Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


22 de julio de 2018

EL RECORRIDO DE UN LLAMAMIENTO EQUILIBRADO



Virgilio Zaballos

El apóstol Pablo dijo “Corred de tal manera que lo obtengáis”. Y el autor de los Hebreos escribe: “Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”. El llamamiento de Dios es una carrera larga, para toda la vida, y hasta la eternidad. Por lo tanto, precisa de una estrategia diseñada a largo plazo, con etapas intermedias a corto y medio plazo. Veamos la enseñanza del Maestro sobre el llamamiento equilibrado en Lucas 14:25-33).

Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo


ESCOGEMOS LIBREMENTE. “Si alguno viene a mí”. Jesús ejerce una atracción “magnética” para las multitudes, pero él sabe que no todos aguantarán las demandas del discipulado. El llamado es para cada uno, aunque no todos tendrán la misma función. Algunos son llamados específicamente por nombre y para una misión concreta. “Dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hechos, 13:2).

RENUNCIAMOS LIBREMENTE. “Y no aborrece”. Cuando hacemos una elección estamos renunciando a otras y cuando amamos a Dios aborrecemos al diablo, al pecado y al mundo. Por tanto, escoger es renunciar y amar es aborrecer. No podemos jugar a dos bandas. Jesús es el Camino, y esta verdad descarta “otros caminos”. ¿A que hay que renunciar? La respuesta es: padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y la propia vida. ¿Que significa esto? Que el llamamiento de Dios exige la prioridad de nuestras vidas. Que nuestra vida, en todas sus vertientes (familiar, afectiva, intelectual, etc.), esté crucificada con Cristo. Le pertenecemos. Y todo aquello que el Señor quiera devolvernos lo resucitará para que lo disfrutemos (padres, esposa, hijos, hermanos, talentos, etc.). Esta verdad la encontramos también en Marcos 10:28-3l y 1 Corintios, 7:29-31.
Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa”

LLEVAR LA CRUZ. “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mi, no puede ser mi discípulo”.  ¿Que significa? Es llevar la sentencia de muerte encima de nosotros todo el tiempo. Pablo dijo: “Os aseguro, hermanos, que cada día muero” (1Co.15:31). Y también, “... Siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2Co.4: 11). Significa vivir la realidad del desprendimiento de todo lo que pueda atarnos a lo terrenal, viviendo ligados plenamente al plan de Dios con nuestras vidas (Gá.2:20) (Fil.3:8) (Col.3: 1-4). El salmista lo expreso con éstas palabras: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Sal.73:25).

TENER UN DESEO POSITIVO. ”Queriendo edificar”. Es como decir “sí, quiero”. Dios espera nuestra respuesta positiva a Su ofrecimiento de una vida discipular. Dios mismo es quién produce en nosotros los deseos, un sentir, etc.
Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil.2: 13). No resistir el fluir del Espíritu Santo en nuestros corazones, sino dejándonos llevar por Él, nos pondrá en el camino correcto de discípulos.
Ejemplo: Maria (Lc.1:38) “Hágase conmigo conforme a tu palabra”.

SENTARSE A CALCULAR Y CONSIDERAR.  “Se sienta primero y calcula los gastos”.  “Se sienta primero y considera si puede”. El discípulo verdadero se dispone a conocer las condiciones reales de su llamado. Se sienta tranquilamente a oír (Lc.10:39) y calcular el costo real de la decisión que tiene que tomar. Hacerlo precipitadamente o sentirse forzado a ello es lo que vulgarmente se dice “pan para hoy y hambre para mañana”.
(Neh. 1:4) “Y... Me senté y lloré, e hice duelo... ayuné y oré...“

Ejemplo: Mi experiencia personal. Pasé varios meses en soledad, abriendo mi corazón al llamado de Dios. Me iba dando cuenta paso a paso de lo que significaría en mi vida práctica, lo que tendría que enfrentar... y a medida que entendía el desafío tomaba decisión tras decisión en mi corazón; me afirmaba en el discipulado y me disponía para resistir los ataques familiares, sociales, laborales, etc. El Señor grabó en mi interior estas palabras:
“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria” (Lc.9:26)
El discípulo que alcanzará un llamamiento eficaz y duradero, es aquel que ha OIDO adecuadamente. Primero oye, luego hace. Sabe que habrá un tiempo en su vida para oír, oír y volver a oír. No está deseoso de subir al púlpito rápidamente; si no que oye la palabra, la digiere, se funde con ella y luego llegarán los tiempos para ministrar la palabra...

DESCUBRIR LOS DONES. “...A ver si tiene lo que necesita...” El discípulo se ha sentado a oír Su palabra, y en ese oír, va descubriendo el propósito de Dios para su vida. Encuentra su identidad en las Escrituras -Jesús la encontró deliberadamente en el libro de Isaias, según Lc.4:17 al 21-. Descubre sus dones y el llamamiento del Señor; el propósito de su vida.
Conoce lo que es y lo que no es; lo que tiene y lo que no tiene; lo que puede hacer y lo que no debe emprender. Observa las veces que se repite en el texto esta expresión: “No puede”. ¡Hasta seis veces!. ¿Por qué no puede? Porque no reúne las condiciones, no tiene los dones necesarios, no es el momento, etc. (Lc.8:18 y 19:12-27). Conocer los dones espirituales que uno tiene y los que no tiene es uno de los descubrimientos más necesarios de la vida cristiana. Este descubrimiento facilitará enormemente la función que debemos realizar sin caer, continuamente, en imitar a otros, en compararnos con los demás, etc.

EL TIEMPO DE LA ACCIÓN. No estamos diciendo que debemos mantenernos pasivos hasta llegar al punto donde sé todo y tengo todo para comenzar a hacer algo para Dios. ¡NO! La vida cristiana está siempre activada por la Vida de Dios, y ésta produce continuamente actividad divina. El problema lo tenemos a la hora de entender qué actividades son movimiento y cuáles son estancamientos. El entrenamiento no es un compás de espera. Es movimiento hacia... Oír de Dios es actividad espiritual. Consumir cultos y ocupaciones religiosas o carnales son pérdidas de tiempo, energías y medios económicos. Es una vida paralizada; un llamamiento estancado.

El tiempo de la acción, en el contexto que estamos exponiendo, es el tiempo de un despliegue y ensanchamiento sobrenatural (Is.54.2) (Hch.13:1-4). Es fruto duradero. No es la iniciación del llamamiento, sino más bien la productividad del servicio a Dios.
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; si no que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” (Sal.1:1-3).

Resumiendo. Para entender cada una de estas etapas en su conjunto miremos al ejemplo de los apóstoles del Maestro. En ellos veremos como sobrepasaron cada una de las fases del llamamiento para llegar a la meta final.
Primero escogieron libremente el llamado de Jesús (Mt.4:18-22) (Jn.6:66-69).
Luego renunciaron a todo por el Mesias (Mr.10:28).
Emprendieron la senda de la cruz con un deseo evidente de seguir a su Señor; consideraron el costo del discipulado con todas sus consecuencias; descubrieron sus dones y ministerios. Así llegaron al tiempo de dar mucho fruto a partir del día de Pentecostés con la venida del Espíritu Santo.

El llamamiento de Dios no es igual para todos, aunque sí las demandas del discipulado.
Para el liberado gadareno significó volver a su familia y contar las grandes cosas que el Señor había hecho en su vida (Lc.8:38-39).
Para el joven rico el precio era vender todo lo que tenía y darlo a los pobres (Lc.18:22-23).
Sin embargo, para Zaqueo no significó ese desprendimiento total de posesiones materiales; él mismo tomó la iniciativa y dijo:
“He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lc. 19:8).
Para el apóstol Pablo fue la continua persecución y tribulaciones que padeció (Hch.9:15-16).
Y para todos aquellos que quieren vivir piadosamente la vida del discipulado habrá diferentes tipos de tribulación por Cristo.

Nota: Ninguna experiencia personal debe convertirse en doctrina, aunque puede haber mucha similitud en las vidas de los discípulos. Cada uno recibe el equipaje (pruebas-cruz)| necesario para el entrenamiento que necesita y la función que debe realizar.
    
El milagro de una Vida Equilibrada - Virgilio Zaballos

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Matthew Henry