Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


28 de julio de 2018

LA ANTIGUA CREACION... LUGAR DE NUEVA SIEMBRA


George Warnock

Hemos enfatizado que Dios debe revelarse a Sí mismo a Su creación completamente, por causa de quién es Él. Fue con un propósito y un designio específico que Dios no aniquilara la vieja creación y comenzara a crear la nueva. Necesitaba ambas creaciones...la que cayó en futilidad, y la que Él levantaría a la vida y a la gloria. La vieja creación se convertiría en la tierra fértil donde Él dejaría caer la semilla que produciría la nueva. Lo viejo había de convertirse en el vientre, del que nacería una Nueva Creación. Y la vieja creación incluso ahora se encuentra atada a la corrupción y a la descomposición, con dolores de parto, clamando por la liberación que vendrá con “la manifestación de los hijos de Dios.” (Lee Romanos 8:19-21).

Podemos estar inclinados a mirar al fluir del amor de Dios en la Redención meramente como el remedio divino a la Caída. Cierto, es todo eso, y debemos alabarle por siempre por Su gloriosa Redención. Pero es mucho más que un remedio. Puesto que el plan de Redención precedía a la creación del hombre, y a la caída del hombre. Dios tenía un “propósito eterno” en cuanto a Sus escogidos, incluso “antes de la fundación del mundo” (Rom. 16:25; Efesios 1:4). Y en el Libro del Apocalipsis vemos al “Cordero que fue inmolado desde la fundación del Mundo.” (Apocalipsis 13:8). Dios vio apropiado usar la vieja creación y al hombre caído en particular, como el vaso por medio del cual Él revelaría la plenitud y la conclusión de Su gloria. ¿Cómo conoceremos la plenitud de la luz, si no hemos conocido la oscuridad? ¿Cómo conoceremos la plenitud de la paciencia y longanimidad de Dios a menos que Él se limite a Sí mismo, soportando dolorosamente todo el tiempo que dure el reinado del mal? ¿Cómo conoceremos las profundidades infinitas de Su amor, a no ser por la revelación de la Cruz, donde Dios colmó de Su misericordia y de Su compasión a rebeldes como tú y yo? Dios necesitaba Su plan infinito de Redención para una completa manifestación de Sus inescrutables atributos.

Sin embargo, lo mejor es no tratar de figurarnos estas cosas desde nuestra mente natural. Por la fe entendemos los misterios de Dios... no porque Él dé la sabiduría para razonarlo todo, sino porque sabemos que hay un reposo en Dios cuando creemos lo que Él hablado. Y así, el apóstol nos dice, “Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la palabra de Dios...” (Heb. 11:3). Sigue diciéndonos que las cosas que vemos fueron hechas del ámbito de lo invisible, y lo deja ahí. Con esta clase de “entendimiento por la fe”, si podemos llamarlo así, “entendemos” lo que nuestros más grandes científicos no pueden entender. Están gastando miles de millones de dólares con la esperanza de hacer este descubrimiento: ¿Cómo se formó este universo? Sabemos cómo. Porque Dios nos ha dado una facultad que está muchos allá de la que poseen cualquiera de los intelectuales de la tierra—la facultad de la fe. Donde nuestras mentes no pueden llegar, paramos ahí mismo—y la fe se convierte en la razón por la que entendemos. “Y dijo Dios: Sea la luz. Y hubo luz” (Gén. 1:3). Bienaventurados somos si podemos aprender a parar justo aquí, especialmente cuando nos damos cuenta de que estamos tratando con cosas eternas—y encontramos reposo verdadero y gozo en creer lo que Dios ha hablado.

Sabemos que Dios permitió a la vieja creación hundirse en futilidad, con la expectativa de la redención (lee Rom. 8:19-21). Él hace que la luz brille de la oscuridad. De las profundidades del pecado y de la depravación, la justicia y la santidad de Dios brillaron en asombrosa gracia. En un mundo de odio y rebelión contra Dios, Él muestra misericordia, compasión y amor más allá de los confines del pecado y de la oscuridad. En la larguísima rebelión duradera y persistente del hombre contra su Creador, Dios está mostrando las profundidades de Su paciencia y longanimidad de una forma que nunca habría podido demostrar antes de la caída del hombre (Rom. 9:22,23).

Pero seamos cautelosos, no sea que reconociendo estos principios, caigamos en la trampa de llamar malo a lo bueno y bueno a lo malo. No sea que digamos que Dios no puede juzgar el mal, porque es Su designio que el hombre cayera para que Él pudiera redimirlo. Y no sea que digamos que Dios hizo a Satanás tal y como él es ahora mismo, para poder mostrar su propia gloria. Tales suposiciones no sólo son vanas, sino que calumnian a Dios; y el apóstol nos dice que los que dicen tales cosas caen bajo los justos juicios de Dios. (Lee Romanos 3:5-8). (Nota: Hemos dicho más sobre el Origen del Mal en el estudio, ¿Quién Eres Tú?).

El huerto de Dios - George Warnock

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry