JEANNE GUYON
Estimado lector, debe comprender que Dios tiene un solo deseo. Ciertamente usted nunca podrá entender un tiempo de sequedad, a menos que comprenda cuál es el deseo de El. Su deseo es darse al alma que lo ama realmente y que lo busca con sinceridad. Y sin embargo, es verdad que este Dios que desea darse a usted, con frecuencia se esconda de usted —¡de usted, que lo está buscando!
Ahora bien, ¿por qué Dios hará eso? Estimado santo de Dios, usted debe aprender los métodos de su Señor. Su Dios es un Dios que con frecuencia se esconde. Y lo hace con un propósito. ¿Pero por qué? Su propósito es despertarlo de la pereza espiritual. Su propósito en apartarse de usted es hacer que usted lo busque.
El Señor Jesús está mirando alrededor por dondequiera en busca del cristiano que permanezca fiel y amante, aun cuando El se haya apartado. Si el Señor halla a semejante alma fiel cuando vuelve, El premia la fidelidad de su hijo. Derrama abundante bondad y tiernas caricias de amor sobre ese fiel creyente.
Así pues, aquí hay algo que usted debe entender.
Usted habrá de tener tiempos de sequedad espiritual. Es parte del método del Señor.
Pero el hecho de que usted habrá de tener tiempos de sequedad espiritual, no es la cuestión. La pregunta importante es ¿qué va a hacer en un tiempo de sequedad espiritual? En este punto usted debe aprender algo acerca de sus tendencias naturales.
Durante una temporada de sequedad, lo natural para usted será tratar de probarle su amor al Señor. Durante un tiempo de sequedad espiritual usted verá que estará tratando de probarle al Señor su fidelidad para con El; hará eso ejerciendo su fuerza.
Inconscientemente usted estará esperando persuadir al Señor, mediante ese esfuerzo propio, a que retorne más prontamente.
No, estimado creyente, créame, ésa no es la forma de responder a su Señor en tiempos de sequedad. ¿Qué habrá de hacer, pues?
Usted debe esperar el retorno de su Amado con paciente amor. ¡Una a ese amor abnegación y humillación! Aun cuando el Señor se haya escondido, permanezca constantemente delante de El. Allí delante de El, derrame su amor sobre El apasionadamente y, con todo, añadiría yo, siempre apaciblemente.
Pase tiempo con El en adoración y en un silencio respetuoso.
Al esperar en el Señor de este modo, usted le demostrará que es a El solo a quien está buscando. Usted ve, usted estará demostrando que no es el disfrute egoísta que recibe de estar en la presencia de El, lo que hace que lo ame. Estará mostrando que no es el placer que experimenta, sino su amor para con El lo que lo motiva.
Sea paciente en su oración durante esos tiempos de sequedad.
Déjeme hacerle una pregunta: ¿Y qué si el Señor le pidiese que pase todo el resto de su vida esperando su retorno a usted? ¿Cómo se conduciría usted si ésta fuera la porción que el Señor le repartiese para todo el resto de su vida? ¿Qué haría usted?
Haga esto. Espere en El en espíritu de humildad, en espíritu de abandono, con contentamiento y resignación. Pase su tiempo en esa maravillosa clase de oración.
Venga delante de El tranquila y apaciblemente, haciendo volver su mente a la presencia de El, aun cuando su presencia lo evada.
Al hacer usted estas cosas, acompañe todas ellas con súplicas de amor afligido y quejumbroso, y con expresiones de anhelo por el retorno de su amante.
Deseo asegurarle, que si usted se conduce de este modo, eso habrá de agradar grandemente al corazón de Dios. Tal actitud lo cons-treñirá a retornar a usted mucho más prontamente que cualquier otra actitud.
Cómo experimentar las profundidades de Jesucristo - JEANNE GUYON
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