Charles E. Newbold Jr.,
Jesús detestaba el deseo
exagerado de estar por encima de los demás de los fariseos. “Y aman los primeros asientos en las cenas (círculos internos), y
las primeras sillas en las sinagogas” (sentados en la plataforma). Mat. 23:6.
La preeminencia es ese
deseo de auto-importancia en los Nicolaítas del día de hoy que les hace querer
ser los jefes en el sistema. Quieren estar sentados en la plataforma sobre
sillas de obispos, haciendo diferencias entre ellos y la gente. Los pastores
dan a otros pastores posiciones de preeminencia porque la aman para ellos
mismos.
Es ese aire de
auto-importancia lo que les hace relamerse en sus planes, programas, métodos,
organizaciones, proyectos de construcción, heredades, tradiciones, estadísticas
y doctrinas para que puedan ser honrados y reconocidos.
Es ese aire de
engreimiento en ellos mismos, para dibujar tablas organizativas, con ellos en
la parte superior de la pirámide.
Es ese aire de
auto-importancia dentro de ellos que quiere la iglesia más grande y los mejores
sueldos. No escatiman políticas para conseguirlos.
Es ese aire de
auto-importancia dentro de ellos que les lleva a “sermonizar” y ser muy
elocuentes desde sus púlpitos para poder ser altamente estimados por los
hombres.
Es ese aire de
auto-importancia dentro de ellos que les lleva a querer adquirir conocimiento,
escribir libros de su propio intelecto, y conseguir grandes cosas para poder
ser aclamados por los hombres. Se aferran a su profesionalismo educado sobre
las cabezas del “laicado”, haciéndose pasar por una de esas autoridades
indiscutibles en asuntos bíblicos y eclesiásticos. Esta es la tiranía del
clero.
Es ese aire de
auto-importancia dentro de ellos que les lleva a centrarse en los aspectos
externos, en lugar de los internos. Están preocupados con la construcción de un
reino para el yo, en lugar de construir el Reino de Dios. Edifican sistemas de
iglesias más que a la gente. Y lo peor, aún, se confunden el uno por el otro.
Es ese aire de
engreimiento dentro de ellos que les empuja a preparar sus maletas y correr
cuando los lobos de la disensión mordisquean los talones del rebaño. Son
asalariados.
Es ese aire de
engreimiento en ellos que les hace olvidar lo que son, es decir, ovejas, bajo
la vara del Buen Pastor. Ese orgullo y altivez les hace pensar más altamente de
ellos mismos de lo que deberían.
El Sistema de La Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr.,
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