6 de julio de 2018

DE SAULO A PABLO


Michael Clark, George Davis

En la cultura hebrea el cambio de nombre representaba un cambio de carácter y estado. Los nombres también eran proféticos, presagiando su destino. Vemos este cambiar de nombres por la mano de Dios a través de todas las escrituras.
En los primeros capítulos de Hechos se nos introduce a Saulo de Tarso, un ambicioso joven Fariseo quien guardaba las ropas de aquellos que apedreaban a Esteban, y Saulo consentía en su muerte. El nombre Saulo significa deseo. Sabemos que el rey Saúl del Antiguo Testamento fue deseado y elegido por el pueblo porque reunía los requisitos externos de grandeza. Este estándar no era el estándar de liderazgo de Dios, sino pagano de punta a punta. Saúl era hijo de Cis, quien descendía de Abiel, el hijo de un Benjamita, un hombre valeroso.
Este hijo de Cis era “joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso (towb) de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.” (1 Sam. 9:2)

¿En qué era Saúl más hermoso? El era towb [02896], “bueno, placentero, agradable a los sentidos”. El apelaba al alma natural del hombre caído. Cuando Eva miró al árbol de conocimiento del bien y del mal, ella “vio que el árbol era bueno (Hebreo towb) para comer”. En estatura física Saúl era más alto que cualquiera en Israel y bien parecido. Era impresionante en apariencia personal. Desde una perspectiva puramente humana Saúl era el hombre perfecto, dotado de gran potencial y carisma para el liderazgo. No olvidemos que Israel había pedido un rey como lo tenían todas las naciones (1 Sam. 8:5). Esto es exactamente lo que Saúl representaba para ellos. El llenaba perfectamente las ambiciones de sus corazones.

Apóstoles Verdaderos o Falsos - Michael Clark, George Davis


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