Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


24 de abril de 2016

JESUS CONTRA LA JERARQUÍA = HERMANOS


Davis y Clark

La palabra griega para hermano en el pasaje de arriba es adelphos, el cual significa “el vientre” o más bien “del mismo vientre”. Era el saludo de los iguales. Su equivalente en español es hermano. Ahora, si eso no habla de igualdad, ¿qué hace? Cada momento en que un niño en una familia trata de ponerse por encima y ordenar a los otros niños, la cosa se pone fea. Mucha de la tensión en la Iglesia hoy en día es causada por este mismo asunto. La Biblia en inglés La Nueva Traducción Viviente le pega directamente en el clavo cuando traduce las palabras de Jesús: “No dejen que jamás nadie los llame Rabí, porque ustedes tienen solo un maestro, y todos ustedes están en el mismo nivel como hermanos y hermanas”. (Mat. 23:8)

La razón primaria por la cual no debemos tomar para nosotros mismos títulos honoríficos es porque los mismos ya fueron tomados. Jesús ya ocupó los cargos de Rabí, Amo, y Maestro, y el titulo Padre pertenece a Dios mismo. Otro titulo que pertenece a Dios es Reverendo. Se encuentra solamente una vez en la Biblia en el Salmo 111:9 . Hay solo “…un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Ef. 4:5-6). Hay solo una Cabeza sobre un solo cuerpo con cada miembro respondiendo a Sus deseos (Ef. 4:15-16). Cualquier intento de ejercer dominio sobre otros cristianos suplanta la autoridad de ese Uno. Colocarse como rabí, maestro, padre, pastor, sacerdote, obispo, cardenal, o papa, es colocarse uno mismo en oposición a ese Uno.

La gran paradoja cristiana es ésta: la senda a la gloria conduce hacia abajo en humildad y servicio. Cualquier intento de escalar hacia arriba aunque a través de aparentes “canales oficiales” se encontrará con la resistencia de Dios. Con el resurgir de los clérigos en los últimos años del primer siglo o en los primeros años del segundo siglo, las iglesias empezaron a experimentar su descontento con una marcada reducción de la vida y poder divinos. Soren Kierkegaard observa: “Cuando no había clérigos y los cristianos eran todos hermanos, Dios estaba más cerca de ellos que cuando aparecieron los clérigos, muchos clérigos, una poderosa orden eclesial,” (del libro Provocaciones). ¡Cuánta verdad! Estamos todos en el mismo nivel como hermanos y hermanas a los ojos de Dios. Uno es Maestro. Todos son hermanos.

Eberhard Arnold escribió: “No hay señores en esta iglesia comunitaria sino Cristo y únicamente Cristo; no hay líder sino una sola Cabeza, quien es Jesucristo. Nosotros somos hermanos todos juntos. Todos somos miembros, y todos servimos. Somos células vivas. Lo que gobierna en este cuerpo a través del poder del Espíritu Santo es Jesucristo, el Hijo del Dios viviente” (Sermones y Escritos de Eberhard Arnold).

¡Qué humilde título es hermano! Es un título de anonimato, el cual está en severo contraste con las trepadoras y codiciosas “mírenme a mí” luchas por identidad que caracterizan a muchas de las iglesias de occidente, donde de alguna manera todos están tratando de ser el Uno.

El que trata de levantarse a sí mismo, de acuerdo a la manera de los fariseos, será llevado abajo. Pero aquel que se pone en la mente de El, quien se humilló a sí mismo y tomó la forma de siervo, será exaltado, así como lo fue Jesús. No en la mentalidad de esta vida, sino en el otro lado del sepulcro. Nuestro viaje terrenal es un tiempo de prueba, un tiempo de probar la obediencia, un tiempo de caminar por el camino que Cristo caminó. Es un tiempo de ser semejantes a él en su muerte (Fil. 3:10).

Hoy, los clérigos se ven a sí mismos superiores a otros (Vea Filipenses 2:3) pensando más de ellos mismos de lo que debieran pensar (Rom. 12:3). Y en directa violación de las enseñanzas y ejemplo de Jesús, ellos intimidan a través de títulos religiosos, teológicos, vestimentas y posturas.

La única vestimenta que Jesús tenía fue el manto escarlata que los soldados del gobernador le pusieron después de llevarlo al patio y azotarlo. La única corona que adorno Su cabeza fue una corona de espinas moldeada y colocada a la fuerza sobre su cabeza por las mismas manos Romanas. Por cetro, ellos le pusieron una caña en su mano derecha. Y por adulaciones reales, ellos se arrodillaron ante él, injuriándolo diciendo: “¡Salve, rey de los judíos!” Le escupieron, y tomando la caña le pegaron con ella en la cabeza. Esto es lo más cercano a lo que llegó Jesús a ser un rey terrenal, y con todo, muchos de los que se llaman sus siervos y ministros, luchan por ser más grandes que El.


Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Más todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. (Jn 15:20-21)

Yo Pues os Asigno un Reino - Davis y Clark

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry