24 de julio de 2018

HIPER-ACELERACION


Charles E. Newbold Jr

Las personas egoístas que gobiernan las iglesias a menudo aceleran las cosas para rodearse a sí mismos de una buena apariencia. La hiper-aceleración en este contexto consiste en intentar hacer que el Espíritu Santo “suceda” en la fuerza del yo. Lo que hacen los líderes para pretender la presencia de Dios es precisamente esa aceleración. Estos líderes tienen que hacer que sus reuniones ofrezcan la apariencia de que Dios se está moviendo en medio de ellas, tanto si lo está en realidad, como si no. Obviamente no lo está, por lo que sustituyen al Espíritu por una especie de hiper-aceleración. Intentan que sucedan cosas que no están sucediendo realmente, o intentan aparentar que están sucediendo cosas que en realidad no están sucediendo.

Esa hiper-aceleración es la práctica de la brujería. La vemos y la escuchamos en muchas reuniones de iglesias “carismáticas”, conferencias y convenciones en las que el líder de la alabanza y de la adoración prolonga la música que da energía durante una hora o más, pretendiendo que el Espíritu Santo está presente o deseando invocar Su presencia. Cuando el Espíritu Santo escoge no manifestarse a Sí mismo, la congregación puede ser intimidada por no cantar suficientemente fuerte, por no hacer palmas suficiente tiempo, por no orar suficiente, o por no danzar en el Espíritu con suficiente desenfreno. “Unid vuestras manos y dad al Señor una ofrenda de palmas.” “¡Que alguien me dé un amén!” Nos manipulan para hacer y decir cosas que no queremos hacer ni decir—cosas que no están en nuestro corazón el hacerlas o el decirlas. De cualquier forma lo falsificamos porque no queremos destacar en medio de la muchedumbre, o que piensen que somos rebeldes, ni tampoco ser acusados de apagar el Espíritu. Cuando falsificamos algo, nos convertimos en un fraude—fariseos.

Los que practican esta clase de hiper-aceleración, como la que a menudo vemos en la así llamada “televisión cristiana”, miden falsamente la presencia del Espíritu Santo por el volumen de la música, el fervor emocional de la audiencia, el elegante juego de piernas del predicador, la espontánea profusión religiosa de amenes de la muchedumbre, el número de personas que yacen caídas en el Espíritu—“pasando el rato en la alfombra”, tal y como ellos lo denominan. Algunos ministerios miran a estas cosas para validarse a sí mismos.

El sistema de la iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr

No hay comentarios.:

Publicar un comentario