“En el desierto morará el derecho, y la justicia habitará en el campo fértil. La obra de la justicia será paz, y el servicio de la justicia, tranquilidad y confianza para siempre.” (Isaías 32:16,17).
Jesus “no vino a traer paz, sino espada” (Mateo 10:34). Vino a hacer justicia, a establecer justicia, y la paz será el fruto de todo ello. Pero esto traerá una confrontación con el mundo que nos rodea: amigo contra amigo, hermano contra hermano, padre contra hijo, madre contra hija, suegra contra nuera. Esto es inevitable porque el Reino de Dios se basa en la justicia. La sabiduría que procede de lo alto es “primeramente pura, después pacífica” (Santiago 3:17). “Amable, benigna”—Si. No es áspera ni cruel. Pero tampoco puede ser comprometedora. Debe ser primeramente “pura”. La verdadera paz saldrá de esto. La verdadera amabilidad y mansedumbre saldrán de esto. “Los puros de corazón” verán a Dios, y manifestarán y mostrarán el amor, la misericordia y la benignidad de Cristo. Pero en medio de todo ello, conocerá el sufrimiento de Dios por causa del pecado de Su pueblo y “amará la justicia y aborrecerá la iniquidad”, como el mismo Jesús.
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