Ese carácter de querer mostrar las mejores capacidades, esfuerzos y obras como algo digno y justo para Dios, en realidad es parte del carácter del anticristo.
Para Dios el único sacrificio y la única obra en verdad, es la hecha por su Hijo Jesús y su Espíritu, Dios no acepta nada más, porque todo lo demás esta bajo maldición y en todo está la maldad:
"No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas (obras propias), y las de su hermano, justas (porque creía a Dios aceptando la obra de Cristo).
" Caín hizo como hacemos nosotros hoy, presentamos nuestras aparentemente mejores capacidades y obras ante Dios como algo que vale la pena rescatar, tapándolo con el engaño de que es para su obra (nuestra mente, nuestras habilidades, nuestro conocimiento bíblico, nuestro humanismo, nuestros sentimientos, nuestro propio ministerio, nuestra propia congregación, nuestra profesión, etcétera); nos deleita presentar nuestros trapos de inmundicia y nuestra naturaleza caída como algo bueno, justo y que vale la pena salvar para el Señor, cuando El, que siendo el mismo Dios, se entregó completamente.
Lucas 13:23-24
"Y alguien le dijo: Señor. ¿Son pocos los que se salvan? Y El (Jesús) les dijo: Esforzaos (en morir para vivir) a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar (en sus propias obras y esfuerzos), y no podrán".
Queremos entrar por la “puerta angosta” pero con trasteo, es decir, con la naturaleza caída de Caín, con los conocimientos y habilidades aprendidas en babilonia y con el carácter de anticristos; y le decimos al Señor que ese trasteo ha sido cuidadosamente seleccionado dejando únicamente lo mejor que tenemos (que a los ojos del Señor probablemente es lo peor), cuando el único que cabe y entra por esta puerta angosta es Cristo, solo podremos entrar allí en Cristo (negándonos a nosotros mismos para que muera nuestra naturaleza y viva la de El).
Por esto es absolutamente necesario que presentemos y entreguemos todo al Señor, sobre todo eso que consideramos nuestras mejores cosas (como lo que creía Caín en su corazón) para que mengüe la simiente caída de Adán y viva la simiente de Cristo (Dios en nosotros).
Todo esto, a la verdad, es muy sencillo de entender pero muy duro de aceptar y muy difícil de escribir en los corazones para ponerlo por obra en nuestras vidas.
¡Escucha esto por favor! Dios (y su Hijo Jesús) solo se complace en que el hombre haga y diga lo que Él quiera, y Él sabe por qué lo hace.
Éxodo 32:1-6
“Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate (en tus fuerzas, bájate de la cruz), haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos (tomó el oro, pues necesitaba que fuera hermoso externamente).
Aarón aprendió que lo único que podía hacer con sus manos, habilidades, fuerzas, esfuerzos y conocimientos era un ídolo, por eso la segunda vez que subió Moisés por las tablas reposó en la obra de Cristo, y fueron también cuarenta días.
Él es soberano y sabe qué hace con nosotros y qué tipo de vasija formará con su Espíritu (Jer. 18:1-8) y (Ro. 9:20-21). ¿Acaso, quién de nosotros le ayudó a formar todo el universo y la vida? A nosotros solamente nos corresponde dejar que Cristo con su Santo Espíritu nos forme como parte de su cuerpo para que fluya el verdadero ministerio que tiene para cada uno de sus miembros, recuerda esto, cada uno tiene un ministerio delante del Señor si está en su reposo, esto es rendirnos y morir a nosotros mismos para vivir (He. 4:10-11).
Ahora bien, hay que recordar y comprender que el reposo del Señor no es esa antigua y torcida doctrina (que satanás revive constantemente), fundamentada en una interpretación carnal, que consiste en llevar a los miembros de la iglesia del Señor a no hacer nada (ni dirigir su familia, ni trabajar, ni congregarse, etc. etc.), sino que se refiere a rendir delante de Cristo, y solo a El, nuestras propias capacidades, habilidades, conocimientos y obras, porque nos fueron reveladas, por un lado, sus naturalezas malignas, sus propósitos mundanos, su carácter de muertas, su calidad de injustas y su vanidad como ídolos, y por el otro, porque también nos fue revelada, por lo menos en parte, la majestuosa obra del Señor, de tal manera, que solo anhelemos la manifestación de esta obra a través de nosotros.
Por la vivencia que hemos tenido, también es pertinente indicar que ninguna persona puede entrar al reposo del Señor por sus propios medios, es un error alimentado por satanás como último recurso, hacernos creer que podemos entrar al reposo del Señor cuando así lo deseemos; en realidad cuando creemos esto en nuestros corazones, es porque aun no se comprende (ni mucho menos se ha vivido) la verdad de lo que esto es, por ello es necesario que primeramente seamos convencidos de pecado, de tal manera que nos sea alumbrada la maldad e inmundicia que hay en nosotros.
Así vivenciaremos la naturaleza impía y muerta de nuestras obras, podremos ver ese ídolo que construyó Aarón y Caín, pero en nuestras propias habilidades, capacidades y obras, y ahora si, convencidos de pecado (verdadero arrepentimiento), anhelaremos intensamente que nuestras obras cesen y que sea manifiesta la verdadera obra de Cristo en nuestras vidas, en la congregación, en el mundo, y en el ministerio que tiene para nosotros.
Nosotros ni siquiera podemos quitarnos las vestiduras viles (la naturaleza carnal, la religiosidad, el humanismo, nuestras habilidades, conocimientos y obras aprendidas en babilonia), ni siquiera el sumo sacerdote Josué podía quitarlas, y que de hecho, siendo sumo sacerdote, ciertamente las tenía (vestiduras viles); pero cuando venga la presencia del Señor Jesús como consecuencia de entrar en su reposo, esas vestiduras viles caerán y su presencia traerá la mitra limpia (la mente y el gobierno de Cristo) y la vestidura limpia (la obra de Cristo), y ese si será el verdadero sacerdocio: mitra limpia y vestidura limpia en la presencia del Señor.
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