Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


1 de febrero de 2012

LAS IGLESIAS EN CASA


Gene Edwars

Tengamos en cuenta al movimiento de iglesias en casas. El movimiento de iglesia en casas es, en términos generales, de lo más radical que puede encontrase en estos días.

El hombre que ves allí dirigiendo esta reunión en particular en este tipo de iglesia ha empezado un total de 10 iglesias en casas. Está al mando. Su gente le ama. Pero ven con él para tomar el desayuno una mañana cualquiera en una cafetería. Escucha sus palabras. Te contará lo que Dios le mostró, de cómo empezó, de las cosas que Dios le enseñó por el camino, de los problemas que enfrentó, de las soluciones que Dios le dio. Puede que esté hablando por horas y horas y que nunca te mencione a ti. Sí, a ti, el laico. En su corazón, en su mente, en la mismísima estructura molecular de su ser, él es el centro de su obra. A decir verdad, la gente de esas iglesias no son el centro.

Su batalla no es para con la gente llana, para que emerjan libres de toda necesidad de él. Consciente o inconscientemente su batalla consiste en que estas iglesias en casas sigan adelante con la intención de mantenerle como su líder.

Acude también a alguna organización "no denominacionál", o a un misionero en la iglesia que levantó en algún país extranjero, o también, por supuesto, a una iglesia tradicional. Puede que la frase que mejor revele esta enfermedad sea "debemos devolver al laicadouna mayor responsabilidad en la iglesia." Esa frase parece esperanzadora, ¿no? Pues bien, mientras se nos venga a la mente esa frase no hay esperanza alguna de revolución en la cristiandad.

 Advierte las palabras, "debemos permitir que el laicado", "debemos dar al laicado." ¿No te das cuenta de que todavía hay alguien al cargo, dando y tomando? No es que toda la gente llana esté al cargo de todas las cosas. No; hay un líder en particular, dando permisos.
 Para que el laicado esté al mando (sin "permisos") se necesita empezar de nuevo desde cero. Es la única manera.

Si te atreves a empezar de nuevo debe de ser de forma tal que, desde un principio, se entienda que la dirección y el liderazgo de la iglesia pronto recaerá por completo en las manos de los hermanos y hermanas locales. En breve... se acerca el día en el que no hay clero a la vista. Ni, por tanto, ancianos. Ni diáconos. Así pues, ni un solo hermano local dirigiendo.

Si tenéis a alguien en el grupo que sea un líder; si tenéis líderes, si tenéis líderes que se quedan o un individuo que más tarde se convierte en el líder –si disponéis de alguna de estas potencias en acción en la iglesia en su nacimiento y en sus tempranas etapas de desarrollo – no habrá revolución alguna.

No, debemos mudarnos a un lugar que con creces está más allá de tales cosas. Están desgastadas. Para la mente protestante de hoy en día es casi imposible concebir una iglesia así, una iglesia que es abandonada por el fundador, sin líderes en particular, cuando aquel se marcha.

Muchos te dirán que es un ideal y que es imposible. Bien, está ocurriendo. Ahora mismo, aquí, sobre la tierra. Contempla en tu mente por un instante a un grupo de cristianos. Digamos que son veinticinco. Un extranjero les levantó. Sencillamente se largó. No volverá durante uno o dos años.
¿Dónde está el clero? ¿Dónde está el anciano? ¿Dónde está el líder local? No existe tal. Bien, querido lector, esta es una fotografía extraída directamente del siglo primero. ¡Así se supone que tendrían que ser las cosas!

Bueno, ¿qué es lo que estos muchachotes van a hacer? ¿Huir despavoridos? ¿Llamar a un pastor? ¿Elegir ancianos? Si el fundador ha levantado aquel cuerpo de creyentes en este estilo, que es el que corresponde al primer siglo, sabrán exactamente que hacer. Bueno, ¿qué? ¿Hacerse una tribu? Casi, casi. No exactamente.

Olvídate por completo de la mentalidad occidental organizativa. Eso es todo lo que hemos conocido. ¿Qué es lo que queda? No mucho. ¡Intenta imaginarte una versión tribal cristiana! (No es en absoluto lo mismo, pero estamos luchando para intentar comprender aquí cuestiones nuevas y radicales.) Es simple, ¿cómo sería la versión cristiana de una tribu? ¡Se llama Ecclesia! Si han sido levantados correctamente por el fundador, se darán media vuelta y se volverán, en este punto, a la ecclesia primitiva. Sí, en este instante pararán todo hasta que empiece a emerger la naturaleza orgánica de la iglesia, y que emerja orgánicamente.

(Intenta explicar esto y alguien saldrá mañana y lo intentará hacer, y al rato regresará y dirá que no se puede hacer. Tienes que verlo y estar dentro. Tienes que experimentarlo. Aun así, no puedes explicarlo.)
 
No, es inexplicable. Esto sólo se puede experimentar. Primero experimentas la vida de iglesia. Luego te rindes al intentar explicarlo. También agradecerás a Dios que no te fuiste a empezar una versión tan radical de la vida de iglesia sin haberla experimentado primero.

Esto es algo que no puedes hacer sin experimentarlo primero. ¿Qué les ocurre a estas veinticinco personas? Esos santos, privados de su líder exterior y privados de cualquier liderazgo interior, se agarran uno al otro y esperan a que llegue la amada vida. ¡Momento este de gozo, excitación, aventura, descubrimientos y pánico total!

ras un tiempo juntos, hay probabilidad de que la sangre llegue al río. Luego, bajo el Señor, surge la fuerza más radiante, capaz, vital y creativa de esta tierra. Y a través de todo el proceso nunca dependen del clero. Ni ahora, ni nunca.
¿Suena bien? ¿O suena raro? Sobre todo, ¿es esto posible? ¿Tiene alguna base bíblica? ¿Hicieron cosas así en el primer siglo? Sí, y de hecho la iglesia abriéndose así a la realidad describe buena parte de la trama.

¿El laicado dirigiendo la iglesia? El temor, la dependencia, el miedo a los ministros sustituidos por los alzacuellos azules y blancos del pueblo llano y siendo el pueblo llano todo lo que la iglesia es. Una ekklesia "pococlero"y "todo-pueblo".

¿Cómo puede ser? ¿Qué hicieron para que esto ocurriera en el Siglo Uno?

Mas Alla de lo Radical - Gene Edwars 

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry