Davis y Clark
Dar el diez por ciento de sus ingresos netos es parte de ese espíritu de opresión que demandan los líderes de sus seguidores. No hay ningún lugar en la Biblia en el que se exija al pueblo de Dios que dé para que un puñado de líderes religiosos puedan vivir como reyes. Lo que si encontramos en el Antiguo Testamento es un llamado al pueblo de Dios a traer un décimo del incremento de sus cosechas y rebaños al tabernáculo del Señor para celebrar ese incremento y festejar delante del Señor. Pero en ningún lugar se les exigía que dieran un diez por ciento de sus ingresos netos o de sus aumentos a los sacerdotes.
En el Nuevo Testamento es incluso más perceptible que las cosas que daban los fieles procedían de la abundancia extra y el propósito de darlas era satisfacer las necesidades de los que no tenían. Su obra de amor era tan grande que esas cosas eran distribuidas a todos los que tenían necesidad, de manera que nadie tenía falta de nada. Hoy, al ver los enormes edificios, las decoraciones llamativas, y los enormes salarios que cobran los pocos que están en control de las iglesias, es demasiado obvio que esta misma clase de benevolencia hacia el más pequeño del reino, es algo del pasado. Por todas partes vemos el fruto del opresor y del que amasa oro, y una vez más se cumple la profecía de los últimos tiempos. Pablo vio el Antiguo Testamento como una parábola que nos instruye como deberíamos vivir y como no deberíamos vivir, como santos de Dios.
Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron” (1ª Cor. 10:1-6)
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