Charles E. Newbold Jr.
Cuando la novia
se prostituye, se convierte en una junto con la ramera, y distinguir a la novia
de sus prostituciones se hace difícil. Si te prostituyes, te conviertes en
ramera. El apóstol Pablo escribió: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son
miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros
de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera,
es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne Pero el que se
une al Señor, un espíritu es con Él. “ 1ª Cor. 6:15-17.
Pablo estaba
escribiendo a los creyentes corintios, que eran, junto con todos los santos en
todos los lugares y en todos los tiempos, la novia de Cristo. Una novia es
femenina en género. Una ramera es femenina en género. No pretendo ningún
menosprecio hacia alguien que esté sexualmente roto, pero cuando la novia de
Cristo se une a la prostitución del Yo, opera en el espíritu perverso del
lesbianismo espiritual y en la práctica del sexo con el yo. Nos llenamos de
“ambición con nosotros mismos” más que con nuestra relación sacrificial con
nuestro novio, el Señor Jesucristo. Él está celoso de eso.
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