A.W. Tozer
Para el hijo de Dios no existen los accidentes. Camina por una senda marcada. El camino que sigue fue escogido para él cuando todavía no era, cuando todavía sólo existía en la mente de Dios.
Puede ciertamente parecer que le sobrevienen accidentes y desgracias en su camino; pero estos males lo serán sólo en apariencia, y parecerán males sólo porque no puede leer el secreto guión de la oculta providencia de Dios, y no puede por tanto descubrir el fin que Él persigue.
Cuando la verdadera fe entra en el corazón, se van para siempre de él el azar y los accidentes. No tienen tales cosas dominio sobre los nacidos del Espíritu, porque éstos son hijos de la nueva creación, estando al cuidado especial del Dios Altísimo.
Mientras peregrinan aquí abajo, estos hijos del pacto eterno pueden pagar una prenda en tributo a la naturaleza:
Las enfermedades, la ancianidad y la muerte pueden gravitar sobre ellos, y para los ojos no críticos pueden parecer como los demás hombres. Aquí, como en todos los otros juicios que se hacen del cristianismo, el mundo se ve completamente engañado por las apariencias, porque no puede ver que estos creyentes están
«escondidos con Cristo en Dios».
El hombre de verdadera fe puede vivir con la total certidumbre de que sus pasos están ordenados por el Señor.
Para él, la desgracia está fuera de los límites de lo posible. No puede ser arrebatado de esta tierra ni una hora antes del tiempo que Dios ha dispuesto, y no puede ser detenido sobre la tierra un momento después que Dios haya terminado con él aquí abajo. No es un trotamundos sin rumbo, carente de dirección en el tiempo y en el espacio, sino un santo del Señor, y el amado a quien Él cuida de una manera entrañable.
Todo esto no es un mero ensueño, ni un credo consolador entretejido como una vestimenta para dar calor a los entumecidos corazones de almas solitarias y asustadas en un mundo tenebroso y hostil. Es más bien la esencia de la verdad, una Justa recapitulación de la enseñanza de la Biblia acerca de esta cuestión, y debería ser recibida con reverencia y gozo junto con todo lo demás que se enseña en las Escrituras de verdad.
Aquí pues, ya no dudo más.
Mas en su beneplácito reposo.
De Aquel cuyo saber, amor, verdad y poder.
Dedica a darme bendición.
Caminamos por una Senda Marcada - A.W. Tozer
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