

Con el fin de tener un “corazón limpio” nuestra conciencia tiene que estar vacía de culpa. Dios nos ha dado una conciencia para decirnos cuando hemos hecho algo malo que pueda dañar nuestra comunicación con Él.

Ser de “corazón limpio” no significa necesariamente que nosotros hayamos alcanzado la perfección total (para eso se requiere morir y resucitar). Significa que hemos confesado y abandonado, con Su ayuda, todo pecado conocido y que nos hemos sometido a Su voluntad. Significa que estamos en paz con Dios.

También es necesario tener un “corazón limpio” con respecto a nuestro cónyuge, si esperamos mantener la comunicación íntima en nuestro hogar.

Una actitud de misericordia y de perdón que le dé a la otra persona el beneficio de la duda, construirá un largo conducto para mantener abiertas las líneas de comunicación en nuestras familias.

No nos equivoquemos. Si entramos en las actitudes que Jesús describe, Dios hará lo que Él promete. Si nos llegamos a Él para ser desposeídos por Su poder (gracia) de nuestra soberbia (de la parte de nosotros que quiere ser Dios) como “pobres en espíritu,” Dios nos dejará entrar en Su Reino.
Si someternos a Él hace que lloremos (enlutados) a nuestro hombre viejo, Él nos consolará realmente haciéndonos nacer de nuevo.

Si obedecemos al Rey Jesús mansamente en el poder del Espíritu Santo, heredaremos verdaderamente la tierra. “Porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios” (Romanos 8:13,14 SEV). Si perdonamos misericordiosamente a los que nos rodean, Él perdonará verdaderamente nuestros pecados. Si se lo permitimos, Él restaurará y purificará verdaderamente nuestros corazones y abrirá una comunicación con nosotros por medio de Su Espíritu Santo. Estas promesas son para ahora.

Jesús no está prometiendo solamente “castillos en el aire” para una fecha futura. Él nos está prometiendo un poder dinámico ahora para cambiarnos por dentro y por fuera.


Rescate su Familia – Martin Stendal

10 de febrero de 2011

BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS...


Martin Stendal

“Bienaventurados los misericordiosos; porque
ellos alcanzarán misericordia.”

No comprendí esta bienaventuranza hasta una noche en que empecé a recordar mi carrera de aviador. Había volado cerca de 4.000 horas y casi la mitad de ellas sobre la selva colombiana en la parte suroriental del país.

Durante ocho años de volar sobre terrenos traicioneros en una avioneta de un solo motor, nunca tuve el menor accidente. Muchos otros pilotos habían muerto o habían quedado mutilados volando sobre la jungla. Otros habían destruido sus aviones. Incluso, los misioneros pilotos, que tenían uno de los mejores expedientes de seguridad en Sur América, tenían un promedio de un accidente importante cada 1.200 horas de vuelo.

Oré y le pedía a Dios que me dijera qué estaba pasando. Por qué había sido escogido para un tratamiento especial. Mejores pilotos que yo habían tenido terribles accidentes de vuelo en la selva o en las montañas de Colombia. Sabía que yo no era mejor que algunos de los pilotos que también habían muerto en accidentes de vuelo. Algunas de las víctimas también habían sido mejores cristianos que yo.

Acosé a Dios por una respuesta. ¿Por qué había sido tratado de manera tan especial? Había tenido más escapes difíciles que cualesquiera y, sin embargo, aquí estaba ileso, mientras había visto otros pilotos que habían cometido un solo error y habían quedado en la estacada. De repente, mi pensamiento retrocedió a una escena de ocho años antes.

Había estado trabajando como líder de un proyecto agrícola cristiano en una remota zona rural de Colombia. Uno de mis amigos y compañeros de trabajo se había herido y había necesidad de trasladarlo al hospital. Mi amigo casi muere, porque el operador del avión exigía el pago por adelantado, demorando un día el traslado. Recuerdo que yo oraba y le decía a Dios que si Él me proporcionaba un avión, nunca rechazaría a alguien que tuviera una necesidad verdadera, sin tener en cuenta consideraciones financieras y mantuve mi promesa a Dios durante todos esos años.

Sentí dentro de mí de repente la voz suave que, con el paso de los años, he aprendido a identificar como la tenue y suave voz de mi Señor: “Nunca rechazaste a nadie que te pidiera misericordia, así yo nunca te rechacé cuando necesitabas de Mi misericordia.”

