George Warnock
El
principio es: “Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo
espiritual.”(1ª Cor. 15:46). No es menos real cuando se vuelve espiritual—es
más real.
Cuando
el Israelita natural viene a Cristo, no es menos Israelita. Más bien, por
primera vez se convierte en un verdadero israelita: “No que la palabra de Dios
haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni
por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será
llamada descendencia.” (Rom. 9:6,7). Y Pablo nos dice lo que Dios quiso decir
con esto: “No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que
los que son hijos según la promesa son contados como descendientes” (v.8).
¡Ciertamente la “Jerusalén Celestial” es mucho más real, mucho más gloriosa,
más hermosa, más duradera que esa pequeña colina en la vieja Jerusalén! (lee
Heb. 12:22).
Era
el deseo de Dios desde el principio producir un pueblo espiritual a partir del
natural. Cierto, Él ordenó sacrificios y ofrenda, circuncisión, altares y
templos—durante un tiempo. Pero Él siempre deseó “los sacrificios del corazón
contrito” (Salmos 51:17). Siempre deseó al de “espíritu contrito y pobre” como
morada, y no “una casa” edificada por los hombres y hecha de madera y de piedra
(Isaías 66:1,2). El propósito de Dios desde el principio fue que Él
“circuncidara tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová
tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas” (Deum.
30:6).
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