Davis y Clark
Los fariseos querían ser
vistos de los hombres. Ellos alargaban sus filacterias (cajitas de oraciones
con versículos de la escritura adentro que eran llevadas en sus frentes y brazo
izquierdo) como una muestra de piedad. Ellos también extendían los flecos de
los bordes de sus mantos, de modo a atraer la atención de los hombres. Amaban
el sentarse en la mesa principal en las fiestas y en lo lugares principales en
las sinagogas. Ellos hacían tocar una trompeta en plazas para llamar la
atención de todos cuando ellos iban a dar una limosna a algún mendigo.
Amaban las salutaciones
que recibían en las calles, “Rabí, Rabí, Padre, Maestro”. Rabí era un titulo de
dignidad no como muchos usan en el Cristianismo en estos días. Era uno de los
títulos usados por los judíos para crear una jerarquía escolástica y colocar a
sus maestros como distintos y superiores, nacido de la creencia de que esa
posición conllevaba atribuciones especiales de poder y lugar. Sus actitudes de
superioridad, acentuada por sus brillantes mantos y títulos honoríficos, los
distinguían como el magnífico plumaje azul/verde y la larga cola de plumas del
importante pavo real. Y a esta arrogante muestra de piedad nuestro Señor dio
una advertencia:
“Porque atan cargas
pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres;
pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para
ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los
flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras
sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres
los llamen: Rabí, Rabí. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno
es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis
padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en
los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el
Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. (Mat. 23:4-12)
Yo Pues os Asigno un Reino - Davis y Clark
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