Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.
La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.
31 de octubre de 2011
EL JOVEN PREDICADOR
27 de octubre de 2011
!LA DIFERENCIA¡
“Señor Jesús, te voy a obedecer, te voy a amar, te voy a servir, y voy a hacer lo que tú quieras que yo haga mientras viva, incluso si me voy al infierno al final del camino; simplemente, porque eres digno de ser amado, de ser obedecido, de ser servido. ¡Yo no voy a tratar de negociar contigo!”
23 de octubre de 2011
LOS PREDICADORES
20 de octubre de 2011
MI VIAJE AL AFRICA
Paris Reidhead
Y cuando fui a África, descubrí que los africanos no eran unos paganos pobres e ignorantes corriendo por la selva, esperando que alguien les explicara cómo ir al cielo. ¡Eran monstruos de iniquidad! ¡Estaban viviendo en contra de y con un desprecio al conocimiento de Dios, mucho mayor de lo que imaginaba!
¡Ellos merecían el infierno, porque se rehusaban a caminar a la luz de sus conciencias, a la luz de la ley que ya tenían escrita sobre sus corazones con el testimonio de la naturaleza y la verdad!
Estaba tan enojado, que en una ocasión, al estar orando, le reclamé a Dios que me hubiera enviado con gente que no estaba esperando escuchar cómo llegar al cielo; pues cuando llegué ahí, me encontré con que ya sabían del cielo, y no querían ir allá porque amaban su pecado, preferían quedarse en él.
(El hermano Paris habla con gran pasión en este párrafo). Fui allá motivado por el humanismo. Había visto fotografías de leprosos, había visto fotografías de gente con llagas, había visto fotografías de funerales nativos... y yo no quería que mis semejantes humanos sufrieran eternamente en el infierno después de una existencia tan miserable en la tierra.
Y fue ese día, cuando estuve orando en mi habitación, con la puerta cerrada, que luché con Dios. Porque ahí estaba yo, llegando a la conclusión, de que la gente que yo pensaba que era ignorante, y que quería saber cómo ir al cielo, y que estaba diciendo: “¡Que alguien venga a enseñarnos!”, en realidad no quería tomarse el tiempo de hablar conmigo ni con nadie más.
18 de octubre de 2011
LIBERALISMO Y FUNDAMENTALISMO
Paris Reidhead
13 de octubre de 2011
TROMPETAS: LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO
10 de octubre de 2011
RETIÑIRAN AMBOS OIDOS
El pueblo de Israel estaba confiado en los ritos externos de la Ley y en las apariencias, confiado en cumplir unas ceremonias, confiados pues en la seguridad que les daba tener el Arca del Dios de Israel con ellos pero su corazón no era recto para con Dios. Fue entonces que Él le dijo al profeta Samuel que haría una cosa que quien la oyere le retiñirían ambos oídos (1ª de Samuel 3:11): que la gloria de Dios, simbolizada en el Arca del Pacto, caería en manos de los Gentiles, enemigos del pueblo de Israel y sería “secuestrada” por los Filisteos.
Esto era algo sacrílego para los oídos de cualquier israelita de ese tiempo, esto era un imposible para su teología, era un absurdo para sus creencias, el hecho de que Dios fuese a dejar caer el Arca del Pacto en manos de incircuncisos.
Tanto como si hoy alguien se levantara y dijera que la presencia del Señor no está ya entre los Evangélicos y Protestantes, porque se han corrompido, porque han adulterado con otros dioses, que por no arrepentirse Dios los ha abandonado y los ha dejado a la dureza de su corazón: Quién creería ese anuncio? Israel se acostumbró al Arca del Pacto, se le volvió costumbre el Arca y ésta terminó siendo un fetiche, un amuleto; y creyó Israel que con sólo tenerla entre ellos, sin necesidad de andar en integridad, Dios estaba obligado a bendecirlos, a darles la victoria, Dios tenía que ampararlos y ellos contar con Su presencia.
Cuán equivocados estaban, porque cuando el culto al Señor se vuelve externo, se vuelve falsa religión y se torna costumbre, la gloria de Dios indefectiblemente se va.
La historia de esto se encuentra en el primer libro de Samuel capítulo 4 en donde finaliza con una muy terrible palabra: “Icabod”, que quiere decir “la gloria se ha ido” y “sin gloria” (1ª Samuel 4:21-22). Israel perdió la Gloria de Dios y quedó convertido en un pueblo Sin Gloria, es decir, sin la presencia de Dios, sin el respaldo del Señor, sin la guía del Altísimo, con la profesión de fe vacía, con el cascarón pero la esencia de adentro ausente. Dios ya no estaba con ellos, se les había apartado por su impiedad, los entregó a derrota delante de sus enemigos y permitió que el Arca fuera capturada por impíos.
En efecto, la gloria de Dios se fue de Silo, el lugar de la presencia de Dios en esos días, el sitio donde Dios se manifestaba, allí donde el Señor les había señalado para guiarlos, el lugar de encuentro con Dios (Salmo 78:60-61; Jeremías 7:12).
Siglos más tarde, el Señor le dice a Israel que mire, que aprenda de lo que sucedió en Silo donde hizo morar su Nombre al principio, que vean el resultado de lo que era una profesión de fe externa, bonita y pomposa de labios pero de corazón falso, que meditaran en lo que sucedía cuando se “manosean” las cosas santas, que aprendieran qué pasa cuando se “usa” el nombre del Señor para provecho propio, para buscar las cosas de este mundo, aquellas de este reino y no del de Dios primeramente; lo que acontece cuando el corazón se corrompe y se acerca al Señor con reservas, con cartas tapadas, con motivaciones mezquinas, cuando vamos a ver qué partido sacamos para el yo, para fortalecer al viejo hombre, para nutrir al Adam caído, cuando en fin, el caminar nuestro en Cristo se torna una costumbre o una obligación.
6 de octubre de 2011
ISRAEL / JUDA / SION
Charles Elliott Newbold, Jr.
En los tiempos del Antiguo Testamento, Israel estaba dividida en dos reinos: el Norte, el Reino de Israel, a veces llamado por el nombre de su ciudad principal, Samaria, y el Sur, el Reino de Judá, que incluía la ciudad de Jerusalén.
El Reino del Norte, Israel, recibió de Dios el nombre de Ahola (Ezequiel 23:4). Fornicó hasta el punto de que Dios la entregó al olvido, para nunca más ser restaurada—sólo un remanente regresaría.
El reino del Sur, Judá, recibió el nombre de Aholiba, (Ezequiel 23:4), semejante al de su hermana, y que significa “Mi tienda está en ella”. Este nombre pudo ser dado a Judá para dar a entender que el Templo estaba en Jerusalén como el verdadero centro de la adoración a Yahvé.
Pero el llamado de Dios alcanzó a los cautivos en Babilonia. “Salid de en medio de ella, pueblo Mío” (Jer. 51:45). Hemos de regresar a Sión, el monte santo de Dios (Jer. 31:6). Sión es ese lugar en el que descansó el Tabernáculo de David, donde Jesús es lo único que hay.
El Reino del Norte, Israel, es semejante a los que se encuentran en el atrio exterior, el Cristianismo institucional, los que están llenos de idolatría, que no han de ser incluidos cuando la vara de medir de Dios sea puesta en la iglesia.
El Reino del Sur, Judá, es semejante a los Pentecostales y carismáticos que una vez vieron las atrocidades que cometió su hermana mayor, y salieron de ella para ser guiados por el Espíritu a un terreno más alto.
Eso es lo más lejos que ella llega. El clamor por subir a Sión no está en su corazón. Sólo un remanente regresó de Babilonia con Zorobabel, Esdras y Nehemías. La mayoría del resto se conformó con permanecer en la comodidad de sus ciudades Babilonias.
El camino no fue fácil para los que salieron de Babilonia para regresar a Jerusalén. Tuvieron que contender constantemente en la tierra con un enemigo amenazante que se mofaba de ellos todo el tiempo.
5 de octubre de 2011
LA ESPOSA
"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"
Matthew Henry