Charles E. Newbold Jr
Los que gobiernan las iglesias son típicamente
legalistas.
Técnicamente, el legalismo es la excesiva
conformidad estricta, literal a la ley a un sistema religioso. Bob Hughey dice,
“El legalismo es el sistema por medio del cual hacemos cosas para tratar de
llegar a Dios.” “Es poner la confianza en
la carne, en un intento de encontrar aceptación por parte de Dios.”
Pablo escribió a los creyentes de Filipo en
referencia a esto y les dijo que se guardaran de los de la circuncisión
(también llamados judaizantes), que enseñaban que “a menos que os circundéis
conforme a la ley de Moisés, no podéis ser salvos.” Hechos 15:1. Hicieron de la
circuncisión una pre-condición para ser cristiano. Pablo clarificó el tema con
los Gálatas diciéndoles, “Nosotros somos
la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios, y nos gloriamos en Cristo
Jesús, no teniendo confianza en la carne.” Fil. 3:2-3. El grupo de la
circuncisión ponía su confianza en la carne para encontrar aceptación de parte
de Dios.
Podemos estar agradecidos por esta controversia
que Pablo tuvo con los Judaizantes porque eso le inspiró a marcar una línea muy
clara entre la gracia y el legalismo. Sin embargo, desafortunadamente, los que
confían en la carne son todavía muchos entre nosotros. Casi siempre gobiernan
las iglesias. Por tanto, esta línea
divisoria entre la gracia y el legalismo tiene que seguir siendo trazada.
De todos los engaños perpetuados en el sistema
de la iglesia, el legalismo es el más
alarmante porque parece tan correcto, y sin embargo es tan erróneo. Las obras
de la ley, o en términos más actuales, las leyes de la iglesia y de la obra de iglesia—se
presentan como “el camino” a la salvación por encima de la obra de la gracia de
Dios por medio de Jesucristo. Estas obras se convierten en sustitutos de Jesús.
El sistema de la iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr
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