Martin Stendal
“Bienaventurados los de limpio corazón;
porque ellos verán a Dios.”
En Sus bienaventuranzas, Jesús describe la dinámica del Reino de Dios. Primero, debemos entrar al Reino con una actitud de verdadero arrepentimiento, como mendigos espirituales (pobres en espíritu) desposeídos de nuestro orgullo y soberbia por la gracia (poder) de Dios.
Esto hará que lloremos cuando toda la magnitud de nuestro problema con los deseos, apetitos, pensamientos y actos del hombre viejo que dan puestos a luz por el Espíritu de Dios.
Para darnos ánimo, Él nos consuela si lloramos (como enlutados) al hombre viejo de pecado autorizando a Dios que lo acabe por completo.
El Espíritu de Dios viene a reposar sobre nosotros con una actitud “mansa,” y si nos dejamos conducir por Él hasta llegar a la madurez (perfección), heredaremos la tierra.
Cuando ponemos a Jesús a cargo de nuestras vidas, sentimos un deseo de seguir actuando para complacerlo a Él. Empezamos a sentir hambre y sed de justicia (haciendo lo que Dios quiere y exige) hasta que estemos satisfechos.
Después, si nos llegamos a los demás con misericordia y perdón, Dios tendrá misericordia de nosotros y nos perdonará. Dios también empezará a sanarnos y a purificarnos en nuestros corazones. Cuando Jesús dice: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios,” Él quiere decir realmente eso. En este punto, Dios puede restablecer los medios de comunicación con nosotros, exactamente como los que Él disfrutó con Adán antes de la caída.
Con el fin de tener un “corazón limpio” nuestra conciencia tiene que estar vacía de culpa. Dios nos ha dado una conciencia para decirnos cuando hemos hecho algo malo que pueda dañar nuestra comunicación con Él.
Ser de “corazón limpio” no significa necesariamente que nosotros hayamos alcanzado la perfección total (para eso se requiere morir y resucitar). Significa que hemos confesado y abandonado, con Su ayuda, todo pecado conocido y que nos hemos sometido a Su voluntad. Significa que estamos en paz con Dios.
También es necesario tener un “corazón limpio” con respecto a nuestro cónyuge, si esperamos mantener la comunicación íntima en nuestro hogar.
Una actitud de misericordia y de perdón que le dé a la otra persona el beneficio de la duda, construirá un largo conducto para mantener abiertas las líneas de comunicación en nuestras familias.
No nos equivoquemos. Si entramos en las actitudes que Jesús describe, Dios hará lo que Él promete. Si nos llegamos a Él para ser desposeídos por Su poder (gracia) de nuestra soberbia (de la parte de nosotros que quiere ser Dios) como “pobres en espíritu,” Dios nos dejará entrar en Su Reino.
Si someternos a Él hace que lloremos (enlutados) a nuestro hombre viejo, Él nos consolará realmente haciéndonos nacer de nuevo.
Si obedecemos al Rey Jesús mansamente en el poder del Espíritu Santo, heredaremos verdaderamente la tierra. “Porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios” (Romanos 8:13,14 SEV). Si perdonamos misericordiosamente a los que nos rodean, Él perdonará verdaderamente nuestros pecados. Si se lo permitimos, Él restaurará y purificará verdaderamente nuestros corazones y abrirá una comunicación con nosotros por medio de Su Espíritu Santo. Estas promesas son para ahora.
Jesús no está prometiendo solamente “castillos en el aire” para una fecha futura. Él nos está prometiendo un poder dinámico ahora para cambiarnos por dentro y por fuera.
Rescate su Familia – Martin Stendal
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