Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


4 de noviembre de 2014

“ME VEREIS”


George Davis

Un tiempo atrás Michael Clark y yo fuimos a Casper, Wyoming, donde nos reunimos con algunas personas de las calles y pobres en una cafetería acordándonos del movimiento de la gente de Jesús de los años 70. La presencia del Señor fue poderosa en ese cuarto mientras ellos compartían sus historias de cómo Cristo los había liberado de una vida de drogas, prostitución, y muchos otros vicios. Entonces una joven llamada Rut (no es su nombre real) compartió con ojos lagrimosos como su marido había abusado de ella y la había abandonado. Pronto ella se encontró destituida y en las calles. Pero una querida mujer cristiana, Sara (no es u nombre verdadero) que estaba sentada justo al otro lado del cuarto, vio la situación de Rut y le abrió su casa y su corazón. ¡Por lo cual Rut estaba eternamente agradecida! Solo momentos después, Sara, que con tanta gracia había tomado a esta querida hermana de las calles y la había hecho parte de su familia, nos pidió que orásemos para que ella pudiera encontrar un ministerio que pudiera “hacer por el Señor”. Michael y yo nos quedamos sorprendidos. 

¡Lo que ella había hecho por esta sufrida y querida mujer era un puro e inmaculado ministerio al Señor y ella ni siquiera lo sabía! “Por cuanto lo habéis hecho a unos de estos pequeñitos, los habéis hecho al Señor” le dijimos. “¡Ministrar no puede ser más de que es esto!” Sara no se dio cuenta de que al ministrar a Rut en su desgracia, ella estaba ministrando al Señor. ¿No es asombroso como nosotros a menudo no reconocemos el único ministerio que Cristo reconoce como legítimo?

Cuando Jesús estaba por volver a su padre, dijo a los discípulos: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis…” (Jn. 14:18-19). ¿Dónde y cómo ellos verían a Jesús después que el hubiera retornado al padre? Tal y como Jesús lo había prometido, el Espíritu de verdad fue enviado después de su ascensión, el cual revela a Cristo en nuestros espíritus, tomando lo que le pertenece a El y revelándolo a nosotros.
¡Esto es glorioso más allá de las palabras! Pero hay otra forma en que Cristo puede ser visto por aquellos que tienen ojos espirituales para verlo. Los corazones de los discípulos estaban perturbados, porque Jesús hablaba más y más acerca de dejarlos y de venir de nuevo. Su último y continuo discurso con sus discípulos está registrado en Mateo capitulo 25. Allí Jesús les enseñó acerca de uno de los lugares menos visibles donde ellos le verían después de partida. Era como si él les estuviese diciendo “si ustedes me quieren ver, aquí es donde me van a ver”. ¿Dónde sería ese lugar?

Escuchemos mientras Jesús explica:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. (Mat. 25:31-46)

Jesús es visto en los más pequeños de estos. ¿Somos como los cristianos en la visión de Booth que trepan tan alto en la roca como podemos y clamándole “¡Ven a nosotros! Ven y ayúdanos”? ¿O escuchamos y respondemos a Su voz llamándonos desde abajo en el océano de la humanidad sufriente, “¡Ven a mi, ven y ayúdame!”

 La población olvidada - George Davis

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry