Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


7 de noviembre de 2014

ESTE EVANGELIO DEL REINO (Agregado en abril de 1997)


Clayton Sonmore

Demos una mirada más atenta a este «Evangelio Eterno» o «Evan­gelio del Reino,» que será vivido y predicado por una compañía de vencedores ante todos los moradores de la tierra. Vencedores en cuya boca no hay engaño y que son sin culpa delante del trono de Dios. Este es el mensaje que Dios da a conocer en ellos y por medio de ellos.

6.  Y oí uno que hablaba desde la Casa...
7.  Y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi asiento [o autoridad], y el lugar de las plantas de mis pies [de aquellos a quienes he enviado verdade­ramente], en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre; y nunca más contaminará la Casa de Israel [aquellos que son llamados por mi nombre] mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes [su autogobierno], con sus fornicaciones [el uso pro­miscuo de mi nombre, de mis dones y de la revela­ción para edificar sus propios reinos], y con los cuerpos muertos de sus reyes [las obras muertas y las abominaciones del yo] en sus altares [en los reinos que ellos han erigido donde llaman al pueblo a rendir culto en mi nombre, pero según sus propios caminos].
8. Poniendo ellos su umbral junto a mi umbral [ellos hacen que el pueblo crea que está entrando en mi Reino cuando, en realidad, está entrando en el reino hecho por el hombre], y su poste junto a mi poste [los postes o las columnas de Dios se llaman Jaquín (El establecerá) y Boaz (sólo en El hay fortaleza); los postes del hombre se llaman «noso­tros estableceremos» y «en nosotros está la fortale­za» (ver 2 Crónicas 3:17)], y una pared entre mí y ellos [hay una pared insuperable entre estas dos posiciones], contaminaron mi Santo Nombre con sus abominaciones que hicieron [valiéndose de los dones de poder y de revelación de Dios, de una manera tan promiscua, según sus caprichos, ¡que ello ha traído gran deshonra a Su nombre, incluso ante los paganos!], y yo los consumí en mi furor.
9. Ahora echarán lejos de mí su fornicación [nadie puede servir a dos señores], y los cuerpos muertos de sus reyes [las obras muertas de sus abominacio­nes egoístas], y habitaré en medio de ellos para siempre [observe que este versículo es condicio­nal].
10. Tú, hijo de hombre,  MUESTRA A LA CASA [profanada que el hombre ha edificado en mi nom­bre, dándole el nombre de mi Iglesia] de Israel [el Israel espiritual] ESTA CASA [verdadera y sin man­cha], y avergüéncense de sus pecados, y entiendan su diseño [que es Jesús, el Cristo, como único SEÑOR].

11. Si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender la figura de la Casa [cómo une Dios a Su verdadero pueblo], y su diseño [el propó­sito de Dios para la humanidad], y sus salidas y sus entradas [la libertad verdadera y la liberación al morir a sí mismo y de vivir en Cristo], y todas sus figuras [todo lo que tiene que morir en nosotros para que verdaderamente podamos ser libres en Cristo], y todas sus descripciones [la manera en que Dios hace las cosas], y todas sus pinturas [todas las facetas acerca de andar en la gloriosa herencia de los hijos de Dios], y todas sus leyes [la Ley del Espíritu de Vida (Romanos 8:2) y la Ley de la Libertad (Santiago 1:25; 2:12)]; y descríbelo delante de sus ojos, para que guarden toda su forma [para que ellos puedan amoldarse según Jesús, el Cristo], y todas sus reglas [para que ellos puedan aprender Sus caminos] y las pongan por obra.
(Ezequiel 43:6-11).

El pueblo de Dios es culpable por edificar la casa del Señor a su propio modo. Ellos son culpables por predicar una «primera fiesta,» o evangelio del «atrio exterior» de la «creencia fácil,» que promete seguridad y confianza a cambio del conocimiento de los hechos históricos y de un conocimiento intelectual de la doctrina, en lugar de la predicación del arrepentimiento, por seguir nuestro propio camino, y la fe en Jesús, el Cristo como SEÑOR para cambiar, purificar y perfeccionar, y para consumarnos, con el fin de que podamos seguir verdaderamente SU camino.

El bautismo en el Espíritu Santo, o la «Fiesta de Pentecostés,» se predica entonces a aquellos que han eludido la cruz y todo lo que ella representa, dando como resultado el uso de los dones, de la unción, del poder, y de la revelación del Espíritu Santo, para la promoción de los reinos del hombre, en lugar del verdadero propósito para el cual fueron dados ellos, que es el de perfeccionarnos y librarnos de la esclavitud del yo y de la esclavitud de los sistemas del hombre, que han sido erigidos en nombre de Dios.

Continuando con esta clase de abominación en el Lugar Santo, muchos agregan a esto la predicación de una versión de la tercera fiesta (la Fiesta de los Tabernáculos) que también ha sido leudada por el hombre.  

En lugar de reconocer la necesidad de detenerse y de empezar otra vez, según la perfecta voluntad de Dios, ellos tratan de acomodar su versión de la tercera fiesta por encima de las pervertidas primera y segunda fiestas, dando como resultado dificultades indecibles.

Pero en medio de toda la confusión, generada por las diversas manifestaciones del yo en todas sus múltiples facetas, Dios todavía sigue obrando con constancia en el Tabernáculo de David (Amos 9:11; Hechos 15), perfeccionando y labrando cada piedra individual que pagará el precio de la sumisión a Sus tratos íntimos, oyendo y obedeciendo Su suave y tenue voz. La obediencia a esta voz resulta costosa. Ella hará que muchos sean «heridos en casa de sus amigos.» Eventualmente, hará que todos los que oyen y obedecen esta voz mueran a sí mismos, si es que no nos apartamos del fuego de Sus tratos.

5. Oíd palabra del SEÑOR, los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos, los que os aborrecen, y os niegan por causa de mi nombre, dijeron: Glorifíquese al SEÑOR. Más él se manifestará a vuestra alegría, y ellos serán confundidos.
6. Voz de alboroto se oye de la ciudad  [de la religión], voz del Templo [del juicio que empieza en la casa de Dios]; voz del SEÑOR que da el pago a sus enemigos.
7. Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores dio a luz hijo [un vencedor colectivo
8. ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio cosa tal? ¿Dará a luz la tierra en un día? ¿Nacerá toda una nación de una vez?   ¿Que Sion estuvo de parto, y dará a luz  juntamente sus hijos?
9 ¿Yo, que hago dar a luz, no estaré de parto? dijo el SEÑOR. ¿Yo, que hago engendrar, seré deteni­do? dice el Dios tuyo.
10.  Alegraos con Jerusalén [con la Jerusalén de arriba, que es la madre de todos], y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella.
11.  Para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones, para que ordeñéis, y os delei­téis con el resplandor de su gloria.
12.  Porque así dice el SEÑOR: He aquí que yo extiendo sobre ella paz, como un río; y la gloria de los gentiles como un arroyo que sale de madre; y mamaréis, y sobre el lado seréis traídos, y sobre las rodillas seréis regalados.
13.  Como el varón a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y sobre Jerusalén tomaréis consuelo.
14. Y veréis y se alegrará vuestro corazón; y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano del SEÑOR para con sus siervos será cono­cida, y se airará contra sus enemigos. (Isaías 66:5-14).

A MODO DE CONCLUSIÓN

Mayo de 1997
Amados míos:

En esta forma resumida, Más Allá del Pentecostés fue escrito el 5 de marzo de 1964, durante un período de gran intercesión que duró 13 horas, y lo que ahora están leyendo ustedes está repetido casi al pie de la letra. Su forma inicial fue la de una presentación objetiva y muy directa, dirigida a una organización particular y a su junta directiva. Durante nueve años, desde el 27 de junio de 1956, esta organización había empezado un recorrido descendente, pasando de ser un organismo viviente en las manos de Dios, a ser una simple organización que se valía de las herramientas del hombre para hacer funcionar una maquinaria hecha por el hombre.

Antes de que yo hubiera hecho mecanografiar este trabajo, el Señor me hizo saber que yo lo leería de cabo a rabo y que eliminaría el saludo y toda referencia personal o colectiva, cambiando la desti­nación a una organización determinada, por otra dirigida a todo el cuerpo de Cristo (que no es un conjunto tan compacto). El resultado es el librito que ustedes están leyendo ahora.

Además, el Señor lo aclaró para que yo le diera una forma muy directa, pero mucho más resumida a este tratado (que se convirtió en una carta de ocho páginas). Yo enviaría después tanto este tratado, que publicaría en un librito parecido a éste, junto con la carta de ocho páginas que, entre otras cosas, contendría brevemen­te las circunstancias que dieron origen a esta presentación.
Inme­diatamente, hice imprimir 500 libritos, de contenido casi idéntico a éste que ustedes acaban de leer, publicados bajo el título que me dio el Señor: Más Allá del Pentecostés; luego, envié los dos escritos a cada uno de los 72 directores de la mencionada organi­zación.

Once años antes, yo había sido uno de los veinte padres fundadores de esa misma organización. Durante todos esos años fui un director de esa organización cristiana internacional y, en la mayor parte de ese tiempo, también fui vicepresidente. Sólo mi carta reformada, conservaba los dos últimos párrafos de mi escrito del 5 de marzo que contenían mi renuncia como funcionario y director de ese cuerpo. Durante un año más, seguí siendo presidente del capítulo más grande en nuestra nación.

En tanto que el contenido y la directiva fueron bien aceptados, como palabra del Señor, por los círculos oficiales de esa organiza­ción, el paso del tiempo demostró pronto que la gran mayoría de ellos, mientras aceptaban en TEORÍA la directiva de este tratado -Más Allá del Pentecostés -, sólo una minoría estaba dispuesta a ponerla en PRACTICA de nuevo, como lo hizo a principios de los años 50.

Nueve meses después, me sentí desanimado por dos razones: (1) mis amigos más cercanos en esa organización y a quienes yo quería mucho, se mostraban renuentes a poner en PRACTICA estos princi­pios, ya practicados antes durante doce años, o se veían imposibi­litados para hacerlo así; y (2) el hecho de que el Señor no me hubiera dado una directiva confirmada sobre cuándo y cómo publicar la copia provisional del librito en edición definitiva, en forma de libro, tal como yo sentía que había sido instruido para hacerlo el 6 de marzo de 1964. Así, guardé durante un tiempo, (un tiempo breve según lo creía yo,) este manuscrito en un baúl de mi desván.

Poco tiempo después me encontré con que el Señor cambió la dirección del ministerio en que yo me había movido hasta enton­ces, tanto en contenido como en una dimensión espiritual más alta. En septiembre de 1966 encontré que el Señor me abría sobrenaturalmente la puerta para un amplio ministerio en Colom­bia, Sur América.
Durante los dos meses siguientes, el Señor me abrió las puertas en ese país, con el fin de que pudiera ministrar a algunos de los verdaderos intercesores de aquella nación. Igual­mente, se me abrieron de par en par las puertas de algunos de los más altos niveles de los líderes políticos de aquella nación.

De nuevo, en 1968, reconocí con mirada retrospectiva el extingui­do desaliento con el Señor, por haberme traído otra vez a experi­mentar dos años de andar en esa «Nueva Jerusalén, que es la madre de todos nosotros,» sólo para encontrar que el Señor me estaba dando, en grandes cantidades, la «palabra de conocimiento,» pero muy poco de la «palabra de sabiduría,» para saber qué hacer con el conocimiento.

Encontré una paz mediocre mientras seguía la nube de día, y el fuego de noche, en el desierto del hacer, en contraposición con el ser, durante once años más (desde 1968 hasta 1979). El 27 de octubre de 1979, el Espíritu del Señor vino a mí en forma similar a lo ocurrido el 5 de marzo de 1964 y, durante nueve semanas, hasta el 31 de diciembre, a duras penas salí de mi dormitorio. Durante este período escribí el libro Nadie se Atreve a Llamarlo Engaño, acompañado de mucho dolor, de problemas y de intercesión.

El 3 de enero de 1980, tres días después de esas nueve semanas de mezcla de pena y de gloria, me encontré, después de 13 años y, de nuevo, mediante la intervención Divina, en un avión con rumbo a Colombia, Sur América. Durante los primeros tres meses de 1980, el Señor abrió otra vez, sobrenaturalmente, muchas puertas grandes en ese país, tanto en la arena espiritual, como en la arena política.
Pero la mayor parte de mi tiempo lo pasé en la privacidad de un dispuesto y adecuado cubículo de oración (como en las ya mencionadas nueve semanas en mi casa), donde me encontré de nuevo escribiendo y en intercesión de noche y de día.

Cuando salí de Colombia, tenía en mis manos un nuevo manuscri­to, al que el Señor le había dado el título Los Maestros del Engaño. En tanto que el tema principal del anterior manuscrito, Nadie se Atreve a Llamarlo Engaño es, fundamentalmente, el producto de la mucha experiencia que este autor ha tenido y de la mucha búsqueda que ha llevado a cabo en lo referente al engaño religioso dentro de la Iglesia, Los Maestros del Engaño abarcan la otra cara de la misma moneda, que este escritor ha estudiado e investigado durante décadas, en lo referente al engaño político en el mundo entero.

En las Escrituras, tras años de estudio y de confianza en Dios para la «sabiduría» y el «entendimiento,» siento que hemos descubierto muchas directivas engañosas y conspiratorias, hacia las cuales se está deslizando rápidamente el mundo político y económico, en donde la iglesia (liberal, fundamentalista, evangé­lica, pentecostal y carismática) parece haber perdido casi comple­tamente su vista y su oído mientras que ellos conducen, locamente, para recibir a toda carrera casi todo lo que el espíritu del día del Anticristo y del Falso Profeta emplean en su actuación de «yo también,» dentro de la así llamada Iglesia.

Cuando finalicé mi período de escritura, a fines de marzo de 1980 en Colombia, el Señor me hizo saber que yo iba a volver a casa para rescatar de mi desván las 96 páginas del tratado que ustedes están leyendo ahora, porque el Señor iba a agrandarlo, por medio de mi pluma, en un volumen más grande (del tamaño de los dos volúmenes que yo acababa de escribir en los cinco meses anteriores).

La palabra adicional del Señor fue la de que preparara en seguida estos tres manuscritos para su publicación definitiva, cada uno bajo su título individual, pero que los tres iban a formar «parte de una serie» bajo el título general de Muestra la Casa a los de la Casa (Ezequiel 13:10-11).

En la actualidad, mayo de 1997, sólo Más Allá del Pentecostés (volumen 1 de nuestra serie) y Nadie se Atreve a Llamarlo Engaño (el volumen 2) han sido publicados en inglés. En español, se han publicado el primero y el segundo, así como un libro fenomenal de George Warnock, Gloria en Lugar de Cenizas. Desde 1993 hasta 1997, nuestros volúmenes han sido pedidos, verbalmente y por correo, desde todos los estados de nuestra nación, así como de 70 países diferentes.
Deseamos tener estos libros disponibles para los lectores de este librito, si ustedes así lo desean.

Todas las solicitudes pueden dirigirse al Apartado Aéreo 95.300, Santafé de Bogotá, Colombia, o al E-Mail rsm05001@inter.net.co.

Este autor cree firmemente en que la unción no se da para ganancia personal. En cualquier forma en que unge el Señor, incluso la de escribir, es para beneficio del Cuerpo de Cristo, no para lucro personal por encima de las necesidades normales de la vida.
Yo pido: «Señor, ayúdame a ser un vaso de honor cuando me convierto en el conducto y en el tesorero de una pequeña parte de Tu almacén.»

Confío en que la lectura de este librito que ustedes acaban de leer, y los que puedan recibir en el futuro, no sean solamente una bendición, sino por medio de ellos el Señor podrá iluminar aun más el «entendimiento» de ustedes.

De ustedes en El, Clayton Sonmore.

 Mas Allá del Pentecostes - Clayton Sonmore

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