Estaba completamente atónito, pues hacía apenas unos pocos segundos que había empezado a tener una visión de cuán importante es la misericordia para Dios. La vida de Jesús y sus enseñanzas se centran en la misericordia. Incluso, Jesús dio su vida por nosotros en un supremo acto de misericordia, cuando todavía estábamos en rebelión contra Dios. Jesús es la misma personificación de la misericordia. Empleo el término misericordia, porque no merecemos que Jesús haya muerto por nosotros y que nos haya proporcionado un camino para reconciliarnos con Dios y de los unos para con los otros.

Durante varios años de consejería matrimonial, la queja más común que hemos oído de las parejas con problemas es: “Tenemos que divorciarnos, porque ya no nos amamos el uno al otro. Nuestro matrimonio está perdido sin remedio.”

El amor es una planta muy delicada. Si no es alimentada  regada constantemente, se seca y se muere. En muchos hogares ha muerto. El amor es una emoción muy difícil de provocar y de sentir hacia alguien que está actuando de una manera indigna de ser amada. Por otra parte, la misericordia es una decisión. La misericordia empieza en nuestra mente con pensamientos misericordiosos que dan a la otra persona el “beneficio de la duda”. Esto allana el camino para las palabras misericordiosas y para las obras.

Cuando tratamos a los demás de una manera misericordiosa, esto afecta la forma como ellos nos tratan y que, a su vez, afecta la manera como nosotros los tratamos, y que afecta la manera como ellos nos tratan, y así sucesivamente.

La misericordia es la semilla del amor ágape (el amor redentor de Dios). Cuando nos acercamos a alguien con misericordia, estamos plantando semillas que producen fruto y que permiten que Dios tenga misericordia de nosotros. Para este amor es posible florecer y prosperar como en ninguna otra parte en los hogares que, aparentemente, una vez fueron tan estériles como el desierto.

Rescate su Familia – Martin Stendal

BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE…


Martin Stendal

“Bienaventurados los que tienen hambre
y sed de justicia (o rectitud), porque ellos
serán saciados.”

Cuando entramos en el Reino de Dios, al aceptar el pacto a la manera de Dios y abandonar nuestros propios planes (cuando el dicho pacto es firmado por ambas partes) un deseo empieza a brotar dentro de nosotros para hacer las cosas bien y para que nuestras acciones correspondan a ese propósito.

Algo de los deseos, apetitos y pensamientos de Jesús empiezan a rebosar en nuestro ser, y empezamos a hacer lo que Dios quiere, porque eso es también lo que nosotros queremos hacer.

En la Biblia, Dios dice que Él quiere escribir Sus leyes en las “tablas de nuestros corazones.” (2 Corintios 3:3). El apóstol Pablo dijo: “Que la misma mente que estaba en Cristo Jesús esté en vosotros.” (1 Corintios 2:16). La vida cristiana no es una lista legalista de lo que se hace o de lo que no se hace, y que nosotros nos afanamos por tratar de observar con nuestras propias fuerzas. Ella es una relación dinámica, vibrante, encantadora con el Creador del Universo.

 Los deseos y concupiscencias del hombre viejo jamás pueden ser saciados (él siempre quiere más y más) pero el hombre nuevo “será saciado con justicia.” Aquí tenemos el mensaje fundamental del arrepentimiento y de la fe que es la gracia de Dios obrando en nosotros (ver Efesios 2:8) pero, también requiere de algo de nuestra parte.

Sabemos que luchar por los problemas de la vida con nuestras propias fuerzas no es la respuesta. Por otra parte, si sólo nos sentamos y no hacemos nada, esperando que Dios lo haga todo por nosotros, algunas veces nos sentiremos desilusionados, pues no parece que se haya hecho nada.

¿Qué vamos a hacer? Yo luché con esto durante varios años. Muy dentro de mí sabía que había algo que le faltaba a mi experiencia cristiana. Lo mismo que también parecía que faltaba en muchos miembros de las iglesias a las que yo había estado asistiendo. ¿Qué era eso? ¿Están ustedes empezando a tener una visión de la increíble estructura y del entendimiento entre la causa y el efecto que hace del Sermón de Jesús una obra maestra?

Rescate su Familia - Martin Stendal

9 de febrero de 2011

BIENAVENTURADOS LOS MANSOS...


Martin Stendal

“Bienaventurados los mansos; porque ellos
recibirán la tierra por heredad.”

Tuve dificultades para comprender la palabra manso y para reconciliarla conmigo mismo.

