Virgilio Zaballos
“Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no
vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera
que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que
hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Mirad por vosotros mismos.
Si tu hermano pecare contra ti, repréndele;
y si se arrepintiere, perdónale.
Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a
ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale”
(Lc.17:l-4).
Un corazón que perdona es un corazón que recibe
perdón. El que ha sido perdonado y es consciente de ello sabe perdonar de igual
forma. La oración maestra de Jesús nos enseña a orar “Perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario