Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


5 de diciembre de 2014

EL LUGAR MAS BAJO, NUESTRO PRIMER ESTADO


Davis y Clark

Cualquiera que lea los evangelios notará que Jesús repetidamente advirtió, “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mat. 23:12, Luc. 18:14). En este ejemplo, encontramos aun otra parte de la verdad que revela la naturaleza y autoridad del reino que Cristo confirió a sus discípulos.

Jesús fue invitado a comer a la casa de unos de los Jefes de los Fariseos. El notó como los otros invitados elegían los lugares de honor cerca de la cabecera de la mesa, así que el les narró una parábola. “Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Luc. 14:8-11)

Jesús no solo estaba enseñando etiquetas de fiestas sociales. El estaba enseñando una regla de vida más segura e inalterable que la ley de los Medos y los Persas. Sin excepción, cualquiera, en cada ocasión que se exalte a si mismo, será, degradado sin remedio. Y cualquiera que se degrade a sí mismo, será, sin esfuerzo, exaltado. Este es un precepto universal e inmutable del reino de Dios.

Esto es el porqué Jesús no solamente rechazó el modelo de autoridad de los reyes de los gentiles, sino también el modelo natural de la familia (Lc. 22:24-27). Si, aun la autoridad natural paterna no puede ser usada para definir la autoridad del reino. Jesús dejó bien en claro que, en el reino de Dios, los mayores deben ser como los menores. Aun la autoridad familiar natural no corresponde a la autoridad del reino, porque en la familia natural el padre se sienta en la cabecera de la mesa siendo servido por los menores. Jesús preguntó a sus discípulos, “Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lc. 22:27). Recuerde el contexto aquí. Estamos en el aposento alto y Jesús está respondiendo a la pregunta de los discípulos sobre si cual seria tenido como el mas grande (Luc. 22:24). Jesús desinflo sus egos bajándolos de los palacios de reyes, llevándolos a las salas de la casa, y a través de la puerta de la cocina donde se encuentra la servidumbre.

Sin importar la madurez espiritual, nuestro lugar no es en la mesa y ciertamente menos aun en la cabecera de la mesa, como los Fariseos que aman los primeros lugares. Nuestro lugar, de acuerdo a Jesús, es sobre nuestras rodillas lavando los pies a otros. Ese día en el aposento alto, Jesús puso tanto énfasis al acto de lavar los pies como lo hizo al acto del pan y el vino. Es interesante que la Iglesia guarda lo uno como un sumo sacramento, y elige ignorar totalmente lo otro.

¿Pero acaso Juan no enseñó que los miembros del cuerpo de Cristo están compuestos de padres, jóvenes, e hijitos? ¿No apunta  esto a una jerarquía de clases? No, esto no fue para lo que fue puesto así en su carta. 1 Juan 2:12-14 habla de niveles de madurez espiritual; niños, jóvenes, y padres espirituales. El énfasis es en el crecimiento, no en la posición ni estatus. Se mencionan estados de madurez espiritual a través de todas las cartas de los apóstoles, pero esto no implica que algunos se hayan ganado el derecho de mandar sobre otros.

Si bien Cristo a menudo advertía que cualquiera que se exalte a si mismo, seria humillado, y cualquiera que se humille, sería exaltado, esto no era un nuevo precepto. En Proverbios 16:18-19 encontramos palabras similares. “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”. Aun mucho antes que esto, esta ley estuvo en efecto antes de la creación, antes de la caída del hombre.
Fue el estándar por el cual Dios juzgó a los ángeles que se rebelaron. Virtualmente cada cristiano está de acuerdo con esto. El orgullo viene antes de la caída. La mentira radica en la contemporánea definición simplista de los cristianos de orgullo como no sumisión a la autoridad.

¿Entonces qué es el orgullo si no es rechazar el someterse a la autoridad? En 1 Pedro 5:5 leemos estas palabras:

Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. (1 Ped. 5:5)

El contexto de este pasaje debe ser entendido antes de que podamos apreciar completamente su significado. Durante el tiempo que Pedro escribió su primera epístola, la Iglesia no era una institución definida por sacerdotes/clérigos, laicos, santuarios, cultos, oraciones de apertura, ceremonias, servicios de adoración, sermones, y bendiciones finales. Estas cosas fueron inventos de emperadores, pontífices y otros hombres ambiciosos y fueron añadidas mucho después. Pedro escribió a una familia; la familia de Dios. Esta familia se reunía en las casas. De casa en casa, ellos partían el pan entre ellos, viviendo en comunidad, teniendo todas las cosas en común. Por esta razón las palabras de Pedro deben tomarse en un contexto de familia y de comunidad. Cuando el habla de ancianos se está refiriendo a los mayores como diferenciando a los jóvenes en un ambiente de familia y comunidad, no a hombres que tienen el título de “anciano” dado por un sistema jerárquico. Todo esto estaba en consideración cuando Pedro escribió “…jóvenes, estad sujetos a los ancianos”.

Vea usted que para Pedro la iglesia no era un edificio con una torre en una esquina en algún lugar en Jerusalén. Era una sociedad celestial de personas colocadas divinamente en el cuerpo de Cristo como a El le plació, no una institución eclesial. Cuando Pedro habló de ancianos, el habló de los ancianos en cada aspecto de esa sociedad en cálidos términos familiares.

Así que cuando Pedro exhortó a los jóvenes a someterse a los más ancianos no estaba pidiendo a los creyentes a someterse a un rango jerárquico. Alentarlos a que así lo hagan hubiera sido una violación a las enseñanzas y ejemplos de Cristo. Tampoco Pedro está acusando a aquellos que se rehúsan someterse a los mandos eclesiásticos de ser rebeldes u orgullosos. Orgullo no es el acto de no someterse a la jerarquía sino el acto de ignorar el humilde ejemplo de Cristo de ser el siervo de todos y de exaltarse usted mismo sobre otros. Por eso Pedro agrega, “…y todos, sumisos unos a otros”. Orgullo es el acto de colocarse usted mismo por encima de otros, no el rehusar someterse a aquellos que ya se colocaron por encima de otros. Dios resiste a los soberbios y nosotros también debemos hacerlo. Humildad es aceptar la humildad de Cristo con un corazón de amor por todos, “…el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo”.

La expresión “humillaos” de este pasaje de 1 Ped. 5:6 es más bien una traducción vaga. La traducción de la Biblia King James (en ingles) “revestíos de humildad” es de alguna forma más precisa, pero todavía falla en comunicar del todo lo profundo de este significado. La palabra griega usada para “tomando forma” es egkombomai. Viene del griego kombos, una vestimenta ajustada con cuerdas. La palabra engkomboma se refiere al delantal del esclavo, comúnmente usado por los esclavos en una casa. Pedro sin lugar a dudas estaba pensado en aquellos días, en el aposento alto, cuando Jesús tomó la toalla (delantal), se lo puso y lavó los pies de Pedro. Pedro no entendió lo que Jesús estaba haciéndole en ese momento, pero es obvio en este versículo que él finalmente entendió de qué se trataba el reino de Dios (Jn. 13:3-7).

En comentario de 1 Pedro 5:5, Kennet S. Wuest escribió: “La palabra orgullo es la traducción de una palabra griega que significa literalmente ‘mostrarse por encima’, y así describe a la persona orgullosa como una que se muestra por encima de otras. La palabra humildad es la traducción de la palabra griega que significa ‘debajo’ en Mat. 11:29, donde se describe el carácter de nuestro Señor. La palabra se encuentra en los primeros documentos seculares donde habla del río Nilo en su estado más bajo en las palabras ‘está corriendo bajo’. La palabra significa ‘no está muy encima del fondo’. Describe al cristiano que sigue en humildad los modestos pasos de su Señor.”

En su “Traducción Fuller”, Wuest traduce 1 Pedro 5:4 como sigue:

“Además, todos ustedes, átense a ustedes como un cinto, humildad los unos con los otros, porque Dios se opone a aquellos que se colocan por encima de otros, pero da gracia a aquellos que son humildes.”

Debemos tener nuestra mente renovada para ver el orgullo desde la perspectiva de Dios. Usted no es necesariamente orgulloso cuando, por asuntos de conciencia, no se somete a las demandas de señoríos de Pontífices. Si el no someterse a las jerarquías establecidas fuese pecado, todos los reformadores serían culpables de un gran orgullo. Aun Jesús, quien abiertamente y en público criticó a los Escribas y Fariseos (los llamó “víboras”, “sepulcros blanqueados”, y “sois de vuestro padre el diablo”) hubiese sido culpable de orgullo y rebelión si fuese por esta definición. Dios no resiste a aquellos que rehúsan  venir bajo el dominio de líderes que se enseñorean y reclaman tener el derecho divino de mandar. Dios resiste a aquellos que se ponen a sí mismos por encima de otros de la misma manera que Jesús resistió a los escribas y fariseos quienes habían cerrado el reino del cielo a los hombres.

No estamos sugiriendo que debemos ir por ahí llamando a la gente víboras, y sepulcros blanqueados. Cuando Jesús abiertamente resistió a los fariseos, estaba asumiendo la postura de Dios hacia aquellos que se colocaban por encima de otros. Su visión del orgullo es diferente de la de los hombres religiosos. Orgullo es el acto de posicionarse sobre otros, a menudo con títulos de distinción, y rehusando seguir en los humildes y modestos pasos de nuestro Señor. Dios se levanta con atuendos de batalla para oponerse contra aquellos que se colocan a sí mismos sobre los miembros del cuerpo de Cristo.

 Yo Pues os Asigno un Reino - Davis y Clark

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry