Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


11 de agosto de 2018

LA PARABOLA DEL SIERVO


Virgilio Zaballos

Jesús enseña esta parábola para mostrarnos el cometido de la fe; y también como respuesta a la pregunta de los apóstoles: “Auméntanos la fe”. Examinemos brevemente la parábola.
“Teniendo un siervo” (17:7-8). La fe es presentada como un siervo que trabaja para nosotros como resultado de tener fe y hablar en fe; osea, dar órdenes: “Ara. . . apacienta el ganado... prepara la cena... sírveme hasta que...” Usamos la fe como un siervo que trabaja para nosotros obteniendo lo que ordenamos. En este caso se trata de trabajo y comida.  “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá” (Mr. 11:24). Esta es la oración de autoridad. ¡Ojo! No le pedimos a la fe, sino que hablamos en fe. No es darle órdenes a Dios, sino a las circunstancias o montañas que queremos mover. Por ejemplo: “Si tuvierais fe como un grano de mostaza podríais decir a este sicómoro: Desarráigate...” (Lc.17:6). “Cualquiera que dijere a este monte: Quítate...” (Mr. 11:2.3).

“Acaso da gracias al siervo” (Lc.17:9-10). Nuestra gratitud no es para la fe misma, Sino para el Señor que nos da la fe que usamos. No se trata de glorificar la fe, sino de glorificar a Dios. Tampoco de adorar al siervo (la fe), sino al Dador de la fe. La fe actúa por una orden emitida desde el corazón y una vez realizada su acción termina su cometido. Esta es la fe para obtener cosas. Por eso no puede ocupar el lugar de Dios, sino de siervo.

 La fe no es Dios, aunque procede de Él. De igual manera, ser un creyente que vive por fe no es nada excepcional, sino lo normal en el Reino de Dios. Vivir en fe y actuar en fe es sencillamente lo básico en el hijo de Dios. No tiene nada de extraordinario. “Pues lo que debíamos hacer hicimos” (Lc.17:10). “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Ro.1:17). (Porque por fe andamos, no por vista)” (2Co.5:7). Vivir una vida de fe es vivir una vida equilibrada según la voluntad de Dios.

El Milagro de una Vida Equilibrada - Virgilio Zaballos, 

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry