Douglas Weaver
Caín era un hombre religioso.
Como el justo Abel, vino a adorar a Dios. Dios mostró favor sobre la ofrenda de
Abel. La diferencia obvia entre su ofrenda y la de Caín era el derramamiento de
sangre en el sacrificio del animal. Una diferencia menos obvia era la
incapacidad de Caín de escuchar y de seguir a Dios por causa de la condición de
su corazón. Caín trajo sus dones y su ofrenda a Jehová pero su sacrificio fue
inaceptable porque su corazón no estaba puesto en ello. No fue tanto la
naturaleza de la ofrenda de Abel lo que Dios vio como aceptable, sino el
corazón con el que la hizo.
Fíjate que Dios no reprendió
a Caín por el tipo de la ofrenda, sino por el estado de su corazón (Génesis
4:6,7). Que Dios mostrara favor sobre el corazón y el sacrificio de Abel llenó
de tal ira a Caín que mató a su hermano. La historia está saturada de la sangre
de los que son guiados por el Espíritu, cuyas vidas han sido tomadas por otros
que moran en el espíritu religioso del anticristo. Dios juzgo a Caín como
sigue:
“Ahora, pues, maldito seas tú
de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu
hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y
extranjero serás en la tierra. Y dijo
Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de
la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la
tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. Y le respondió
Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado.
Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le
hallara. Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al
oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a
Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su
hijo, Enoc.” (Génesis 4:11-17).
Cuando Adán y Eva cayeron, la
tierra fue maldita. Ahora esa maldición había sido puesta sobre el hombre en un
grado mayor. Caín no solo era maldito sino que lo era en extremo más allá de la
maldición que había sobre la tierra. Por causa del acto violento de Caín, hubo
un gran cambio, una aceleración del pecado que se desconocía en la creación de
Dios antes de ese tiempo.
Irónicamente, Caín escogió
establecerse en la tierra de Nod, que se traduce del Hebreo como deambular. No importa el estado espiritual del hombre,
sigue siendo vagabundo sobre la tierra, en busca de un lugar de reposo. En
lugar de regresar a la casa de su padre, Caín halló reposo en edificar un imperio
conforme a su propio patrón.
Construyó las primeras
ciudades en la tierra para refugio. Pensó que había escapado del castigo de
Dios, pero no importaba la apariencia externa, seguía estando bajo la maldición
de ser fugitivo y vagabundo en la tierra. Mostraba una forma de piedad pero la
negaba y se alejaba del poder de la misma.
El hombre fugitivo siempre
intenta establecerse y construir con la esperanza de encontrar una insaciable
necesidad de reposo. Para su desmayo, lo único que consigue todo su esfuerzo es
frustrarle aún más. El hombre justo que está al día con Dios, se encuentra en
un viaje con una cierta recompensa y conclusión. Ha cesado de sus propias obras
y ha entrado en el reposo del Padre (lee Hebreos 4).
No está empujado por la necesidad
de construir su propio imperio porque ha encontrado su lugar en un reino
eterno. Ahora está libre para explorar las profundidades extremas de su
Creador. En lugar de llevar sobre sí la carga de edificar o de ejercer tiranía,
ahora construye junto con otras piedras vivas una morada para Dios en el
Espíritu. Grande es la paz y el reposo del hombre que abandona el camino de
Caín para entrar en el reposo del Padre.
El historiador judío Flavio
Josefo explica los cambios que ocurrieron en la tierra como resultado directo
de que Caín liberara el pecado que estaba llamando a la puerta.
“Y cuando Caín hubo viajado
por muchos países, junto con su esposa construyó una ciudad llamada Nod, que es
un lugar llamado así, donde él estableció su morada; donde también tuvo a sus
hijos. Sin embargo, no aceptó su castigo para enmendarlo, sino que aumentó su
maldad; porque solo aspiraba a procurar para su propio placer corporal, aunque
eso le obligara a ser injurioso a sus vecinos. Aumentó sus bienes con muchas
riquezas mediante la rapiña (saqueo o robo) y violencia; animó a sus familiares
a obtener placeres y despojos mediante el robo y se convirtió en un gran líder
de hombres de caminos perversos. También introdujo un cambio en la forma de
vida sencilla de los hombres de entonces; y fue el autor de las medidas y los
pesos: Y viviendo en inocencia y generosidad sin saber nada de esas artimañas,
llevó al mundo a una astucia maligna. Primero puso límites a las tierras: fundó
una ciudad y la fortificó con muros, y llevó a su familia a vivir allí. Llamó a
esa ciudad Enoc, conforme al nombre de su hijo mayor, Enoc. Pared fue hijo de
Enoc, cuyo hijo fue Malaliel, cuyo hijo fue Matusela, cuyo hijo fue Lamec, que
tuvo setenta y siete hijos con dos esposas, Sila y Ada. De los hijos de Ada,
uno fue Jabal, que levantó tiendas y amó la vida de pastor. Pero Jubal, que
nació de la misma madre, se ejercitó en la música; e inventó el salterio y el
arpa. Pero Tubal, uno de los hijos de Lamec con la otra esposa, superó a todos
los hombres en fuerza y fue experto y famoso en artes marciales. Buscaba lo que
pertenecía a los placeres del cuerpo por ese método. E inventó el arte de hacer
latón. Lamec fue también padre de una hija, cuyo nombre fue Namá. Y por su gran habilidad en asuntos de revelación
divina, supo que tenía que ser castigado por el pecado del asesinato de Abel
por parte de su hermano, lo que dio a conocer a sus esposas. Pero incluso
estando aún vivo Adán, sucedió que la posteridad de Caín se volvió perversa en
extremo, cada generación peor que la anterior. Intolerables en la guerra y
vehementes en sus robos; si alguien era lento en el asesinato de personas, era
entonces rápido en el comportamiento despilfarrador, en actuar injustamente y
en dañar a cambio de obtener ganancia.” 2
En Caín vemos el nacimiento
de una nueva marca de perversidad, una ambición de conseguir todo para el
propio placer corporal, incluso a expensas de sus vecinos. Vemos codicia en el
sentido de amasar una gran fortuna, reunida mediante el saqueo, el robo y la
violencia. La codicia de Caín halló expresión en la invención de las medidas y
los pesos, que se usaban con frecuencia para facilitar y legitimar el robo
abierto.
El establecimiento de los
pesos y las medidas también indica una actitud de ambición, la antítesis de la
generosidad. La ambición no solo alimenta el comercio sino que engendra robo y opresión.
El camino de la sencillez, el vivir inocente y generosamente con los demás, se
transformó en un mundo de astucia mañosa. En la ciudad de Caín tenías que mirar
a tus espaldas.
En estas mismas líneas
escribía Alfred Edersheim:
“Por otro lado, el que abrazaba
las promesas se consideraba a sí mismo peregrino, extranjero en la tierra. Y
tanto en el corazón como en la conducta externa, mostraría aquello en lo creía
y lo que esperaba, el cumplimiento de la promesa. No necesitamos decir que uno
es descrito por la historia de Caín y su raza. El otro, por la de Abel y las
postrimerías de Set y de sus descendientes. Porque alrededor de estos dos, Caín
y Set, como sus representantes, todos los hijos de Adán se agruparían conforme
a sus tendencias espirituales… Abel escogería la vida del peregrino. Caín, la
de la posesión establecida y el disfrute de la tierra.”
Por un lado vemos pastores
nómadas, peregrinos y extranjeros
esperando la Simiente prometida y la restauración de todas las cosas. También
vemos lo opuesto, vagabundos como
Caín, que buscan hallar el reposo mediante el arado de la tierra y la fundación
de ciudades seguras.
Edersheim continúa:
“El lugar de Abel no podía
permanecer vacío, si es que el propósito de la misericordia había de ser
desarrollado. Consecuentemente, Él dio otro hijo a Adán y Eva, a quien su madre
llamó de forma significativa ‘Set’, que significa “escogido” o mejor dicho aún,
“compensado”, porque ella dijo, “Dios me ha escogido (compensado) con otra
semilla en lugar de la de Abel, a quién mató Caín”. Sin embargo, antes de
detallar la historia de Set y de sus descendientes, las Escrituras trazan hasta
la quinta y sexta generación de Caín. Como ya sabemos, Caín había entrado en la
tierra de “Nod”—“deambular”, “andar sin reposo”, para edificar ahí una ciudad
que ha sido descrita correctamente como el establecimiento de los primeros
fundamentos de ese reino en el que prevalece el “espíritu de la bestia” (lee
Apocalipsis capítulos 17-19). [Énfasis añadido]
Caín fue el primer hijo de
perdición, el prototipo. Las ciudades corruptas y los gobiernos de los hombres
son nuestra herencia de parte suya. El camino de Caín es el sistema de la
bestia.
¿Qué tiene que ver con
nosotros hoy día el camino de Caín, después de tantos años muerto? ¡Caín está
muerto pero no sus caminos! La división entre los descendientes ha proseguido a
lo largo de la historia. Las naturalezas de estos dos hermanos nos dan una
visión de las relaciones de los hombres hasta el día de hoy. Esto se hace
evidente al avanzar la historia.
El Nuevo Exodo - Douglas Weaver
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