Me parecía que una persona mansa sería un individuo cansón, blando, flojo, sin firmeza, que permitía que todo el mundo lo pisoteara. Busqué la palabra en griego y encontré que la palabra que Jesús empleó para “manso” no tenía traducción directa a la lengua inglesa.

La palabra griega significa una actitud del corazón y de la mente que están sometidos exclusivamente a Dios y a los planes de Dios. La palabra española “manso” se acerca un poco más a la representación del significado completo de lo que dijo Jesús.

Un ejemplo, en español, sería la forma en que la palabra “manso” se aplica a los caballos. El caballo que es “manso” es el que está tan perfectamente entrenado que obedece completamente al jinete. Permite que se le guíe con sólo una ligera presión de las riendas. En absoluto, no tiene que ser un animal sin bríos. Puede ser un brioso pura sangre, pero ha dejado a un lado sus propios planes y permite que el jinete sea el que mande la parada.

Este es un buen ejemplo que sirve al que es de la fe de Jesús, el Cristo. Jesús quiere que desistamos de tratar de acomodar a Dios a nuestros propios planes, en lugar de permitirle que sea Él quien nos acomode en Su plan maestro.

Él promete llenarnos de su fe (de dependencia de su Padre) y satisfacernos completamente, si le permitimos encargarse de nuestras vidas (vea Hechos 3:16; Romanos 3:22;26 Gálatas 2:16; 3:22 y Apocalipsis 14:12 en la Versión Antigua).

Es imposible ser mansos (tener fe hasta depender de Dios y no de nosotros mismos) sin estar bajo el control del Espíritu Santo. “...Sin fe es imposible agradar a Dios...” (Hebreos 11:6 SEV), y para lograr esto se requiere una cooperación o pacto entre nosotros y Dios. El pacto es lo siguiente: Nosotros debemos aceptar que Dios nos libre (nos despoja) del hombre viejo (Adán) para que nazcamos y lleguemos a la madurez en el hombre nuevo (Cristo).

El bautismo en agua es símbolo de esta identificación nuestra tanto en la muerte como en la resurrección de Cristo. Para que un pacto (o testamento) sea válido se requiere la firma de ambas partes. La firma nuestra es demostrar la autorización al Espíritu de Dios para que acabe con el hombre viejo de pecado en nosotros cuando Dios nos despierta para que podamos “oír su voz” (esto se simboliza con el bautismo en agua que se debe hacer única y exclusivamente por orden del Espíritu de Dios).

 La firma de Dios es bautizarnos en Su Espíritu Santo para que podamos vivir en victoria por medio de los recursos de Él. En el bautismo puede haber una transferencia de espíritu desde la persona(s) conduciendo el evento hacia la persona que lo recibe. No todos los que dicen, Señor, Señor tienen el auténtico Espíritu Santo.

Rescate su Familia – Martin Stendal

BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN...


Martin Stendal

“Bienaventurados los que lloran (enlutados),
porque ellos recibirán consolación.”

Cuando aceptamos sinceramente nuestro error y nuestras fallas, y la plena comprensión de cuán malamente nos la hemos arreglado para revolver las cosas y echarlas a pique, nuestra reacción natural es la de lamentarnos.

La sinceridad y el arrepentimiento pueden revelar hasta dónde estábamos haciendo sufrir a los demás, y hasta dónde los demás nos estaban haciendo sufrir, en un interminable círculo vicioso.

Cuando el Espíritu Santo de Dios (El Consolador) empieza por hacer resplandecer el haz de luz de Su verdad y a iluminar con el convencimiento los resultados de nuestras acciones y reacciones egoístas, esto puede ser una experiencia muy aterradora hasta que entendamos que la consolación que el Espíritu de Dios nos brinda es nada menos que acabar con el viejo “yo” con sus malos deseos y apetitos para que nazcamos de nuevo por el Espíritu en Cristo, al hombre nuevo.

Rescate su Familia – Martin Stendal

8 de febrero de 2011

BIENAVENTURADOS LOS POBRES...

Martín Stendal
“Bienaventurados los pobres en espíritu;
porque de ellos es el Reino de los cielos.”

Con estas palabras empezó Jesús Su primer sermón registrado en forma completa.

Juan el Bautista había venido para preparar el camino para el Cristo, predicando: “...Arrepentíos, que el Reino de los cielos se acerca” (Mateo 3:2 SEV).

Durante siglos, los judíos habían estado esperando la venida del Reino de Dios por medio del Mesías. Ellos habían sido empujados y estrujados, aprovechados y oprimidos durante muchos largos siglos por casi todos los países que los rodeaban; sin embargo, con todos sus sufrimientos y problemas, no habían abandonado completamente la esperanza de que algún día, si ellos guardaban solamente la ley de Dios, el heredero del Rey David aparecería y los liberaría para siempre.

El capítulo 12 del libro del Apocalipsis describe adecuadamente al pueblo de Dios como una mujer en parto, dando a luz un varón que gobernará las naciones.

El sistema religioso judío era extremadamente complejo. Para ser un buen judío no sólo se requería mucha educación; también se requería devoción constante al ritual y al detalle. Al gastar tan gran porcentaje de su tiempo, energía y finanzas para “apaciguar a Dios,” muchos judíos consideraban que estaban en un plano espiritual tan alto, que nadie más que ellos podía siquiera comer en la misma mesa con alguien que no fuera judío.

Al empezar Jesús la predicación del Reino de Dios, indico que este pertenecía a los mendigos (la palabra griega traducida por “pobre en espíritu” significa literalmente desposeído de su orgullo o soberbia,) esto encolerizó y amargó a los líderes religiosos judíos. Sin embargo, no sucedía lo mismo con los pobres en espíritu. Ellos se regocijaron y creyeron, y Jesús los sanó de toda enfermedad conocida, arrojó los demonios, y los alimentó material y espiritualmente.

En el tiempo en que Jesús predicó el Sermón del Monte, una gran multitud de mendigos espirituales lo seguía por todas partes.

Las palabras de Jesús tienen sentido en el día de hoy y también en nuestra era.

No podemos negociar nuestro camino para entrar en el Reino de Dios. Para empezar, no tenemos nada con qué negociar. Todo lo que tenemos tiene su origen en Dios.

Nuestra única esperanza es admitir nuestras culpas y nuestras fallas y fracasos.

No tenemos que ser perfectos para llegarnos a Dios, pero sí tenemos que ser sinceros. Debemos estar dispuestos a poner nuestras cartas sobre la mesa y dejarnos de estar presumiendo, y decir: “Aquí estoy. Tengo problemas. Necesito ayuda.” La sinceridad o el arrepentimiento, comoquiera que se le llame, es el primer paso hacia la reconciliación con Dios.

Rescate a su Familia  -  Martin Stendal

4 de febrero de 2011

ELVALLE DE LOS HUESOS SECOS


Michael Clark

¿Ha atravesado usted alguna vez un periodo de sequedad espiritual donde los cielos son de bronce y sus oraciones parecen caer de sus labios y chocar contra el piso?

Bien, muchos de nosotros sí lo hemos pasado, y yo en particular pasé a través de uno que duró catorce años. Fue un tiempo en el cual no importaba que hacía para obtener un “experiencia cristiana”, nada funcionaba.

Orar no daba resultados, tener comunión era raro y cuando lo hacía era tan muerto como un mármol. El Señor dejó de hablarme a través de mis esforzados estudios en la Biblia y dejé de oír Su voz del todo.

Así que después de muchos años de esto me empecé a identificar con el valle de los huesos secos de Ezequiel capítulo 37. Vi una frase en el segundo versículo que parecía perseguirme: “…y por cierto, secos en gran manera”. Me preguntaba por qué el Señor le mostró que los huesos estaban muy secos.

¿Que tenía de malo que estuvieran simplemente secos? Un hueso seco está tan muerto como uno muy seco, ¿no es verdad? Clamé: “Dios, sé que me estás secando, ¡pero ya es suficiente! ¿Vas a ir más allá de mi estado actual y dejarme en este desierto cautivo hasta que esté muy seco? Después de unos cuantos años más de esta sequedad, la respuesta se volvió muy obvia.

Cuando ya estaba más o menos en el año decimocuarto, mi cuñado (un predicador Bautista) me llevó a un viaje de pesca al inmaculado río Saint Joe al norte de Idaho.

Era un hermoso día soleado mientras conducíamos en su camioneta y parábamos por el río, primero pescando en un lugar, luego volviendo a la camioneta y manejábamos unos kilómetros y pescábamos de vuelta.

Cerca del final de una de nuestras paradas de pesca, miré hacia abajo mientras iba caminando de vuelta hacia la camioneta y vi sobre las rocas el hueso de la pierna de un animal secándose. Estaba seco al tocar y se empezaba a blanquear, así que lo levanté y lo llevé conmigo a la camioneta.

Una vez ahí, lo puse sobre el tablero para poder relacionarme con ese hueso, porque parecía que hablaba de mi y donde había estado por años. Pensé en llevarlo a casa y colgarlo sobre mi pared. Casi sentí un parentesco con ese pobre hueso seco.

Mientras conducíamos de vuelta, el parabrisas empezó a empañarse ya que nuestras ropas estaban mojadas debido a la pesca, así que mi cuñado prendió el desempañador. Al rato él me miró y me dijo: “¿Pisaste algo?”. Miré la suela de mi zapato y le aseguré que no era yo el causante de ese olor. Hizo lo mismo y tampoco era él. Entonces miré el tablero y un oscuro líquido fluía de una de las puntas del hueso mientras estaba ahí cerca del ventilador del desempañador.

Era ese viejo hueso el que producía ese olor. ¡Así que lo tiré por la ventana! Limpiamos el podrido líquido medular y también tiramos los papeles con los cuales lo limpiamos.

Durante unos dos meses me pregunté el significado de aquello. Entonces un día el Señor habló y me dijo: “¿Sabes por qué los huesos deben estar muy secos?” Mi hueso estaba seco por fuera cuando uno lo tocaba, pero aun estaba “húmedo” por dentro porque la médula aun se estaba pudriendo.

Jesús dijo: “La vida está en la sangre”, y la sangre se produce en la médula. Esa médula que alguna vez produjo vida en este hueso estaba ahora alimentado la vida de las bacterias y produciendo olor cuando se prendió la calefacción Un rápido estudio a través de la Biblia hace obvio que muchos de aquellos usados por Dios para hacer su voluntad de una gran manera, tuvieron que pasar primero por un período de desierto o cautividad.

Allí estuvo David en su cueva durante el período de Adulam, después de haber estado alojado en el palacio del Rey Saúl. Allí estuvo José, perseguido y casi asesinado por sus propios hermanos, vendido por ellos a esclavitud, llevado a Egipto, hecho esclavo de Potifar, casi violado por la esposa de éste y luego echado en la prisión de Faraón por muchos años por resistirse a los avances de esta mujer.

Muchos años después Moisés rehusó comer de la mesa del Faraón y terminó en sus propios cuarenta años  en el desierto, después tuvo que pasar otros cuarenta años luchando contra la rebelión de los Isaraelitas en el desierto. Juan el bautista pasó casi toda su vida en el desierto solo para terminar en la prisión de Herodes con su cabeza cortada y llevada a una fiesta en una bandeja.

Esto da un completo nuevo sentido al versículo “El don del hombre le ensancha el camino, y le lleva delante de los grandes”. (Prov. 18:16) Jesús fue guiado por el Espíritu al desierto para ser probado durante cuarenta días. El fue un estudiante rápido. Pablo pasó  años en el desierto de Arabia después de su encuentro con Jesús en su ruta a Damasco.

Un total de veintiún años pasaron antes que el Señor hable a los santos de Antioquía de separar a Pablo y Bernabé para su viaje misionero.

Después de estudiar la vida de los santos, A. W. Tozer concluyó que Dios estaba más interesado en la preparación del hombre debido a lo que podía obtener de él luego.

La vida está en la sangre y la sangre obtiene su vida de la médula. La vida natural del hombre y su fuente natural deben estar completamente secas antes que el poder de la sangre de Cristo pueda traer la nueva vida interior a plenitud. Jesús dijo a sus discípulos: “La carne para nada aprovecha”. Debemos andar por el Espíritu, no en la carne, y hay una guerra entre nuestra carne y el Espíritu de Dios que nos invade.

Dios tiene herramientas para debilitar y anular nuestro hombre natural, y nos pide que le demos autoridad sobre nuestras vidas para que él pueda obrar esto. La cruz personal y el desierto son sus herramientas principales. Si El solo nos secara hasta que estemos secos a toda apariencia externa, vendrá el tiempo cuando se prenda el fuego bajo nuestro y podremos probar que no somos nada más que sepulcros blanqueados llenos de huesos de muertos.

Muchos de los ministerios más encumbrados han sido derrumbados por Satanás porque los hombres todavía tenían su vieja vida carnal viviendo dentro de ellos. No, los huesos deben volverse muy secos para que Dios los levante y cause que Su vida sea libremente manifestada en ellos. Sea fiel en dejar que El haga esa profunda obra dentro suyo, tan profunda que otros vean solo la vida de Su Hijo en ustedes.

El Valle de los Huesos Secos -  Michael Clark

"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry