Charles E. Newbold Jr.
En la historia temprana de Israel,
después del reinado de Salomón, el Reino de Israel se dividió. El reino de
Israel (después llamado Samaria), consistía en las diez tribus del Norte, que
se separaron del reino después de la muerte de Salomón durante el reinado de su
hijo Roboam. Fue gobernada por Jeroboam. El Reino de Judá consistía en las dos
tribus restantes en el sur, Judá y Benjamín.
A través del profeta Ezequiel, Dios
describió a estos dos reinos como hijas de una misma madre. El dio a estas
hijas los nombres Ahola y Aholiba. Ahola significa “tabernáculo de ella”, y
Aholiba significa “mi tabernáculo en ella” o “el tabernáculo es de ella”. Ahola
era la hija mayor, Samaria, y Aholiba era la menor, Judá (o Jerusalén).
Ezequiel dice: “fornicaron en Egipto; en su juventud fornicaron; allí fueron
apretados sus pechos, allí fueron estrujados sus pechos virginales”: Ezequiel
23:3.
Aunque Ahola pertenecía al Señor,
fornicó y adoró a sus amantes asirios. Cometió sus fornicaciones con ellos y se
corrompió. Así, Dios la desterró en brazos de sus amantes, los asirios.
Su hermana, Aholiba, vio todo lo que
su hermana mayor había hecho y como había sido llevada cautiva por sus amantes
asirios; aun así, ella multiplicó sus fornicaciones más que su hermana.
Dios envió a los babilonios en
juicio, para llevar cautiva a Judá. Dios
dijo: “Pondré mi celo contra ti, y procederán contigo con furor”: Ezequiel 23. Por
tanto, por causa de sus idolatrías y fornicaciones, Samaria fue esparcida a las
naciones por los asirios. Judá (Jerusalén) fue llevada cautiva a Babilonia por
los Babilonios.
Las Escrituras dejan claro que estos
hechos adúlteros de idolatría eran abominaciones para Dios. Ezequiel 16:51-52
revela que Judá había cometido el doble de pecados que su hermana Samaria. Ella
había multiplicado sus abominaciones.
De todos los pecados que Israel y Judá
cometieron, la idolatría era el más abominable para Dios. Su idolatría era lo
que la llevó a su caída. Abandonaron a Dios a cambio de los lugares altos. No
somos diferentes hoy. Nosotros también tenemos lugares altos y nuestros lugares
altos son igualmente un cepo para nosotros.
El Sistema de La Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario