Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


27 de abril de 2012

JUICIO DEL INÍCUO


John Bevere

Impostor: "El que abusa de la credulidad o ignorancia de los otros; mentiroso, falsario. El que propaga falsa creencia religiosa" (Michaelis Moderno Diccionario de la Lengua Portuguesa).

“Pero quien podrá soportar el día de su venida? Y quien podrá subsistir cuando él aparezca? Porque él es como el fuego purificador y como jabón de lavadores. Se sentara como afinador y purificador de la plata; purificará a los hijos de Levi y los refinará como al oro y como a la plata; ellos traerán al Señor justas ofrendas.

Entonces, la ofrenda de Judá y de Jerusalén será agradable al Señor, como en los días antiguos y como en los primeros años. Vendré a vosotros otros para juicio; seré testigo veloz contra los hechiceros, y contra los adúlteros, y contra los que juran falsamente, y contra los que defraudan el salario del jornalero, y oprimen a la viuda y al huérfano, y tuercen el derecho del extranjero, y no me temen, dice el Señor de los Ejércitos" (Mal 3:2-5).

Malaquías profetizó mucho tiempo antes del periodo del Nuevo Testamento, y por eso utiliza vocablos conocidos de su época, como "hijos de Levi" y "Judá y Jerusalén". La terminología usada en el Nuevo Testamento es otra.

Dios tiene un propósito a realizar así que su pueblo fuera purificado: "vendré a vosotros otros para juicio". La llave es "a vosotros otros". Necesitamos entender que Él se refiere a los inicuos que vivían y estaban próximos, o entre su pueblo! En Jeremías 5:26, 28, 29, en un texto paralelo al de Malaquías, dice Dios:

"Porque entre mi pueblo se hallan perversos; cada uno anda espiando, acechan como quien pone lazos; disponen trampas y prenden los hombres... Engordan, se hacen lustrosos y traspasan hasta los hechos de los malignos; no defienden la causa, la causa de los huérfanos, para que prospere; ni juzgan el derecho de los necesitados. No castigaría yo estas cosas?  Dice el Señor; no me vengaría yo de nación como esta?"

Y quiero citar también, dos textos del Nuevo Testamento:

 "Atended por vosotros y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo os constituyó obispos, para pastorear la iglesia de Dios, la cual él compró con su propia sangre. Yo sé que, después de mi partida, entre vosotros penetrarán lobos voraces, que no perdonarán el rebaño. Y que, de entre vosotros mismos, se levantarán hombres hablando cosas pervertidas para arrastrar a los discípulos detrás de ellos" (Hechos 20:28-30).

"todos cuantos quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos. Pero los hombres perversos e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados" (2 Tm 3:12, 13).

Los perversos que viven próximos, o entre el pueblo de Dios, son llamados impostores. El diccionario define "impostor" como alguien que engaña al prójimo, fingiendo o presentando falsas pretensiones.

El texto de Mateo lanza más luz sobre el tema:

"... El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla (hijos del reino) en su campo; pero, mientras los hombres dormían (la Iglesia no estaba vigilando y orando), vino el enemigo de él (el diablo), sembró cizaña (personas con apariencia de piedad) en medio del trigo (entre los verdaderamente suyos) y se retiró" (Mt 13:24, 25).

La cizaña fue sembrada entre o en medio del trigo. La cizaña se parece al trigo... y sólo se nota la diferencia en la hora de la cosecha. No todos los que afirman conocer a Jesús de hecho lo conocen, y al hacer tal afirmación no quiero, de manera ninguna, levantar sospechas, pero si enfatizar lo que las Escrituras dicen. Jesús nos alertó en cuánto a los falsos profetas que se nos "presentan disfrazados en ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" (Mt 7:15). Tienen apariencia de ovejas, pero al pisar en su pie, ululan como lobos! Necesitamos aprender a discernir entre lo "bueno" y lo "malo".

El libro de Judas da más detalles acerca de esta gente. "Pues ciertos individuos se introdujeron encubiertos (no son percibidos), los cuales, desde hace mucho fueron con antelación pronunciados para esta condena, hombres impíos, que transforman en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a nuestro único y Soberano Señor, Jesús el Cristo"(Judas 4). Usted no consigue imaginar que aquellas personas que participan de los cultos de una Iglesia nieguen al Señor.

Necesitamos entender como niegan al Señor. La Biblia dice que ellas entran en medio de la Iglesia disimuladas, quiere decir, sin que sean percibidas. Conocemos el carácter de esas personas, no por lo que dicen, y sí por lo que viven! Eso se queda más claro cuando leemos lo que dice la carta de Pablo a Tito: "En lo tocante a Dios, profesan conocerlo, sin embargo, lo niegan por sus obras..." (Tito 1:16).

Así, sólo se puede saber quiénes son esas personas por las obras que practican, y no por lo que dicen! Judas añade: "Quiero, pues, acordaros, aunque ya estéis conocedores de todo una vez por todas, que el Señor, teniendo liberado un pueblo, quitándolo de la tierra de Egipto, destruyó, después, los que no creyeron"(Judas 5).

Él traza un paralelo entre las falsas ovejas de los días de hoy con aquellas del desierto a quién Dios castigó. Algunos fueron engullidos por la tierra que abrió su boca para  tragarlos (Números 16:31, 32). Otros murieron de plaga delante del Señor (Números 14:37; 25:9), y aún otros murieron atacados por las serpientes venenosas (Números 21:6).

Judas habla de nuestros días, diciendo:

"Ora, estos, de la misma suerte, cuáles soñadores alucinados, no sólo contaminan la carne, como también rechazan el gobierno y difaman autoridades superiores. Ay de ellos! Porque prosiguieron por el camino de Caín, y movidos de ganancia, se precipitaron en el error de Balaam, y perecieron en la revuelta de Coré" (Judas 8, 11). Esos tres personajes citados por Judas, Caín, Balaam y Coré, trabajaban en la obra de Dios y vivían en plena comunión con Él.

Caín tenía celos de su hermano Abel, porque la ofrenda de este fue acepta por Dios, mientras la que él ofreció fue por Dios rechazada. Abel ofreció lo mejor de las ovejas y Caín el fruto de sus manos. A causa de esto, Caín se sintió ofendido y comenzó a alimentar deseos malignos contra su hermano, y eso después de ser advertido por Dios de que procediendo correctamente, sería acepto. Le era más fácil continuar airado y enojado con su hermano que tratar con la iniquidad de su corazón.

La ofensa volcó odio y asesinato. "Todo aquel que odia a su hermano es asesino; ora, vosotros sabéis que todo asesino no tiene la vida eterna permanente en sí" (1 Juan 3:15).

Balaam era codicioso y vivía recogiendo poder, posición y dinero. Contaminó la unción de Dios en su vida, en la esperanza de quedarse rico, aún con la advertencia divina de que no debería seguir a los príncipes de Balac.

"Ora, los que quieren quedarse ricos  caen en tentación, y lazo, y en muchas concupiscencias insensatas y perniciosas, las cuales ahogan a los hombres en ruina y perdición" (1 Timoteo 6:9). Balaam murió a causa de su ganancia, junto con los cananeos cuando Israel invadió la tierra de Canaán.

Coré era sacerdote, descendiente de Leví, pero se levantó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: "Basta!...

Porqué pues os exaltáis sobre la congregación del Señor?" (Números 16:3). Él quería tener la misma autoridad de Moisés, pero no tenía idea de la responsabilidad tan pesada que Moisés cargaba cuidando de aquel pueblo.

Insubordinándose contra el hombre levantado por Dios, acusó a Moisés (a quién Dios había puesto por juez sobre el pueblo) de quererse exaltar asimismo sobre la nación. Coré y los rebeldes que le siguieron fueron juzgados por Dios cuando la tierra abrió su boca y los engulló.

En resumen, podemos afirmar que Caín, Balaam y coré no consiguieron tener una buena relación con Dios porque tenían objetivos personales. Pensaban en ellos mismos, no en Dios y en su pueblo. Judas dice: "Estos son manchas en vuestras fiestas de amor, banqueteándose con vosotros sin ningún recato (pensando en sí mismos)... “(Judas 12 - Edición contemporánea de Almeida). Fiestas de amor son los cultos de la Iglesia. Judas dice que ellos son "manchas" en nuestras reuniones. Jesús volverá por una "iglesia gloriosa, sin mácula, ni arruga..." (Efesios 5:27).

Quiere decir, entonces, que tales personas serán purgadas de la Iglesia, a menos que se arrepientan antes del retorno del Señor. Judas continúa: Son "nubes sin agua impelidas por los vientos..." Esa es la descripción propia de una vida de apariencia de piedad, como las nubes de quienes se espera lluvia, pero de ella son desprovistas.

Judas, entonces, dice: son "árboles en llena estación de los frutos, de estos desproveídos, doblemente muertos, desarraigados; ondas bravías del mar, que espuman sus propias vergüenzas; estrellas errantes, para las cuales ha sido guardada la oscuridad de las tinieblas, para siempre" (vv. 12, 13).

Observe la expresión "doblemente muertos". Esto quiere decir que antes la persona estaba muerta, sin Cristo, después nació de nuevo y volvió a morir, alejándose permanentemente de Dios.

Pedro confirma esta idea en su epístola:

"Recibiendo el galardón de su injusticia ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores.

Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición”.

“Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amo el premio de maldad”.

“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.

Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado”. (2 Pedro 2:13-15, 20, 21).

Usé muchos textos bíblicos en este capítulo, ya que es difícil comentar un asunto tan vasto sin una base bíblica. Así dejo el asunto con la propia Palabra, sin necesidad de exponer mis propias ideas y convicciones.

Quiero que usted esté atento para tres hechos importantes:

1. Esos impostores están entre el pueblo de Dios.

2. Son personas que conocieron el camino de la verdad pero lo abandonaron definitivamente.

3. Tienen apariencia de piedad, pero piensan sólo en sí mismas; son personas egoístas. El dios de ellos es el vientre, y     se glorían en su propia vergüenza. Tales personas tienen los ojos llenos de adulterio y codicia!

Como reconocerlas?  Examinando sus frutos! Vea bien. Un pecado no hace de una persona un impostor.

El rey David adulteró con Betsabé y mató al marido de ella. Al ser confrontado por Natán, el profeta, David se prostro en tierra y lloró arrepentido. Las Escrituras dicen que David era un hombre según el corazón de Dios. Dios vio que David dio muestras de arrepentimiento, juzgó la intención de su corazón y miró que decía la verdad.

Saúl, por otro lado, separó sólo algunas ovejas, un poco del ganado y preservó la vida del rey de los amalecitas. Cuando fue confrontado por Samuel, dijo: "Pequé; hónrame, ahora, delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel" (1 Samuel 15:30).

Saúl no se dio cuenta de que había pecado delante de Dios y quería cerciorarse de que su desliz no afectaría la posición que tenía delante de los ancianos de Israel. Él no estaba preocupado de su relación con Dios; buscaba sólo sus propios intereses.

Si comparáramos lo que los dos hicieron, diríamos que David era realmente malo y que Saúl sólo había cometido un error. Pero, si juzgamos por la apariencia, erramos. Dios rechazó a Saúl y estableció la casa de David. Dios no ve el exterior, pero si el corazón. El fruto es el producto o el resultado de aquello que va en nuestro corazón. Nadie ve el corazón del otro, finalmente, apenas conocemos nuestro propio corazón.

Sin embargo, podemos ver los frutos! Una persona puede mostrarse como su amigo, pero querer su amistad para sacar provecho de usted. La llave está en el corazón, y este es descubierto totalmente cuando estamos en el desierto.

Necesitamos tener cautela. Discernir no es sospechar.

La sospecha es fruto del miedo (finalmente, hasta qué punto esto irá a afectarme?). El miedo no es de Dios, por lo tanto, discernir con sospechas es totalmente incorrecto.

Lo correcto sería preocuparse por los otros y con su bienestar, lo que nos redime de cualquier idea preconcebida.

"Y también hago esta oración: que vuestro amor aumente más y más en pleno conocimiento y toda percepción " (Filipenses 1:9). El perfecto amor lanza fuera el temor, dejando una atmósfera en que el discernimiento, y no la sospecha, circula libremente.

Jesús confrontó a los fariseos, a causa de la vida inicua e hipócrita que vivían, pero los amó a punto de morir también por ellos. Debería ser así con nosotros: en vez de hablar mal y de hacer chismes, deberíamos orar por las personas.

Dios podrá llevarlo a usted a hablar con tal persona, y siempre es bueno examinar las motivaciones de una decisión así. Voy a buscarla para mostrar cuán espiritual soy? O es para que ella sepa que estoy bien? Estoy buscando a esa persona intentando restaurarla para que los miembros del cuerpo no se queden heridos...o sólo debo quedarme orando delante de Dios para que el Señor le muestre a ella su error?

Pablo dijo: "Finalmente, hermanos, orad por nosotros... para que seamos libres de los hombres perversos y malos..." (2 Ts 3: 1,2).

Analicemos una vez más la profecía de Malaquías. El Señor enviará de entrada su mensajero, la unción profética, llevando al pueblo al arrepentimiento. Después vendrá a su templo, a fin de purificar a los que acataron la palabra profética; haciendo su adoración, adoración verdadera y aceptable delante de él. Después juzgará y eliminará con su pala a los que viven en medio de su pueblo, y que rechazaron la palabra profética, o la unción.

El Señor primero avisa, después refina, y por fin trae el juicio. Creo que la alerta ya sonó y que el corazón de muchos está siendo purificado. Tenemos que entender que los profetas no traen juicio, sólo alertan. La palabra profética no debe traer miedo, debe ser obedecida. Esa secuencia es vista en los evangelios. Juan el Bautista apareció predicando el bautismo de arrepentimiento, alertando al pueblo del juicio inminente.

"Viendo él, sin embargo, que muchos fariseos y saduceos venían al bautismo, les dijo: Raza de víboras, quienes os indujo a huir de la ira venidera? hagan, pues, frutos dignos del arrepentimiento; y no comencéis a decir entre vosotros mismos: Tenemos por padre a Abraham; porque yo os afirmo que de estas piedras Dios puede sacar hijos de Abraham. Ya está puesto el hacha a la raíz de los árboles; todo árbol, pues, que no produce buen fruto es cortado y lanzado al fuego.  Yo os bautizo con agua, para arrepentimiento; pero aquel que viene después de mí es más poderoso que yo, cuyas sandalias no soy digno de llevar. Él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego. Su pala, él aventador esta su mano y limpiará completamente su era; recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible" (Mateo 3:7-12).

Juan avisó que habría juicio, si el pueblo no se arrepentía. Alertó que el verdadero arrepentimiento produciría buen fruto y que, si no había arrepentimiento, no habría cambio. En ese caso, el hacha sería lanzada a la raíz, un símbolo de la fuente de la vida, el corazón. El hacha cortaría el árbol, eliminándolo.

"Si no os arrepintierais, todos igualmente pereceréis. Entonces, Jesús profirió la siguiente parábola; Cierto hombre tenía una higuera plantada en su viña y, viniendo a buscar fruto en ella, no halló (no hubo arrepentimiento). Por lo que dijo al agricultor:

Hace tres años vengo a buscar fruto en esta higuera y no hallo; puedes cortarla; para que está ella aun ocupando inútilmente la tierra? Él, sin embargo, respondió: Señor, déjala aún este año, hasta que yo excave alrededor de ella y le ponga abono. Si viniera a dar fruto, bien está; si no, mandarás cortarla" (Lucas 13:5-9).

Juan el Bautista era uno de los que excavó la tierra, abonando alrededor de los árboles. Aro los terrones de tierra dejándola lista para recibir los nutrientes necesarios, la purificación. Amaba a las personas y quería que ellas conocieran la verdad. Juan era grande a los ojos de Dios (Lucas 1:15). Ser grande a los ojos de los hombres es una cosa; bien diferente es ser grande a los ojos de Dios!

Por temer ser rechazado por Dios, y no temer el rechazo de los hombres, Juan podía decir la verdad. El testigo falso lisonjea; el verdadero, sin embargo, dice la verdad sin temer el rechazo humano. Juan presentó un segundo ejemplo. Habló de Jesús cómo aquel que tiene en su mano la pala (o rastrillo) y que habría de limpiar completamente su era. Lo que quiero afirmar es que Jesús limpiará completamente su templo. Nada le está oculto. Por eso él decía en aquellos días: "... si no os arrepintierais, todos igualmente pereceréis".

Mis hermanos, es preciso que haya un cambio en la Iglesia. Erramos, creyendo que estamos haciendo algo para el Señor cuando, en realidad, hacemos para nosotros mismos!. Raramente la Iglesia intercede, llorando y lamentándose delante de Dios a causa de sus propias abominaciones.

Mientras el enemigo devora la Iglesia delante de nuestros ojos, nuestros sentidos se quedan embotados e insensibles. Creemos que somos ricos y que de nada tenemos necesidad; cuando en la realidad estamos ciegos, sin percibir nuestra triste condición (Apocalipsis 3:15-17).

Dios está alertando a la Iglesia que cambios acontecerán. Y, de hecho, acontecerán! Deben comenzar por el liderazgo; no sólo entre las cuatro paredes de la Iglesia, pero si en los hogares! Los padres deben arrepentirse. Tenemos que cambiar la manera de pensar, lo que resultará en un cambio de vida. El corazón de nuestros padres y líderes debe convertirse a los hijos y al pueblo.

Es el propio Dios quien se encargara de exponer la iniquidad de los impostores que viven entre su pueblo, vea bien, no serán los profetas los que juzgarán, sino el propio Dios!

Juan el Bautista alertó en cuanto al juicio; Jesús purificó el templo, limpiándolo y, años después, Dios juzgó la nación, destruyendo el templo que era tenido como lugar de su habitación!

 Victoria en el Desierto - John Bevere

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry