Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


9 de mayo de 2013

LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS


 Clayton Sonmore

La mayoría de los cristianos están de acuerdo en que la venida del Señor está cercana, en que nos estamos aproximando al final de esta era y a la conclusión de esta dispensación. Además, hay un aumento del conocimiento entre el pueblo de Dios de que antes que llegue el grande y notable día del Señor, Dios va a derramar Su Espíritu sobre toda carne. Muchos están esperando una nueva efusión pentecostal; pero, ¿es ésta la «plenitud» que escoltará a una «Compañía de Vencedores» al final de los tiempos, según procla­man las Escrituras?

En el Antiguo Testamento había tres fiestas principales que les fueron ordenadas a los hijos de Israel (Deuteronomio 16:16). Estas eran ocasiones para la congregación y para hacer los sacrificios para el Señor.

La primera de estas fiestas era la Fiesta de la Pascua, que simbolizaba la redención.

La segunda, era la Fiesta de las Primicias o de Pentecostés y que, por supuesto, simbolizaba a Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo. La tercera, era la Fiesta de los Tabernáculos, que simbolizaba la «plenitud» y que se celebraba en la época de la cosecha, de la recolección final del grano y del fruto: el trigo, el vino y el aceite.

Bajo la dispensación de la ley, el pueblo tenía que traer ofrendas al Señor en cada una de estas fiestas; pero en el cumplimiento, bajo la gracia, de los símbolos en la Era de la Iglesia, ¡cada «fiesta» también es un tiempo para recibir del Señor!
 

"PERO NO YO"


 Davis y Clark                                                                          

Pablo santificó al Señor en su corazón afirmando la gloria de Dios y Su poder en cada área de su vida, dando todo el crédito al Señor. “Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Pablo hizo repetidas referencias al hecho de que la gracia de Dios era quién hacía la obra. Reconoció que todo lo que era y hacía era resultado directo de la gracia de Dios. “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” (1ª Cor. 15:10).

Biblia Ampliada traduce así Filipenses 2:13:

[No en vuestra propia fuerza] porque es Dios quien de forma efectiva está todo el tiempo obrando en vosotros [trayendo el poder y creando en vosotros el poder y el deseo], de querer y de hacer para su buen placer, satisfacción y deleite. (Filipenses 2:13).

Aquí vemos que somos llamados a vivir y a obrar por la vida de otro. “Pero no yo, sino Cristo.” Esto es lo que significa santificar al Señor Jesús en nuestros corazones. Es reconocer que lo que somos y todo lo que llegaremos a ser, depende solo de la gracia de Dios.

Hasta que no cesemos de nuestras obras y santifiquemos al Señor en nuestros corazones y en nuestras vidas, dejando que Él nos llene del poder y cree en nosotros el poder y el deseo, no podremos entrar en Su reposo. Él sólo es satisfecho por la operación efectiva del Espíritu de Dios dentro de nosotros. Cuando podamos decir desde nuestro corazón, “pero no yo, sino Cristo… no yo, sino la gracia de Dios”, seguiremos gloriándonos en nuestra carne, jactándonos, “hemos de… hemos de… hemos de…producir.”

Hasta el lirio del valle que ni trabaja ni hila, es un testigo y un testimonio del cuidado y la provisión de Dios. Ni siquiera Salomón se vistió como uno de ellos. Pero es un testimonio mucho mayor de Su poder, de Su victoria y de Su gloria ante todos los que tengan ojos para ver, aquellos que son transformados por la operación de Su enorme poder, de cuyo interior fluyen ríos de agua viva. ¡Estos santifican al Señor! ¡Estos entran en Su reposo! Cada área de Sus vidas lo atestigua plenamente, “pero no yo, sino Cristo”. Santificar al Señor Jesús en nuestros corazones es dejar la prueba completa de Su victoria y señorío en nuestras vidas por Su Espíritu de poder. No es por obras, sino todo de gracia, “pero no yo, sino la gracia de Dios… no yo sino Cristo”. Hasta que no aprendamos lo que significa “vivir por la fe de Jesucristo” en lugar de nuestra propia veracidad, no podremos entrar en el reposo de Dios.

De la Ley al Reposo - G.Davis y M.Clark                                          
 

PRESAGIANDO LA IDOLATRÍA


 Charles E. Newbold Jr.

 
La mayoría de las veces, los creyentes del siglo primero iban de casa en casa, lo cual podría ser un plan ideal para reunirse hoy día. Cada vez un mayor número de creyentes se reúnen en los salones de las casas para tener alabanza y adoración, participar de la Palabra, del rompimiento del pan, la oración y la comunión.

Estos escenarios pueden dar una libertad tremenda en el Espíritu Santo, crear oportunidades para que cada uno-a pueda usar sus dones, formar relaciones más fuertes entre ellos y mantener el apoyo del uno al otro en tiempos de necesidad.

Sin embargo, tenemos que comprender que nuestra salvación no depende de reunirnos en células hogareñas, como tampoco depende de pertenecer a la iglesia.

Nuestra salvación está en el Señor. Podemos convertir en un ídolo las células hogareñas tan fácilmente como podemos hacerlo de la iglesia.  El problema no está en tener o no un edificio, mantener o no reuniones regularmente, tener o no actividades, tener o no una estructura. El problema tiene que ver con lo que hay en nuestros corazones respecto de estas cosas. Puede ser posible tener todas estas cosas y no unirse a ellas, aunque lo dudo.

Tarde o temprano, sin darnos cuenta, hacemos una Cosa de ellas y comenzamos a ir tras esa Cosa más que en pos del Señor. De esa manera funcionan nuestros corazones de ramera. Puesto que, después de todo, esas cosas salieron de nuestros corazones. Pienso que es poco probable que podamos organizarnos como un grupo de creyentes,  con un edificio, un nombre, una cuenta bancaria, un sistema de creencias, y cosas así, sin que esas cosas, tarde o temprano se conviertan  en una fuente de orgullo en nosotros como extensiones idolátricas de nuestra necesidad carnal de exaltar el Yo.

6 de mayo de 2013

EL NUEVO HEDONISMO CRISTIANO - UN CRISTIANISMO SIN CRUZ


Davis y Clark

El hedonismo es la doctrina del placer o de la felicidad como los únicos o principales bienes supremos en la vida. El hedonismo egoísta se define como “la teoría ética de conseguir la felicidad personal como objetivo correcto de toda conducta”.  Ya hemos visto que la condición para el discipulado es la negación del yo y el tomar la cruz, de manera que no puede existir algo como “hedonismo cristiano”. O eres un hedonista o eres un cristiano. No puedes ser ambos. El término mismo es un oxímoron, como “odio cariñoso” o “ateismo cristiano”.

A pesar de las enseñanzas de Cristo y de su ejemplo de negación personal, ha emergido lo que hemos escogido llamar “nuevo hedonismo cristiano”. Eres invitado a venir a Jesús para recibir felicidad, riquezas y poder. El sufrimiento se considera una evidencia de incredulidad y todo lo que pertenece al sufrimiento y al sacrificio es considerado “negativo”, y por tanto, algo a evitar. En tales iglesias hedonistas la cruz no es más que un mero símbolo sobre la pared, un icono que representa el precio desafortunado que Cristo pagó para adquirir nuestra felicidad. Pocos aprecian sus ramificaciones presentes y menos aún la toman y siguen adelante.

Mimado y echado a perder por su autoindulgencia, y sin negarse ninguno de los lujos de este mundo, este cristianismo ha surgido sin cruz y sin fuerza para usurpar la fe que una vez fue dada a los santos. Viven como si Jesús hubiera dicho, “negad la cruz y cumplid vuestros deseos, y seguidme”. Todos los que no se niegan a si mismos, los que no toman su cruz y siguen a Jesús, son enemigos de la cruz. Por su negación a cargarla, se han convertido en sus enemigos.

La cruz que George Bernard vio en su himno, “la vieja y dura cruz”, no era un icono cubierto de oro ni un símbolo brillante de los escudos de los caballeros y de los cruzados, sino un astillado “emblema” de sufrimiento y de vergüenza… manchado de sangre”.  Y más aún, entendió que tocaba a cada cristiano el tomar con gozo su vergüenza y vituperio hasta que finalmente cada uno dejara sus trofeos de este mundo.

¿NO DEBERIAN LOS PASTORES ALIMENTAR A LAS OVEJAS?


George Davis
 
Lo que vemos hoy en día es completamente diferente a lo que Cristo vivió durante su travesía terrenal. El puso su vida por las ovejas. En el sistema religioso de hoy en día,  ponen sus vidas por los pastores. ¡Raramente vemos la unción del Buen Pastor sobre los así-llamados pastores de nuestros días! Raramente vemos al Espíritu del Señor sobre ellos cumpliendo la ley de Cristo y llevando las cargas de los pobres y menesterosos en sus aflicciones. En vez de eso vemos elaborados santuarios que requieren una pequeña fortuna para mantenerlos, abarrotando el horizonte. ¿Los pastores de hoy en día alimentan las ovejas o viven de la carne del carnero?

El Señor hizo una pregunta similar a los pastores de Israel a través del profeta Ezequiel: “¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños?” (Ez. 34:2). Vamos a poner esto en claro de una vez y para siempre. ¡Los pastores proveen para las ovejas, no las ovejas para los pastores!

Judas 1:11-13 es a menudo usado por los líderes de la iglesia contra quienes ellos piensan están en rebeldía contra su autoridad. Pero bajo un minucioso examen esto no es para nada a lo que se refiere este pasaje. De hecho, es una acusación contra los falsos pastores:

¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes,  para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.

Tales pastores son como los cíclopes de Eurípides que dijo a los rebaños:

“La tierra forzosamente, ya sea que a ella le guste o no, produce pasto y engorda mis rebaños, a los cuales no voy a sacrificar a no ser que sea para mí mismo y para mi estómago, el más grande de las deidades: ¡pero a los dioses, no lo haré! De cierto comer y beber llena a uno día a día y no le da a uno pena para nada, este es el rey de dioses para sus hombres sabios…”

 La Población Olvidada - George Davis

OTRO JESUS


Davis y Clark

La completa estrategia de ofensiva de Satanás puede ser resumida en una palabra, y esa palabra es el anticristo. Anticristo es una palabra compuesta que consiste en Anti (an-tee’), la cual significa en contra, opuesto a, antes, en vez de, en lugar de (algo), y Cristo (Khris-tos’), El Mesías, o el ungido. La palabra anticristo implica mucho más que la postura contenciosa y combatiente de Satanás hacia Cristo. Manifiesta una conspiración diabólica. Es un espíritu absorto y dirigido por una ambición de reemplazar a Cristo para sentarse en su lugar en vez de El. Los apóstoles del primer siglo habían sido enseñados por Jesús mismo que este espíritu del anticristo se manifestaría a través de aquellos que más tarde vendrían diciendo “Yo soy el Cristo”, o “Yo soy el ungido” (Mat. 24:5 y 23). Y tan solo unos años después de la resurrección y ascensión de Cristo, el apóstol Juan pudo ver claramente que este espíritu, ambicioso de reemplazar a Cristo, ya estaba ahora en el mundo.

“…y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.” (1 Juan 4:3)

“Esta aquí”, decía Juan. “El Espíritu el cual vosotros habéis oído que viene- el espíritu del anticristo.”

Desde los días de Juan hasta ahora, este espíritu perverso ha infectado y afectado el curso histórico de los eventos a través de la historia de la iglesia, asumiendo abiertamente manifestaciones cada vez más atrevidas y militantes. Lo que una vez estuvo en forma más ilusoria y encubierta, ahora se manifiesta abiertamente y a la luz del día, y nadie puede detenerlo. Poco a poco Cristo ha sido reemplazado, y la voz del espíritu Santo fue silenciada por la preferencia a la retórica del hombre.

Es importante notar aquí que el título “Vicario de Cristo” dado al Papa viene del título “Vicarius Christi” usado por el emperador Constantino. “Vicario” significa “un substituto”. Así, el título “Vicario de Cristo” significa “un substituto de Cristo” o en lugar de la Cabeza. Considere esta frase del papa Pio XI:

“El sacerdote es, efectivamente, otro Cristo, o en otra forma, él mismo es una continuación de Cristo.”

EL ENFRENTAMIENTO EN JERUSALEN


 Michael Clark

Usted ve que los padres de la iglesia primitiva nunca enseñaron diezmar o muchas de las reglas ya sean escritas o implicadas en nuestras iglesias de hoy en día. Ellos creían en el poder de una vida cambiada con un nuevo corazón que guía al creyente a toda justicia. Y ellos también creían que Dios supliría cada una de sus necesidades de Sus riquezas en gloria.

Pablo tuvo que confrontar a ciertos miembros judíos de la iglesia que trataban de conseguir que los Gentiles empezasen a guardar la ley. Finalmente él tuvo un enfrentamiento con ellos en Jerusalén y el resultado de eso fue el siguiente decreto: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis”. (Hch. 15:28-29)

¿No hubiese sido éste un excelente momento para establecer la ley del diezmo en el Nuevo Testamento? ¡Si este hubiese sido un decreto venido de los gobernantes de las iglesias y denominaciones de hoy en día, hubiese estado en lo primero de la lista!

Estos son los cuatro mandamientos a los Gentiles en los cuales los apóstoles estuvieron de acuerdo:
 I.              No comerás carne sacrificada a los ídolos.
II.            No comerás sangre.
III.           No comerás carne de cosas estranguladas.
IV.          No fornicarás.
 
Yo puedo con eso ¿puede usted? Todas las cuatro son buenas para su salud física y espiritual.
Muchos de nosotros después de haber venido a Jesús fuimos advertidos de ciertas cosas que se esperaban de nosotros por los clérigos (y otros hacedores de bien) ahora que eramos “libres” en Jesús. Su lista do “hacer - no hacer” puede haber sido similar a esta:
 
1)    Como cristiano usted debe dar el 10% de su ingreso total a la iglesia.
2)    No debe fumar o masticar tabaco (o salir con chicas que lo hacen).
3)    Usted debe orar y leer su Biblia todos los días.
4)    No debe drogarse o beber alcohol.
5)    Usted se debe bautizar.
6)    Usted debe ir a la iglesia todos los domingos, mañana y tarde, y los miércoles de noche también seria bueno.
7)    Usted debe someterse a la cobertura de su pastor.
8)    Usted se debe cortar el pelo.
9)    No debe salir con hombres o mujeres que no sean salvos.
10) Debe tener cuidado de las películas que mira.
11) No debe bailar.
12) No debe ver más a sus amigos en el bar.
13) ¡Mantenga juntas sus rodillas!
… Y continúa.
 
Ahora, ¿se siente usted todavía libre?

Verá usted, Jesús vino a libertar al hombre de la carga del pecado y de la ley. El se levantó en la sinagoga en Nazaret y leyó de Isaías:
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. (Luc. 4:18-19)

Dios ha enviado a Jesús a romper TODO yugo y liberar CADA carga, especialmente aquellas puestas sobre los hombros del creyente por hombres que deberían saber mejor. Isaías también profetizó:
¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? (Is. 58:6-7)

 La Ley y La Iglesia - Michael Clark

EL CARACTER DEL REINO


George Warnock

“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” (Rom. 14:17).

Jesús vino al mundo a establecer el Reino de los Cielos—no a desterrar a los romanos de Jerusalén, sino a desterrar el pecado de los corazones de los hombres. Al caminar en obediencia y representar verdaderamente al Padre en la tierra, se enfrentó directamente con el mundo, la carne y el diablo. Continuamente rehusó entrometerse en los reinos de este mundo, aunque en una ocasión vinieron a Él en un intento desesperado por hacerlo su Rey “por la fuerza”. “Mi Reino no es de este mundo”, dijo Él (Juan 18:36). Él vino para traer a la tierra una clase de reino diferente—el Reino de los Cielos, el Reino de Dios sobre la tierra. (Algunos intentarían hacer una distinción entre el Reino de los Cielos y el Reino de Dios. Toma tu concordancia y mira estos términos tal y como son usados en los cuatro evangelios. Es evidente que se trata del mismo Reino: El Reino de Dios traído del Cielo para abrazar los corazones de los hombres). Estos principios sobre los que el Reino se establece son los principios de la justicia, la verdad, la mansedumbre y el amor. Mira como está delante de Pilatos, un representante de uno de los imperios más poderosos de todos los tiempos hasta la fecha, y ve como Él le contesta a la pregunta, “Luego, ¿eres tu Rey?”

“Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.” (Juan 18:37).

 Coronado con Aceite - George Warnock

LA COPA, EL BAUTISMO Y LA AUTORIDAD DEL REINO


 
Davis y Clark

Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.

Inmediatamente después de esto, allí mismo en el siguiente versículo, la madre de Santiago y Juan vino a Jesús con sus dos hijos, postrándose ante El. Jesús le dijo a ella en forma directa, “¿Qué quieres?” Ella contestó, “Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”. (¿Cuán a menudo hemos “adorado a Jesús” para obtener algo a cambio?) ¡Realmente ellos no lo estaban captando! ¿No habían ellos oído ni siquiera una de las palabras que Jesús había dicho? Jesús respondió: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?” Santiago y Juan respondieron “Podemos”. Jesús les dijo, “A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre”.

Hay un debido orden en el Reino de Dios… primero la copa y el bautismo… luego la corona. No es una corona que inmediatamente está frente a nosotros cuando devotamente le adoramos, lo que está frente a nosotros es la cruz. No es una coronación, sino la copa, la identificación con los sufrimientos de Cristo. Aquellos que buscan promoción en Su Reino no saben lo que están pidiendo. Si supieran acerca de la copa y el bautismo no estarían tan entusiasmados. Dios estableció sufrimiento entre el discípulo y el trono. “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hch. 14:22). Si padecemos con El, reinaremos con El. Jesús usó este evento para enseñar una clase de autoridad que el mundo nunca había visto antes y la cual los hombres todavía luchan por verla en nuestros días.

 Yo Pues Os Asigno Un Reino - G.Davis y M.Clark

LA NIÑEZ, LA ADOLESCENCIA Y LA JUVENTUD DE JESÚS


Virgilio Zaballos

Fue engendrado de forma milagrosa por la intervención del Espíritu Santo (Lc.1:34-35), y concebido en el vientre de Maria en un proceso natural de nueve meses de gestación (Lc.2:6). El Nacimiento estuvo rodeado de sucesos sobrenaturales y maquinaciones del diablo para matarle (Lc.2:10-11) (Mt.2:9-11,16) (Lc.2:25-38). Desde niño oyó grandes cosas que se decían de él. Dios le guardó y protegió de los posibles desequilibrios propios de un niño "especial' enviando a la familia a Egipto, donde nadie les conocía, y dándole nuevos hermanos que comparten el "protagonismo familiar”. Cuando regresan a Nazaret ha pasado la euforia de su nacimiento y crece como un niño mas en su pueblo (Mt.2:13-23) (Mt13:53-58). El Mesias se forma en el seno de una familia judía piadosa, temerosa de Dios y obediente a la ley (Lc.2:21-24 y 39-42).
          
Jesús crece como un niño precoz y adelantado. No cabe duda que se ven en él actitudes que le diferencian de la mayoría (Lc.2:41-50). Se desarrolló, como adolescente, al lado de las Escrituras. Amaba la palabra de Dios y los “negocios de su Padre” (Lc.2:49) (2 Tim.3: 15). Aprendió a discernir el bien del mal por su contacto con la Ley y los Profetas (Is.7: 14-16) (Sal. 119:97-104) (Neh.4:12). Se mantuvo limpio y puro en esta etapa de su vida, resistiendo toda tentación por guardar su palabra (Sal. 119:9-1 1). Resistió los impulsos de independencia y rebeldía, propios de la edad, sometiéndose a sus padres (Lc.2:51).

No tenemos muchos datos de la vida de Jesús desde la edad de los doce años hasta los treinta; sin embargo, podemos percibir ciertos aspectos generales, sin entrar en la especulación apócrifa.

Trabajó como carpintero. "¿No es éste el carpintero?... " (Mr.6:3) (Mt. 13:55). Aprendió un oficio y conjugo los aspectos naturales y prácticos de la vida, con su desarrollo espiritual. Ambos iban juntos. Poco a poco fue despertando y descubriendo el propósito de Dios para su vida. Fue recibiendo informe tras informe por medio de la revelación profética que le orientaban hacia el proyecto divino. No se precipitó. Esperó "el tiempo señalado por el Padre (Gá.4: 1-4). Resistió las tentaciones de la impaciencia y la independencia, propias de un joven comprometido, determinado y enérgico. No se adelantó a ninguna etapa de su vida. Las vivió sujeto y anclado a la palabra del Padre. Las necesidades de su pueblo eran alarmantes: La confusión reinaba; los líderes religiosos no solucionaban las necesidades de las personas; sin embargo, Jesús guardó el equilibrio y dominio necesarios para llegar al tiempo de Dios "para su manifestación y ministerio publico” (Lc.3:23) (Jn.7:6-8).

