Virgilio Zaballos
LA HIPOCRESÍA
(Lc. 12:1-3) “En esto, juntándose por millares la multitud, tanto
que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos,
primeramente: Guardaos de la levadura
de los fariseos, que es la hipocresía. Porque nada hay
encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.
Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo
que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas”.
¿Que es la
hipocresía? Es representar un papel que no se corresponde con la verdad de lo
que somos. Es apariencia exterior que trata de esconder la triste realidad
interior. Es vivir enmascarado, en carnaval. Es un fraude. Un engaño a nosotros
mismos y a los demás. Por lo tanto, la hipocresía es un desequilibrio entre el
interior y el exterior; entre la realidad y la fantasía o ficción. Jesús advierte a sus discípulos de este
peligro, "guardaos de la levadura de los fariseos que es la hipocresía.
Este germen actúa como levadura que leuda la masa. Se extiende y afecta a
otros.
El mismo apóstol
Pedro fue vencido por este poder diabólico y arrastró a otros judíos, incluso a
Bernabé. "Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal
manera que aún Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos” (Gá.2: 11-14). El apóstol Pablo tuvo la
valentía de enfrentarse a esta actitud impía y desenmascararla
contundentemente. ¡Tomemos buena nota de lo fácil que puede llegar a ser
deslizarse en esta trampa!. La hipocresía actúa en todas las esferas de la
sociedad, pero hay un campo donde se manifiesta con mayor asiduidad, es en el
terreno religioso; por ello será mas fácil encontrarla activada en las
“iglesias” y es allí donde debe ser mas combatida.
La hipocresía no
reconoce la Omnipresencia de Dios (Lc. 12:2). Si vivimos la fe en un Dios que
está en todas partes y conoce cada palabra de nuestra boca no caeremos en la
hipocresía (Sal. 1.39:1-4). “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has
conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis
pensamientos. has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son
conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú
la sabes toda”
Nuestro Maestro
venció a este enemigo y hasta los propios adversarios lo reconocían (Mt
.22:16). “Y le enviaron los discípulos de ellos con los
herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que
enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no
miras la apariencia de los hombres”.