29 de agosto de 2013

UNA VUELTA A LA TEOCRACIA, EL GOBIERNO DIRECTO DE DIOS


Douglas Weaver
La declaración del tentador, “seréis como Dios…” revela el verdadero problema. Tratar de ser auto-gobernados como Dios, es en sí mismo rechazar el reino de Dios y no lleva a otra cosa que a la corrupción. Cuando los hombres caídos se unen, multiplican su rebelión y el poder de su alma, lo que lleva a una decadencia aún mayor. Cuando el hombre consolida su poder carnal, su gobierno se inclina hacia la degeneración y la esclavitud y se halla en enemistad con el gobierno de Dios.

El gobierno del hombre y el gobierno de Dios se oponen uno al otro (lee Salmos 2:2-3). En la ciudad del hombre, cada nueva ley constituye un aumento del control del hombre y de la tiranía, suplantando la soberanía de Dios. Puede que los hombres no se lancen a esto intencionadamente, pero esa es la naturaleza de su gobierno, que se originó en el camino de Caín. Para que el reino de Dios avance completamente, Dios tiene que llamar primero a un remanente para atraerlo hacia sí—un pueblo gobernado por Su Espíritu (Romanos 8:14 y 19) y llamados según Su nombre—un pueblo de otro camino.

Desafortunadamente este remanente solo quiere avanzar un tanto, para después edificar una torre. Este es el caso de Israel. En Hechos 7, Esteban reprende a los líderes judíos por esta misma cosa.

El Nuevo Exodo - Douglas Weaver

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