Charles E. Newbold Jr.
Dios sabía que la única forma de
asegurar que los Israelitas permanecieran fieles a El, era prohibirles
mezclarse con los paganos de la tierra. El hizo un pacto con ellos mientras
estaban en el desierto. El les dijo que haría maravillas entre ellos expulsando
al amorreo, al Cananeo, al Heteo, al ferezeo, al Heveo, al Jebuseo de delante
de ellos cuando entraran en Canaán.
No obstante, Dios les advirtió que
tuvieran cuidado de no hacer un pacto con los habitantes de la tierra hacia la
que se dirigían. Dejar de destruir los altares idolátricos de los paganos,
romper sus imágenes, y destruir sus lugares de adoración de ídolos, sería una
trampa en medio de ellos. Los Israelitas “tomarían a sus hijas para sus hijos,
y sus hijas fornicarían en pos de sus dioses, y harían a sus hijos fornicar
tras sus dioses”: Éxodo 34:10-17.
La adoración de otros dioses es idolatría,
y la idolatría es cometer fornicación, en lo que respecta a Dios. Dios también lo llama fornicación y
adulterio. La versión King James de la Biblia en inglés lo traduce
“fornicación”. Este lenguaje radical describe el corazón de Dios en el asunto de
la idolatría. Debería hacernos caer sobre nuestros rostros, arrepentirnos
rápidamente de nuestras idolatrías, y volvernos a Él con un corazón puro no
adúltero.
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