NIMROD = "NOS SUBLEVAREMOS"

 
Douglas Weaver

La siguiente parada en nuestro paseo por nuestra común heredad, es el nieto de Cam, Nimrod, un poderoso cazador delante del Señor. Su nombre significa “nos sublevaremos”. Fue el fundador de un imperio. La ciudad que fundó—Babilonia—es un símbolo de la oposición a Dios. En Babel los hombres rehusaron obedecer la orden de Dios de salir y llenar la tierra. Por primera vez, en este lugar los hombres toman el camino de Caín convirtiéndolo en una rebelión colectiva, fundando el primer reino.

El Tárgum de Jerusalén dice de Nimrod:

“Y Cus engendró a Nimrod: comenzó a ser fuerte en pecado y en rebelión delante del Señor de la tierra. Fue un poderoso rebelde delante del Señor. Porque dice, ‘desde el día en que el mundo fue creado no había habido nadie como Nimrod, poderoso en la caza y rebelde delante del Señor. Y el comienzo de su reino fue Babel la grande”. 4

Nimrod estaba lleno de la misma ambición y violencia hallada primeramente en Caín. El es la más pura expresión de la tendencia del hombre caído a establecerse y a edificar su propio reino fuera de Dios. Desde un punto de vista mundano, Nimrod tuvo un gran éxito, fue un gran héroe y alcanzó una gran popularidad.

De hecho, “poderoso” es el mismo término usado en Génesis 6:4 para describir a los Nephalin, la descendencia de la mezcla profana de los hijos de dios y las hijas de los hombres. Describe a alguien que intencionadamente se hace famoso cometiendo actos valientes y atrevidos.

Aunque el diluvio libró a la tierra de la toda la carne corrupta, las fuerzas espirituales que había detrás de esa corrupción volvieron a salir a la superficie (Lee Génesis 6:4; Números 13:33). Babilonia es un modelo del continuo deseo que tiene el hombre de establecerse y de construir.

2 de mayo de 2013

HAY DOS PANOPLIAS


George Warnock

Las Escrituras hablan de dos juegos de armadura completos: la del pueblo de Dios y la del Enemigo. La palabra griega es “panoplia” de donde obtenemos la palabra inglesa rara vez usada “panoplia”. La palabra es usada solo dos veces en el Nuevo Testamento: la primera aparición de la misma refiriéndose a la panoplia de Satanás, y la segunda, refiriéndose a la nuestra.

“Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín.” (Lucas 11:22).

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” (Efesios 6:11-13).

Fíjate que hay dos hombres fuertes, y el más fuerte hace tres cosas:

(1)  Vence al hombre fuerte

(2)  Le quita la panoplia al hombre fuerte

(3)  Divide el botín entre los hombres fuertes

EL HIJO DE PERDICION


Davis y Clark

Pablo escribió lo siguiente sobre el fin de los días, diciéndonos sobre las condiciones prevalecientes que habría justo antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo.
 
“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. 3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el  templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.” (2ª Tesalonicenses 2:1-4)
 
Para comprender este pasaje de las Escrituras debemos primero entender que además de su aspecto redentor, la vida y las obras de Cristo fueron  proféticas, apuntando hacia eventos futuros en el cuerpo de Cristo al final de los tiempos.

 Harán Mercadería de Vosotros - G.Davis y M.Clark

LAS TRES ENTRADAS


Clayton Sonmore

Existe una dimensión más amplia para esta posición triunitaria, una en la que debemos coronarlo a El como nuestro único Rey. Y creo que toda la creación: pecadores y santos por igual, están gimiendo con dolores de parto, esperando la manifestación de esta «Compa­ñía del Hijo,» de este «Hijo de muchos miembros.» Este cuerpo con dolores de parto no estará satisfecho con el mero conocimiento de verlo a El como Jesús - el Salvador -, o como el Cristo - el que Unge -, sino que va a verlo y a conocerlo como el único Amo y Señor, el Rey absoluto de sus vidas. Este «Hijo de muchos miembros» que alaba Al Señor (al Santo Nombre de Dios), al alcanzar la madurez, ¡no solamente podrá ministrar al cuerpo, o al alma, sino también al Espíritu interior de toda la humanidad que esté clamando a su Hacedor!

«Tres veces en el año me celebraréis fiesta» (Éxodo 23:14). La primera era la Fiesta de la Pascua, que era un recordatorio para tener presente la redención, de la cual depende toda bendición. Simbólicamente, ella representa a Jesús, nuestro Sacrificio Pas­cual. La segunda gran fiesta es la Fiesta de Pentecostés, y tiene su contraparte en nuestras vidas cuando estamos llenos del Espíritu. Como la tercera - en este orden - encontramos la Fiesta de los Tabernáculos, una ordenanza profética que significa la futura congregación del Israel dispersado durante largo tiempo. ¡Alabad a Dios, al Señor de la Gloria, que está a punto de llevarnos a tal congregación aun en el día de hoy!

Vemos estas tres fases como correspondientes a las tres divisiones del Tabernáculo. La entrada al atrio exterior está simbolizada por la Fiesta de la Pascua. En el atrio exterior era donde la congrega­ción venía a oír la Palabra del Señor y a rendir culto de adoración. (Ver cuadro del Tabernáculo en la página 56). Aquí vemos a Jesús como Salvador. Aquí vemos el extenso y fundamental campamento evangélico que está interesado esencial mente en lo que ellos RECIBEN, permaneciendo con frecuencia tan cerca del borde de la línea como les sea posible vivir, pero confiando todavía en lograrlo. Temo que ese día habrá muchos desengaños trágicos.

Después, llegamos a la entrada que está simbolizada por la Fiesta de Pentecostés, representada por Cristo - el que Unge. Este es el lugar donde ha estado nuestro gran cuerpo de los bautizados en el Espíritu durante casi dos mil años. Ellos (nosotros) están cum­pliendo un propósito, aun cuando ellos, como un todo, están preocupados esencialmente por los meros negocios secundarios del HACER.

A la congregación en pleno no se le permitía entrar en este atrio intermedio, el Lugar Santo. Sólo a los levitas, que tenían una unción especial para ministrar al pueblo, se les permitía entrar al Lugar Santo.

Hermanos y hermanas, ¡todavía hay más! ¡Aleluya! Cuando se atraviesa el Lugar Santo, el lugar de la santificación y de la preparación, los tales encuentran delante de ellos otra entrada, simbolizada por la Fiesta de los Tabernáculos, que conduce al Lugar Santísimo. Esta es la fiesta que está MAS ALLÁ DEL PENTECOSTÉS, sí, más allá de la Fiesta de Pentecostés.

Esta grande y última fiesta es símbolo de la reagrupación y del arrepentimiento de Israel, anunciando la gran efusión final del Espíritu Santo y del Fuego. Observen en su calendario el prolon­gado intervalo entre el Día de Pentecostés y el Día de los Taber­náculos (casi dos mil años), empleado en la actual dispensación, en la obra pentecostal del Espíritu Santo.

Sí, ha sido un día largo, muy largo, un día difícil tanto en los dos mil años del calendario pentecostal, como en nuestro personal calendario pentecostal. Pero es: «(El) que te sustentó con maná (la provisión milagrosa) en el desierto (del campamento pentecostal), comida que tus padres (evangélicos sin estar llenos del Espíritu) no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien.» («A la postre» quiere decir orden altísimo, del último día de la visitación de Dios), un orden que está MAS ALLÁ DEL PENTECOSTÉS.

Que Dios nos ayude, a ustedes y a mí, para que no pasemos por alto el «orden altísimo» del plan eterno y último de Dios para la consuma­ción de esta era POR MEDIO DE SUS HIJOS.

Mas Allá del Pentecostés - Clayton Sonmore  

VIDAS QUE SANTIFICAN AL SEÑOR


 Davis y Clark.                                                              

Dios no había llamado a Israel a una santidad que pudiera alcanzarse aparte de Su poder y gloria. Los llamó a venerarle, a santificarle y a distinguirle por encima de todos los dioses de las naciones paganas. Israel era la posesión de Dios en virtud de una gran obra de separación en Egipto que usó para apartarlos de todas las demás naciones. Como pueblo apartado habían de santificarle mostrando las virtudes de Aquel que los llamó de la oscuridad. Era imperativo que Moisés santificara a Dios ante los ojos de esta nación santificada. Dios estaba profundamente preocupado con esto.

El comportamiento de Moisés se quedó corto de este propósito. La postura de Moisés no fue distinta de la de los magos de Egipto. Dios no pretendía que este viaje se convirtiera en el show mágico de Moisés. Dios quería que el pueblo conociera que solo El es Su proveedor en todas las necesidades de ellos, en Sus riquezas en gloria, y no un hombre que tuviera grandes poderes espirituales. En breve, la proeza ministerial de Moisés se convertiría en un estorbo.

Estaba acostumbrado a jugar un papel muy importante que sirvió durante un tiempo a los propósitos de Dios. Pero ahora Dios le estaba pidiendo que se echara atrás y que se apartara ante los ojos del pueblo, para distinguirle a Él de Su profeta, de su vara, del sacerdote y de todos los demás instrumentos que Él había usado previamente. La roca había de tener preeminencia en este día. Por causa de este acto de incredulidad, este acto de auto-afirmación, “hemos de sacaros agua”, y más tristemente lo que representaba a los que observaban, ni Moisés ni Aarón entrarían en el reposo de Dios. ¡Estas cosas nos sirven como ejemplo y amonestación a nosotros hoy! ¿Cómo viviremos entonces?

Pedro nos exhorta: “Santificad al Señor en vuestros corazones…” (1ª Pedro 3:15).

Considerando lo que acabamos de aprender, ¿Cómo santificamos a Dios en nuestros corazones y ante los ojos de los demás? Tenemos que arrepentirnos de nuestra mentalidad de “hemos de sacaros agua”. Tenemos que dejar nuestra propia obra. Pablo escribió, “Porque nosotros somos la circuncisión, los que adoramos a Dios en Espíritu y nos regocijamos en Cristo Jesús, y no tenemos confianza en la carne” (Filipenses 3:3). No tenemos suficiencia excepto la suficiencia de Dios.

Vemos en la vida de Pablo lo que significa santificar al Señor. Si santificar al Señor es venerarle viviendo plenamente por Su vida y recursos, si es vivir solamente por el agua que fluye de la Roca, Cristo Jesús, entonces Pablo tenía pocos compañeros. Considera sus palabras, “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios…” (2ª Cor. 3:5). “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.” (2ª Cor. 9:8).
                                              
De la Ley al Reposo - G.Davis y M.Clark                                              
 

POTENCIANDO NUESTROS LUGARES ALTOS


 Charles E. Newbold Jr


Potenciamos esas cosas ante las que nos inclinamos y homenajeamos.  Liberamos el poder de Dios en nuestras vidas cuando nos inclinamos y Le adoramos. De la misma forma, potenciamos a nuestros ídolos cuando nos inclinamos ante ellos, sean hombres, edificios, instituciones, ideas, ciencia, opiniones, demonios, o esa Cosa que llamamos iglesia.

Patrick vino a comenzar una nueva iglesia. Como suele suceder, la unción del Señor estaba presente, y la gente entraba libremente en la alabanza y la adoración. Se estaban formando relaciones.

 La visión en un principio parecía estar enfocada hacia la edificación del pueblo en Cristo. Había libertad. Después surgió un deseo de tener un edificio, después la necesidad de un préstamo, después la necesidad de más dinero, y finalmente, una atracción por la membresía. La gente se encontró a sí misma llevada hacia aquello de lo que precisamente habían intentado salir.

Patrick los estaba llevando de vuelta hacia aquello de lo que él mismo había salido antes, porque aquello de lo que él había salido, nunca había salido de él.

 En lugar de edificar a un pueblo, estaba consumido por un edificio, una iglesia-su iglesia.  Unos pocos de los que asistían a su iglesia y  que discernían, se marcharon cuando se dieron cuenta de que permaneciendo, servían solo para adherirse y potenciar su idolatría.

Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando asistimos a sus cultos. 

Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando contribuimos a ella.

Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando insistimos en el uso de la palabra iglesia en referencia al cuerpo de Cristo.

Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando nos preguntamos unos a otros a qué iglesia vamos.

Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando medimos la espiritualidad de la gente por la iglesia a la que asisten.

Tenemos nuestros lugares altos; y sin embargo, conocemos el corazón de Dios en estos asuntos porque Él nos habla claramente: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Éxodo 20:3.

El Espíritu Santo puede llevar a un creyente maduro, liberado, a asistir a una iglesia, y quizás contribuir a ella con un propósito que solo conocen Dios y ese creyente. Sin embargo, si ese creyente se une en su corazón a ese sistema, una vez más levantándolo, ha vuelto a la idolatría y a la prostitución espiritual  de ello. Ha caído en el engaño. El que siente el llamado de Dios para permanecer o regresar a las situaciones de esos sistemas de iglesia ramera, tiene que ser honesto consigo mismo respecto de su verdadero motivo, no sea que él diga, “Dios me lo pidió” para justificar los deseos de ramera del corazón.

 El Sistema de la Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr.

"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry