Martin Stendal
“Bienaventurados los que lloran (enlutados),
porque ellos recibirán consolación.”
Cuando aceptamos sinceramente nuestro error y nuestras fallas, y la plena comprensión de cuán malamente nos la hemos arreglado para revolver las cosas y echarlas a pique, nuestra reacción natural es la de lamentarnos.
La sinceridad y el arrepentimiento pueden revelar hasta dónde estábamos haciendo sufrir a los demás, y hasta dónde los demás nos estaban haciendo sufrir, en un interminable círculo vicioso.
Cuando el Espíritu Santo de Dios (El Consolador) empieza por hacer resplandecer el haz de luz de Su verdad y a iluminar con el convencimiento los resultados de nuestras acciones y reacciones egoístas, esto puede ser una experiencia muy aterradora hasta que entendamos que la consolación que el Espíritu de Dios nos brinda es nada menos que acabar con el viejo “yo” con sus malos deseos y apetitos para que nazcamos de nuevo por el Espíritu en Cristo, al hombre nuevo.
Rescate su Familia – Martin Stendal
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