Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


2 de mayo de 2013

VIDAS QUE SANTIFICAN AL SEÑOR


 Davis y Clark.                                                              

Dios no había llamado a Israel a una santidad que pudiera alcanzarse aparte de Su poder y gloria. Los llamó a venerarle, a santificarle y a distinguirle por encima de todos los dioses de las naciones paganas. Israel era la posesión de Dios en virtud de una gran obra de separación en Egipto que usó para apartarlos de todas las demás naciones. Como pueblo apartado habían de santificarle mostrando las virtudes de Aquel que los llamó de la oscuridad. Era imperativo que Moisés santificara a Dios ante los ojos de esta nación santificada. Dios estaba profundamente preocupado con esto.

El comportamiento de Moisés se quedó corto de este propósito. La postura de Moisés no fue distinta de la de los magos de Egipto. Dios no pretendía que este viaje se convirtiera en el show mágico de Moisés. Dios quería que el pueblo conociera que solo El es Su proveedor en todas las necesidades de ellos, en Sus riquezas en gloria, y no un hombre que tuviera grandes poderes espirituales. En breve, la proeza ministerial de Moisés se convertiría en un estorbo.

Estaba acostumbrado a jugar un papel muy importante que sirvió durante un tiempo a los propósitos de Dios. Pero ahora Dios le estaba pidiendo que se echara atrás y que se apartara ante los ojos del pueblo, para distinguirle a Él de Su profeta, de su vara, del sacerdote y de todos los demás instrumentos que Él había usado previamente. La roca había de tener preeminencia en este día. Por causa de este acto de incredulidad, este acto de auto-afirmación, “hemos de sacaros agua”, y más tristemente lo que representaba a los que observaban, ni Moisés ni Aarón entrarían en el reposo de Dios. ¡Estas cosas nos sirven como ejemplo y amonestación a nosotros hoy! ¿Cómo viviremos entonces?

Pedro nos exhorta: “Santificad al Señor en vuestros corazones…” (1ª Pedro 3:15).

Considerando lo que acabamos de aprender, ¿Cómo santificamos a Dios en nuestros corazones y ante los ojos de los demás? Tenemos que arrepentirnos de nuestra mentalidad de “hemos de sacaros agua”. Tenemos que dejar nuestra propia obra. Pablo escribió, “Porque nosotros somos la circuncisión, los que adoramos a Dios en Espíritu y nos regocijamos en Cristo Jesús, y no tenemos confianza en la carne” (Filipenses 3:3). No tenemos suficiencia excepto la suficiencia de Dios.

Vemos en la vida de Pablo lo que significa santificar al Señor. Si santificar al Señor es venerarle viviendo plenamente por Su vida y recursos, si es vivir solamente por el agua que fluye de la Roca, Cristo Jesús, entonces Pablo tenía pocos compañeros. Considera sus palabras, “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios…” (2ª Cor. 3:5). “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.” (2ª Cor. 9:8).
                                              
De la Ley al Reposo - G.Davis y M.Clark                                              
 

1 comentario:

JUAN dijo...

uenas reflecciones en su blogg. Pastor Juan Cordova, New York

"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry