Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


27 de mayo de 2011

LA PERLA PRECIOSA



Paola E. Meza

“Quien tenga oídos para oír que oiga”

El Reino de los Cielos es como un cierto comerciante que buscaba perlas buenas:
Todo daría sin vacilación por la perla yo tener
No hay posesión que se acerque en valor; a la perla en mi poder,

Más que el sol y que el cristal, la perla brillará
La perla es el REINO DE DIOS, todo cuanto El meda.

Cuanto yo tengo a perdido valor, pues ahora la perla vi,
No descansaré, ni me conformaré hasta que herede yo y sienta el fulgor del REINO DE DIOS en mí.

Juntaré cuanto tengo yo, todo lo que el mundo medio
Y los placeres yo he de cambiar; por algo que mucho a de brillar.

Cuanto yo tengo a perdido valor, pues ahora la perla vi,
No descansaré, ni me conformaré hasta que herede yo y sienta el fulgor del REINO DE DIOS en mí.

Jesús se refería a la gente a través de parábolas y les enseñaba los secretos del REINO DE DIOS. Sus discípulos en una ocasión le preguntaron el por qué enseñaba por medio de parábolas. Jesús les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciben; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. (Marcos 4: 12,13).

Jesús tenía el propósito de enseñar sobre el REINO DE DIOS a toda criatura, pero muchos son los llamados y pocos los escogidos, los que escuchan la palabra de Dios verdaderamente son aquellos que han construido un vinculo estrecho con El, a través de la obediencia a su voluntad y siendo participes en su muerte y sepultura.

Por lo cual es ahora (hoy) que debemos vivir EL REINO DE DIOS, camina pensando en Dios, actúa como Jesús, respira su espíritu y fortalécete en su amor. (El Reino de Dios no vendrá con observación; ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el Reino de Dios entre vosotros está. Lucas 17:21,22)

Podemos encontrar muchas citas en la biblia sobre el REINO DE DIOS, Jesús estaba absolutamente consagrado a cumplir la voluntad del padre, predicar el evangelio del reino (Y aconteció después, que él caminaba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el Evangelio del Reino de Dios, y los doce con él. Lucas 8:1). La voluntad de Dios es que conozcamos y heredemos su Reino que entremos a ese nuevo ámbito de vida espiritual, donde ya no seremos nosotros quien gobernemos sino Dios quien domine nuestra vida.

Es necesario vivir el REINO DE DIOS con justicia y paz primeramente en nosotros para luego participarlo al mundo; apartándonos; no del mundo, sino de nosotros mismos, del culto al YO, de nuestras “súper ideas” que muchas veces son la voz de Satanás para negar a Jesús en nuestra vida, apartándonos de las falsas enseñanzas de la prosperidad material, exaltación al ego del hombre, de la hipocresía espiritual, de aquellos que impiden que entremos al REINO DE DIOS (Más ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el Reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros entráis, ni a los que están entrando dejáis entrar. Mateo 23:13).

Busca esa perla preciosa, se como ese comerciante que buscaba lo bueno, lo fino y cuando lo encontró, lo dio todo, perdió su vida, todo lo aborreció. El encontró algo más excelente y puro a JESUS Y SU REINO, se dio cuenta que la única manera de conocer las cosas de Dios es a través del sacrificio de su propia vida.

Para ser participes del REINO tenemos que nacer de nuevo, nuestra entrada al REINO ha de ser una continua negación a los placeres de este mundo, compartiendo y entregándolo todo para poseer la perla, porque es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el REINO DE DIOS.

Qué hermoso y alentador video, la pregunta es: Cuántos están dispuestos a dejarlo todo y comprar la perla de gran precio?

La Perla Preciosa - Paola E. Meza

22 de mayo de 2011

QUE ES LA VERDAD?


Paul Volk


“¿Qué es la verdad?” Poncio Pilato nunca hizo una pregunta más importante. Y, aunque el hombre a quien se la hizo no contestó ni una sola palabra, nadie ha recibido jamás una respuesta más completa y articulada. ¿Por qué Jesús guardó silencio? Y, cuando se les hace a los hombres la misma pregunta hoy, ¿por qué nos sentimos tan obligados a hablar? Podríamos pensar que hemos tenido a nuestra disposición muchas más verdades y doctrinas correctas que las que tuvo Jesús.

Podríamos haber dado a Pilato una afirmación muy impresionante, por completo escritural y correcta. ¿Por qué no hizo Jesús lo mismo? En otros tiempos y en otras oportunidades, sin duda Él fue elocuente. Podía razonar y contender con las mejores mentes religiosas en Israel.

Sin embargo, ante Pilato, Jesús, el maestro del debate, el interlocutor escritural máximo, permaneció mudo. Su silencio no nacía de falta de verdades. Poseía las verdades en abundancia.

No guardó silencio porque le faltaran verdades, sino porque estaba lleno de verdad, porque Él era la Verdad y, en ese momento, musitar una simple verdad, podría haber servido para oscurecer la verdad viviente que era.

Jesús pudo no haberle hablado a Pilato, pero en cambio nos habló a nosotros. Inclusive nos respondió la pregunta que Pilato hizo, pero su respuesta fue tan llena de perplejidad y tan contraria a nuestras expectativas, como fue su silencio ante Pilato. “Yo soy la Verdad,” había dicho, para implicar que la verdad es más que una suma de respuestas correctas.

No es algo que se pueda poseer sino algo, primero y por encima de todo lo demás, que se es.

La Verdad es espíritu, es vida; y este espíritu, esta vida, es el camino, el único camino al Padre. “…Yo soy…la verdad…nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Repentinamente nos amanece y vemos que no es por tener verdades, sino por convertirnos en verdad que somos salvos. El deseo de Dios no es tan sólo informarnos, sino transfigurarnos, no llenarnos con verdades, sino hacernos verdad.

El Espíritu Santo, el Consolador, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de adopción que derramó el amor de Dios en nuestros corazones, es el Espíritu de Verdad.

Jesús nos deja en un terreno nuevo, no familiar. Sabemos lo que significa que una afirmación o una doctrina sean verdaderas, pero ¿qué significa cuando un hombre declara: “Yo soy la verdad”? Sabemos lo que quiere decir tener verdad, pero vacilamos ante la idea de ser verdaderos.

Estamos y nos sentimos mucho más en casa con la religión que está ocupada en tener y hacer. Sabemos cómo ir por ahí y adquirir más y más verdades. Pero la religión de Dios está animada al máximo por un deseo de ser, no simplemente por hacer o adquirir.

Buscamos poseer la verdad. Dios busca hacernos verdaderos. La diferencia es amplia y las clases de hombres producidos por cada búsqueda, difieren enormemente y tendrán un efecto completamente distinto.

Si creemos que por tener somos, que convertirnos en verdad es simplemente una función de adquirir una cantidad suficiente de verdad, estamos en engaño.

Tal engaño produce, si se le permite seguir sin quebrantarlo, el espectáculo trágico e irónico de hombres impecables (así ellos lo creen) en sus doctrinas, pero que viven vidas que esencialmente son actuación e imitación, es decir, falsas. Si una viuda pudo decir a Elías: “…la palabra de Jehová es verdad en tu boca” (1 Reyes 17:24), entonces de esto se deduce que la Palabra de Dios en la boca de alguien, puede ser falsa. La boca, la voz, no están separadas de la palabra que sale de ellas. La voz y la palabra son un continuom inquebrantable.

Jesús habla la palabra de Dios, porque Él es la Palabra de Dios. Él habla verdad, porque es verdadero. Las verdades son importantes, pero sin el Espíritu de Verdad en nosotros para animarlas, están tan muertas, y son tan mortíferas, como la ley escrita en la piedra. Si la ley sola, aunque se cite y se siga correctamente, no pudo hacernos rectos ni justos, entonces ¿cómo las verdades solas, aunque se profesen con toda la ortodoxia, nos podrán jamás hacer verdad?

Así como Cristo es la meta y el cumplimiento de la ley de Dios, de igual manera es la meta y el cumplimiento de las verdades de Dios. El mismo Dios que pudo hacer de un fariseo como Pablo una epístola viviente de Su gracia, por el Espíritu de Gracia, también puede convertir a Su Iglesia en una demostración viva de la verdad por el Espíritu de Verdad.

Vivimos en una edad que de manera constante desprecia y denigra la verdad preposicional. Inclusive, dentro de la iglesia, se está convirtiendo en una fuente de vergüenza el contender sobre las doctrinas de la fe, como si toda contienda fuese de necesidad contenciosa, y ¿quién quiere que se le ponga la etiqueta de divisor en nuestra época crecientemente ecuménica? Algunos parecen pensar que por el hecho de usar la palabra “simple” antes de “doctrina” ya el tema se ha tratado de manera suficiente. Pero no hay doctrinas “simples.” Las verdades de la fe son, y continuarán siendo, dignas de vivir y morir por ellas.

Es necesario proclamar el Espíritu de Verdad, no porque la palabra de verdad no sea importante, sino precisamente porque es muy importante. Las verdades que se proclaman rudamente, sin una vida que sea verdad, son un mal servicio a la verdad. Pero de la misma manera, la categoría de “auténtica” o “real” o “verdadera” de una forma que disminuya el sitio y el valor de las verdades una vez dadas a la iglesia constituye igualmente un mal servicio para la verdad.

Sería trágico y una verdadera ironía si el Espíritu de Verdad se llegase a convertir en incluso otro estandarte definitivo detrás del cual se enaltezca una versión de la verdad parcial y, por tanto, falsa.

Que es la Verdad? - Paul Volk

18 de mayo de 2011

EL ULTIMO DIOS POR QUITAR


Michael Clark y George Davis

Juan cerró su primera epístola con estas palabras, “Hijitos, guardaos de los ídolos, Amén” (1ª Juan 5:21).

La Biblia ampliada dice, “Hijitos, guardaos de los ídolos (dioses falsos)—[guardaos de cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios en vuestro corazón, de cualquier cosa que Le sustituya o que tome el primer lugar en vuestra vida] Amén (así sea).
El diccionario del Nuevo Siglo define a un ídolo como “… cualquier persona o cosa que sea el objeto de un respeto de adoración ciega o una devoción desordenada.”

En resumen, un ídolo es cualquier cosa que no sea Dios a quién rindamos adoración.

La cristiandad hoy día venera a un icono por encima de todos los demás. Es el ídolo más engañoso, ilusorio y amado, conocido del hombre religioso. Aunque los otros ídolos sean más obvios y más fácilmente desechados, este objeto de adoración es con frecuencia el último dios por quitar. Se habla de él en todas las televisiones y emisiones radiofónica “cristianas” y es el tópico de un número indecible de libros “cristianos”.

Muchos gastan sus vidas en una devoción imperecedera, quemándole incienso desde las tempranas horas de la mañana a las horas más tardes de la noche.
¿Cuál es este ídolo que embruja a tantos cristianos bien intencionados? Es el dios del MINISTERIO.

Detrás de este ídolo hay un objeto de adoración aún más siniestro y engañoso. si quitas la cortina que hay detrás del destello, del fuego y del humo de tanto “ministerio” hoy en día, lo que descubres en un culpable totalmente diferente. Escondido detrás de la cortina llamada “Mi Ministerio”, lo que hay es el fraude del interés personal que se exalta a sí mismo.

Jesús contrastó esta idolatría a Su propia devoción al Padre. Él dijo a los fariseos, “Gloria de los hombres no recibo. 42 Más yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.
44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? (Juan 5:41-44). Meditemos en estas palabras por un instante.

Un rasgo de predominante de esta idolatría lo expresan las palabras de Cristo, “si alguno viene en su nombre, le recibís”. ¿Cuántas veces vemos esto? Grandes multitudes que se reúnen para escuchar y ver a hombres de renombre que vienen en su propio nombre. Y sin embargo, el que es verdadero, el que busca la honra del Único Dios verdadero y rehúsa aceptar honra de hombres, ése no es recibido.

El hombre carnal adora poner luces de neón a su nombre. Y los seguidores carnales adoran identificarse con personalidades de renombre. ¿Has visto el gran cartel anunciador de Juan el Bautista en el precipicio junto al Jordán, anunciando “Ministerios de Juan el Bautista”, o “Nosotros somos el bautismo”? No. Juan no vino en su propio nombre. Cuando los mensajeros de los líderes religiosos de Jerusalén le preguntaron quién era, simplemente contestó: “Soy la voz de uno que clama en el desierto”.

Juan no vino a exaltarse a si mismo sino a preparar el camino del Único a quien Dios quería glorificar, el mismo Hijo de Dios. Jesús dijo a esos Fariseos, “gloria de los hombres no recibo… pero os conozco…” Hay pocas dudas de lo que Cristo está comunicando con esto. Puesto que estos fariseos no tenían el amor de Dios EN ellos ni buscaban la gloria de Dios, tampoco adoraban realmente a Dios.
En lugar de eso, se honraban a sí mismos. Buscaban la gloria de los hombres, y no la gloria que procede solo de Dios. Su capa religiosa era solo una táctica para ganar poder sobre los justos.

Pablo lo expresaba de este modo: “Pero el que se gloríe, gloríese en el Señor, porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo sino aquel a quien el Señor alaba” (2ª Cor. 10:17-18 énfasis añadido). En otra parte escribía:

“Porque, ¿busco el favor de los hombres, o el de Dios? ¿Lucho por agradar a los hombres? Porque si todavía agradara a los hombres no sería siervo de Cristo” (Gál. 1:10). No puede estar más claro. Si nuestro enfoque es el favor de los hombres, no podemos ser siervos de Cristo. No somos verdaderos si no buscamos la gloria que procede solo de Dios.

Cuando nuestro sentido de la responsabilidad es horizontal hacia el hombre en lugar de vertical hacia Dios, no podremos ser fieles a Cristo. Cuando buscamos la alabanza de los hombres, los celos y la incredulidad se introducirán arrastrándose. Jesús dijo, “¿Cómo podéis creer si recibís gloria los unos de los otros?” La creencia es más que adherirse a un sistema de doctrina. Es fidelidad a la dirección de Dios y obediencia solo a Él. Vives lo que crees.

14 de mayo de 2011

EL JOVEN RICO

C.T. Studd

C.T. Studd salió de Inglaterra en Febrero, 1885, rumbo a China. Tenía 23 años de edad, e iba a predicar el evangelio con el grupo misionero de Hudson Taylor. Antes de salir, habló privadamente con Hudson Taylor, informándole que su padre le había heredado una fortuna de unos $2,500,000 dólares, y que el testamento indicaba que al cumplir los 25 años de edad, podía tomar posesión de ese dinero. Sin embargo, su lectura de la Biblia le había conducido a unas conclusiones definidas. Jesucristo había dicho, “Vended lo que poseéis, y dad limosna,” (Lucas 12:33) y “No os hagáis tesoros en la tierra.” (Mateo 6:19.)

Los cristianos después de Pentecostés habían hecho esto: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.” (Hechos 2: 44-45.)

Finalmente, Jesús había exhortado a un joven rico, diciendo, “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.” (Marcos 10:21.) A C.T. Studd le parecía que estas obligaciones se aplican igualmente a los discípulos modernos como a los que habían oído las palabras de los labios de Jesús. Por tanto, a la luz de la Palabra de Dios, C.T. había decidido dar toda su fortuna a Cristo, aprovechando la oportunidad dorada de hacer lo que el joven rico no quiso hacer.

No fue una decisión apresurada. Hudson Taylor le recordó que no podía hacer nada por dos años, hasta que tuviera los 25 años de edad, y que no tenía que tomar una decisión final hasta entonces. Pero esto no era una emoción pasajera para C.T. Se trataba de simplemente obedecer la Palabra de Dios.

Pasaron los dos años, y C.T. se encontraba en la ciudad de Chungking, China. Escribió en su diario, “Un día yo estaba leyendo... donde Cristo habló con el joven rico. Entonces Dios me hizo recordar los votos que le había hecho. Unos días después llegaron unas cartas del banco para decirme cuánto había heredado. Dios me dijo lo que tenía que hacer.
Entendí en ese momento por qué me habían mandado a la ciudad de Chungking. Necesitaba firmar una carta poder, y se requería la firma de un oficial de la reina de Inglaterra. Fui al Consul, pero cuando vio los documentos, dijo, ‘No los firmaré.’ Finalmente me dijo que me iba a dar dos semanas para considerar la decisión, y si todavía estuviera decidido, los firmaría. Al fin de las dos semanas regresé, los firmó el oficial, y los documentos salieron".

C.T. calculó que su herencia era 29,000 libras. Cada libra era 7.3 gramos de oro puro. El total eran unos 212 kilos de oro. Decidió empezar con dar 25,000 libras. Un día memorable, el 13 de enero de 1887, mandó cuatro cheques de 5000 libras cada uno y cinco cheques de 1000 libras cada uno. Así como un hombre de negocios hace sus inversiones en las mejores acciones, C.T. invirtió en el Banco del Cielo.

Mandó 5000 libras a D.L. Moody, con que el Sr. Moody estableció el Instituto Bíblico Moody en Chicago para preparar a los predicadores del evangelio. Mandó 5000 libras a Jorge Müller, indicando que 4000 era para misiones y 1000 para su orfanato. Mandó 5000 libras a Jorge Holland para ayudar a los pobres en Londres. Y mandó 5000 libras a Booth Tucker para el Ejército de Salvación en la India. Este cheque llegó exactamente el día después que habían orado toda la noche por nuevos obreros para reforzar la obra. Se usó para enviar 50 nuevos misioneros.

Después dio otros miles de libras para la obra misionera en la China, reservando 3,400 libras para regalarle a su novia en el día de su boda. Pero ella le dijo, “Carlitos, ¿qué dijo el Señor al joven rico? Véndelo todo. Pues vamos a empezar nuestro matrimonio con las cuentas liquidadas.”
Se sentaron y escribieron la siguiente carta al General Booth, fundador del Ejército de Salvación: Mi querido General, Estamos muy tristes porque acabamos de oír de la enfermedad grave de su esposa, y nuestros corazones se llenan de una profunda simpatía. No puedo decirle cuántas veces el Señor me ha bendecido a través de leer sus escritos en su publicación “The War Cry” y en sus libros. Y ahora queremos enviar adjunto un cheque por la cantidad de 1,500 libras. Otras 500 libras hemos enviado al Hermano Tucker para su regalo de bodas.

Además estoy informando al banco para que venda nuestra última inversión de 1400 libras y mandársela a usted. De aquí en adelante nuestro banco está en el Cielo. Ya ve, no obstante la gran seguridad terrenal del Banco de Inglaterra, tenemos temor de que se quiebre en el día del juicio final. Y hemos tomado este paso de acuerdo con una referencia a la Palabra de Dios, y el mandato de Jesucristo, quien dijo, “Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan.” Además dijo, “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” Y otra vez dijo, “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso.”

Podemos dar gracias a Dios por su gracia, que hemos hecho esto “no por fuerza, sino voluntariamente” y de todo corazón. Alabado sea el Señor. Amén. Y también damos gracias a Dios que ahora hemos llegado a esa posición de: “No tengo plata ni oro.”

Ahora esta ofrenda no viene de parte mía, porque me enseñaron que la Biblia dice, “si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” Así que tomé todo esto, y se lo di a mi esposa para suplir sus necesidades. Y ahora ella misma está mandando este dinero porque estima que el Cielo es el banco más seguro, y además es muy conveniente porque no hay problemas de cambiar cheques, sino solamente, “pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.”

Arriesgar todo por obedecer a Dios - C.T. Studd

7 de mayo de 2011

EL PUEBLO DEL CAMINO


 
George H. Warnock

Jesús es el CAMINO, y la VERDAD, y la VIDA – y no es solamente el que muestra el Camino, el que dice la Verdad y el que imparte la Vida. En otras palabras, Él no solo nos dice qué hacer, no solo nos explica lo que Él quiere decir, y no solo nos da una parte de Su propia vida.

Debemos llegar a ser UNO con Él en todos los tres campos. Debemos estar plenamente identificados con Él. Entonces, cuando empezamos a identificarnos con Él, descubrimos zonas de la Verdad y de la Vida que no hubiéramos podido descubrir jamás mediante mucho estudio y esfuerzo.

En sus comienzos, el pueblo de la Iglesia del Nuevo Testamento acostumbraba a referirse a sí mismo como el pueblo del Camino. Hace tiempo, reflexionaba mucho sobre esto. Saulo se dedicó a perseguir “este Camino;” pero, después de su conversión, dio testimonio que él adoró a Dios según el “Camino” que los hombres llamaban herejía.

El pueblo de Dios es el pueblo del CAMINO. Ellos van a llegar a algún lugar... no después que mueran, sino AHORA. Tienen el propósito, la visión, la luz; y sólo son peregrinos y extranjeros en la Tierra.

Como Abraham de la antigüedad, ellos saben que están en la tierra que Dios les ha prometido, pero que ella todavía no es la “casa.” Todas las promesas de Dios en Cristo Jesús son significativas y muy reales para nosotros, pero si en verdad somos el pueblo del Camino, como lo fue Abraham, tenemos que sentir que no estamos realmente en casa... que debe haber justamente algo más para la Vida de lo que hemos experimentado hasta ahora.

Tome nota de esto: Abraham estaba en la tierra que Dios le había prometido para siempre a él y a su Simiente... pero supo cabalmente en su corazón que debía haber mucho más en cuanto a la “tierra” de lo que él había visto cuando la recorrió a lo ancho y a lo largo. Él confesó que sólo era “extranjero y peregrino” – y el Espíritu Santo nos recuerda que un testimonio como éste, era indicio que él y su Simiente estaban esperando “la ciudad con fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios” (Hebreos 11:10). (Y no olvide usted que la verdadera Simiente de Abraham es “Cristo” y aquellos que están en Él). (Ver Gálatas 3:13-29).

Todas las benditas seguridades del Nuevo Testamento referentes a nuestra posición en Cristo y a nuestra bienaventuranza en Él, jamás fueron destinadas por el Señor para hacer que descansáramos en el gozo y en el contentamiento de esa bienaventuranza, sino para crear dentro de nosotros un hambre por alcanzar ese llamamiento a lo alto que, hasta ahora, ha estado fuera de nuestro alcance.

Feliz el hombre o la mujer que llega a ese lugar en su andar con Dios cuando – a despecho de todo el conocimiento y de todo el entendimiento que pueda tener en relación con su herencia en Cristo Jesús, todavía encuentra algo dentro de su corazón para decir: “Sí, te agradezco, oh Señor, por Tu Verdad y por todo lo que Tú me has dado... pero no estoy completamente satisfecho... porque hay algo que me hace falta... ¿qué es, Señor?” Porque entonces el Señor, que siempre tiene complacencia de aquella persona que tiene su deleite en Él, más de lo que se deleita con su conocimiento de la Biblia... el Señor Mismo se complace en revelarle más claramente Su Camino. Entonces, aquella persona hambrienta llega a comprender que la razón por la cual no puede estar satisfecha con su estado actual es porque, al andar con Dios, Él no le permite que esté satisfecha. Y Dios no le permite que esté satisfecha porque hay más, mucho más a lo que Dios desea llevarla.

Hay una diferencia entre estar “descontento” y estar “insatisfecho.” Siempre debemos estar agradecidos por todo lo que Dios ha hecho por nosotros y por el lugar a donde Él nos ha llevado; pero siempre deseosos de seguir adelante con Dios para entrar en la plenitud de Su propósito. Siempre satisfechos con el fresco maná que Él nos da diariamente para cada una de nuestras necesidades, pero que –aun cuando participamos de Él– permanece en nosotros esa hambre insatisfecha de participar del Viejo Grano de la tierra de nuestra herencia.

Hay más, mucho más. Todavía hay alturas que alcanzar en Dios; todavía hay océanos y profundidades que explorar en Dios, que jamás creímos que estuvieran dentro del ámbito de lo posible en esta vida.

El Hisopo que Nace en la Pared – George H. Warnock

3 de mayo de 2011

ES EL TIEMPO DE LA COSECHA


 
George H. Warnock


Creo que la mayoría del pueblo de Dios sabe que éste es el tiempo de la cosecha. Pero, ¿hemos reflexionado seriamente en las muchas implicaciones que tiene el tiempo de la cosecha? Bien, debemos, por supuesto, salir rápidamente para recoger la cosecha antes de que sea demasiado tarde.

Pero, ¿qué pasa si esperamos a que Dios prepare y envíe…? Jesús dijo (y esto es algo que nuestras iglesias desconoces a menudo): “la mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envié obreros a su mies” (lucas 10:2). Porque, a menos que el Señor de la mies los envié, nosotros los enviaremos en vano y ellos irán en vano.

Si el tiempo de la cosecha, es el tiempo de recolección del grano. Es cierto. Pero, si  es  tiempo de la cosecha, es tiempo de la división y de la separación. Primero, las cizañas deben ser separadas del trigo. Y, como seguramente cuando esto empiece, vamos a oír los gritos que advierten  al pueblo de Dios, para que tengan cuidado… “¡Esto no puede ser de Dios, porque el pueblo de Dios está siendo separado y dividido!” Dios sabe lo que está haciendo.

El unirá al pueblo de Dios en un solo cuerpo… pero, seguramente, El dividirá y separará el trigo de la cizañas. ¡Y sólo Dios puede encontrar la diferencia!

Si es tiempo de la cosecha, entonces el Labrador entrará en su huerto en busca del fruto perfecto, del grano perfecto. Este debe ser como la semilla como la semilla que se plantó en la tierra cuando Jesús se prefirió la voluntad del Padre antes que el cumplimiento de un glorioso ministerio mesiánico.

La fidelidad de Jesús para morir en obediencia a la voluntad de su Padre, es la garantía de Dios para usted y para mi - y para toda la tierra – de que en el día de la Cosecha, se producirá EL GRANO PERFECTO, EL GRANO SANO, EXACTAMENTE COMO LA SEMILLA QUE FUE PLANTADA.

Una vez más, como en la iglesia primitiva,  afuera está el mundo entero que odia al Dios de cristianismo. Pero, ¿podemos culparlos? Porque el único concepto que ellos tienen de Dios, proviene de lo que han visto en el pueblo de Dios. Y, con demasiada frecuencia, no es muy edificante que se diga.

Cualquier etiqueta impactante que proclame que Dios está vivo, es un adminículo muy barato, y no causa impresión a la gente, pues no comunica lo que hay dentro de un verdadero cristiano. Pero cuando el espíritu Santo haya cumplido el encargo que le ha sido dado, y haya unido a los apóstoles de Cristo con Su Señor en una unión total y perdurable con El, el mundo va a conocer y a creer que ese Jesús es el hijo de Dios.

¡Una vez más, DIOS SERA JUSTIFICADO EN EL ESPIRITU! Y el Espíritu de Dios que vive y mora en absoluta plenitud en este HOMBRE corporal que está emergiendo en medio de la iglesia, hará ver a un Dios de virtud absoluta en la tierra. Cristo recibirá para Sí Mismo una iglesia gloriosa, sin mancha y sin arruga, o tacha… o cosa semejante. Y Dios habrá encontrado para Sí Mismo esa morada por la cual ha suspirado Su corazón desde la eternidad.

“Y yo Juan vi la santa Ciudad, Jerusalén la nueva que descendía del cielo, aderezada de Dios, como la esposa ataviada para su marido…Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios todo poderoso es el templo de ella, y el cordero” (Apocalipsis 21:2,22).

De la Tienda al Templo – George H. Warnock

"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry