George H. Warnock
El primer hombre Adán fue puesto en un jardín. Todo lo que había en ese jardín procedía de la Palabra, el Logos. Todo era “muy bueno”, y Adán tenía que cuidarlo y mantenerlo. (Gén.2:15). De forma que en la Nueva Creación, Dios planta a Su pueblo en un Huerto.
El Río de Vida fluye en medio de él, desde el Trono de Dios. Junto a la orilla del río crece el Arbol de la Vida, que da toda clase de fruto, “dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones.” (Apocalipsis 22:2).
Es un reino celestial el que miramos... pero es un reino celestial aquí en la tierra. ¿No vamos a vivir en el Cielo? ¡Por supuesto! Pero los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra están muy juntos... y la luz de la gloria del Cielo radiará por toda la tierra.
Tendremos acceso libre a ambos reinos. Puede que podamos distinguir escasamente uno del otro... estando uno tan inmerso en el otro. Y experimentaremos “días del cielo sobre la tierra” mucho más allá de lo que Moisés contempló cuando habló de la tierra de Canaán (Deut. 11:21). “No habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor.” (Apocalipsis 21:4).
Es porque hay un Árbol de Vida en el Huerto... y los hombres ya no tendrán prohibido comer de su fruto. No habrá más tristeza, ni llanto ni dolor... porque las hojas del Árbol son para “sanidad de las naciones”. En el principio, el primer hombre escogió comer del “árbol de conocimiento del bien y del mal”... y se le prohibió comer del Árbol de la Vida. Ahora el hombre come del Árbol de la Vida, para tener salud y vida. Y aunque sólo vemos en estas cosas “como por espejo, oscuramente”, entendamos que Dios está obrando en los herederos del Reino de los Cielos ahora, esas cualidades de vida y de gracia que le harán sentirse “en casa” en el Huerto de Dios.
Las riquezas de la gracia en Cristo Jesús y la bendición de Su Espíritu están disponibles para nosotros ahora... al participar de “los poderes del mundo por venir” (Heb. 6:5). No temamos de abusar de la gracia de Dios cuando Él nos introduzca a estos reinos del Espíritu que pertenecen la próxima era. Ciertamente es un pequeño fragmento lo que llegaremos a conocer y experimentar en esta vida. Por tanto, estemos agradecidos por cada don perfecto y bueno que Él nos conceda ahora... desde esos reinos de vida eterna. Y sigamos orando, “Venga Tu Reino, Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.”
David vio el Río y la Ciudad en una visión profética y cantó: “Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, las moradas santas del Altísimo.” (Salmos 46:4).
Jesús puede haber estado refiriéndose a esto o a lo que dijo Joel sobre una “fuente” que fluye de la Casa de Dios... cuando se puso en pie el último día de la fiesta “y exclamó en alta voz, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: "De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva." (Juan 7:37,38, lee Joel 3:18).
La verdad es ese Río de la Vida. Nunca cojamos la noción de que la verdad es algún sistema de credo y dogma rancio y malgastado que los teólogos han arrancado de la Biblia y sobre el que ha discutido a lo largo de los siglos. O algo a ser evitado por la gente espiritual no sea que traiga conflicto, confusión y contienda. La verdad hace justo lo contrario. Oh, si, provocará contienda entre los contenciosos y los desobedientes. Pero la verdad viva de Dios unirá y edificará a los santos, fortaleciendo a quienes la abracen.
Será el Urim y el Tumim en nuestra coraza de justicia, iluminando nuestro camino por dondequiera que vayamos, guiándonos recto en medio de senderos de oscuridad, e indicando claramente la voluntad de Dios para nosotros en cada momento de duda y en cada salida de los caminos “La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; Átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así hallarás favor y buena estimación Ante los ojos de Dios y de los hombres... Por el camino de la sabiduría te he conducido, Por sendas de rectitud te he guiado. Cuando andes, tus pasos no serán obstruidos, Y si corres, no tropezarás. Aférrate a la instrucción, no la sueltes; Guárdala, porque ella es tu vida.”(Proverbios 3:3,4 ; 4:1113)La verdad te embellecerá... con la belleza del Señor, con la hermosura de la santidad.
Es extraño cuánto nos gusta lo artificial, cuando Dios en realidad quiere revestirnos de realidad. Sé que lo artificial puede parecer muy hermoso, por las manos ingeniosas del hombre. Pero es totalmente falso... está totalmente muerto. (Hace sólo unos días era mi responsabilidad regar las plantas, puesto que mi esposa estaba de viaje. Incluso regué varias plantas artificiales que estaban junto con las reales. No noté la diferencia, hasta un par de días después. ¡Parecían tan reales!). Muchas personas del pueblo de Dios no aprecian la diferencia. Se enfrascan en la tarea de una alabanza artificial, una adoración artificial, y siguen con programas artificiales y música artificial en la casa de Dios. ¡Generalmente es tan bonito! Pero que la verdad viviente sea una guirnalda de gracia alrededor de nuestro cuello, y un ornamento hermoso sobre nuestra cabeza.
Que la Verdad sea nuestra comida y alimento; porque es dulce como la miel del panal... como agua de la roca. Pan al hambriento, sanidad a los enfermos... si salud a los que la abrazan. Impartirá fortaleza en lugar de debilidad, sustituirá la locura con la sabiduría, y dará entendimiento y buena discreción en lugar de perplejidad y confusión. Pero debes abrazarla... debes anhelarla más que a ningún tesoro terrenal.
Debes reconocerla más allá de cualquier concepto de lo bueno y de lo malo que haya preparado tu propio corazón. “Aférrate a la instrucción, no la sueltes; guárdala, porque ella es tu vida.”(Prov. 4:13). Tú no te conviertes en el juez de la verdad, solo porque hayas llegado a conocer la Biblia, o por haber experimentado algunas bendiciones maravillosas de Dios. En su lugar, debes acercarte a la verdad...No a juzgar, sino a ser juzgado; No a confirmar tú camino de vida, sino a cambiarlo; No a exonerar tus acciones Sino a ponerlas completamente desnudas delante del Juez de toda la tierra.
Entonces la verdad fluirá y fluirá y fluirá... y se revelará, y se revelará, y se revelará; y tú oirás la voz de la verdad por donde quiera que vayas, sea lo que sea que estés haciendo. Al limpiarte y purificarte la verdad, así la gloria del Señor se hará cada vez más brillante. Tus ojos serán iluminados para ver y para observar cosas maravillosas del reino de lo invisible. Los limpios de corazón verán a Dios. Tus oídos se aficionarán a escuchar sonidos y voces de la verdad que tú nunca supiste que estaban ahí.
Le verás en cada amanecer, en las estrellas de la noche, en el arco iris en las nubes. Le escucharás en cada cántico de ave. Pero mucho más allá que todo esto—Le verás en tu hermano y hermana de una manera que jamás consideraste posible, al caminar junto con ellos en comunión del Espíritu y a la luz que Él derrame en tu camino.
Sabemos que ninguno de nosotros hemos alcanzado este alto ideal... pero que sea nuestra constante oración y deseo. Porque es el deseo del Señor que nos redimió. Él no descansará hasta que Él haya encontrado para Él mismo un lugar en Su pueblo.
No será satisfecho hasta que Él entre en Su Huerto y participe del precioso fruto.
El Huerto de Dios - George H. Warnock
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