Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


14 de noviembre de 2020

BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS...


Martin Stendal

“Bienaventurados los misericordiosos; porque
ellos alcanzarán misericordia.”

No comprendí esta bienaventuranza hasta una noche en que empecé a recordar mi carrera de aviador. Había volado cerca de 4.000 horas y casi la mitad de ellas sobre la selva colombiana en la parte suroriental del país.

Durante ocho años de volar sobre terrenos traicioneros en una avioneta de un solo motor, nunca tuve el menor accidente. Muchos otros pilotos habían muerto o habían quedado mutilados volando sobre la jungla. Otros habían destruido sus aviones. Incluso, los misioneros pilotos, que tenían uno de los mejores expedientes de seguridad en Sur América, tenían un promedio de un accidente importante cada 1.200 horas de vuelo.


Oré y le pedía a Dios que me dijera qué estaba pasando. Por qué había sido escogido para un tratamiento especial. Mejores pilotos que yo habían tenido terribles accidentes de vuelo en la selva o en las montañas de Colombia. Sabía que yo no era mejor que algunos de los pilotos que también habían muerto en accidentes de vuelo. Algunas de las víctimas también habían sido mejores cristianos que yo.

Acosé a Dios por una respuesta. ¿Por qué había sido tratado de manera tan especial? Había tenido más escapes difíciles que cualesquiera y, sin embargo, aquí estaba ileso, mientras había visto otros pilotos que habían cometido un solo error y habían quedado en la estacada. De repente, mi pensamiento retrocedió a una escena de ocho años antes.

Había estado trabajando como líder de un proyecto agrícola cristiano en una remota zona rural de Colombia. Uno de mis amigos y compañeros de trabajo se había herido y había necesidad de trasladarlo al hospital. Mi amigo casi muere, porque el operador del avión exigía el pago por adelantado, demorando un día el traslado. Recuerdo que yo oraba y le decía a Dios que si Él me proporcionaba un avión, nunca rechazaría a alguien que tuviera una necesidad verdadera, sin tener en cuenta consideraciones financieras y mantuve mi promesa a Dios durante todos esos años.

Sentí dentro de mí de repente la voz suave que, con el paso de los años, he aprendido a identificar como la tenue y suave voz de mi Señor: “Nunca rechazaste a nadie que te pidiera misericordia, así yo nunca te rechacé cuando necesitabas de Mi misericordia.”

Estaba completamente atónito, pues hacía apenas unos pocos segundos que había empezado a tener una visión de cuán importante es la misericordia para Dios. La vida de Jesús y sus enseñanzas se centran en la misericordia. Incluso, Jesús dio su vida por nosotros en un supremo acto de misericordia, cuando todavía estábamos en rebelión contra Dios. Jesús es la misma personificación de la misericordia. Empleo el término misericordia, porque no merecemos que Jesús haya muerto por nosotros y que nos haya proporcionado un camino para reconciliarnos con Dios y de los unos para con los otros.

Durante varios años de consejería matrimonial, la queja más común que hemos oído de las parejas con problemas es: “Tenemos que divorciarnos, porque ya no nos amamos el uno al otro. Nuestro matrimonio está perdido sin remedio.”

El amor es una planta muy delicada. Si no es alimentada  regada constantemente, se seca y se muere. En muchos hogares ha muerto. El amor es una emoción muy difícil de provocar y de sentir hacia alguien que está actuando de una manera indigna de ser amada. Por otra parte, la misericordia es una decisión. La misericordia empieza en nuestra mente con pensamientos misericordiosos que dan a la otra persona el “beneficio de la duda”. Esto allana el camino para las palabras misericordiosas y para las obras.

Cuando tratamos a los demás de una manera misericordiosa, esto afecta la forma como ellos nos tratan y que, a su vez, afecta la manera como nosotros los tratamos, y que afecta la manera como ellos nos tratan, y así sucesivamente.

La misericordia es la semilla del amor ágape (el amor redentor de Dios). Cuando nos acercamos a alguien con misericordia, estamos plantando semillas que producen fruto y que permiten que Dios tenga misericordia de nosotros. Para este amor es posible florecer y prosperar como en ninguna otra parte en los hogares que, aparentemente, una vez fueron tan estériles como el desierto.

Rescate su Familia – Martin Stendal

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry