Virgilio Zaballos
Jesús necesitó una harca
para predicar y enseñar a las multitudes que se habían agolpado para
escucharle. Cerca de allí había una que era de Pedro y se la pidió prestada. La
noche anterior, Pedro y sus compañeros, habían estado pescando sin éxito.
Después de predicar el evangelio, el Señor le dijo al discípulo: "Boga
mar adentro, y echad vuestras redes para pescar”. En ese momento Pedro
había olvidado su fracaso anterior y abandonando su razonamiento lógico de
experto pescador, para aferrarse a las palabras de Jesús. “Maestro toda la noche
hemos estado y nada hemos
pescado: mas en tu palabra echaré
la red'.
A continuación le pone acción a la palabra que había recibido y
creído. "Y habiéndolo hecho, encerraron
gran cantidad de peces, y su red se rompía... y llenaron ambas barcas, de tal manera que
se hundían ¡Qué gran éxito laboral! Sin embargo, este éxito empresarial de
Pedro no le hizo envanecerse, sino que le trajo convicción de pecado y
dependencia de Jesús; no sólo a él, también a todos los que le acompañaban. “Viendo
esto Simón Pedro. Cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mi,
Señor, porque soy hombre pecador. Porque
por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él y de todos los
que estaban con él... Jacobo y Juan”.
El
Señor le dio a Pedro esta victoria laboral después de poner su barca
(empresa) en las manos de Jesús. Pero le tenía reservado un éxito mayor,
el llamamiento ministerial. “Desde hoy serás pescador de
hombres”
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