Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


26 de abril de 2016

QUE ES EL JUZGAR?


Davis y Clark

Dios ha puesto límites en todas las relaciones; límites los cuales ni aún El va a traspasar. Cuando cruzamos esas líneas nos volvemos intrusos y violadores infringiendo los derechos y responsabilidades de otros. En términos simples, juzgar es usurpar  la incorrecta incautación o ejercicio de autoridad o privilegio, que pertenece a otro.

En Romanos 14 Pablo muestra una cuidadosa reverencia hacia estas limitaciones puestas por Dios y exhorta al resto de la comunidad de creyentes a hacer lo mismo. El siguiente pasaje revela muchas de estas limitaciones:

¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. (Rom. 14:4)
Se cree comúnmente que el juzgar al cual Pablo se refiere es la de un creyente criticando a otro. Este punto de ver simplista de ninguna manera captura el significado que Pablo estaba trasmitiendo a estos creyentes Romanos. La palabra griega para Juzgar es krino, la cual implica mucho más que criticismo. Krino habla de la disposición de entrometerse, de aquellos que se inmiscuyen en asuntos más allá de su esfera de responsabilidad. Thayer da la siguiente definición: “krino… mandar, gobernar, presidir con el poder de dictar decisiones judiciales, porque era la prerrogativa de reyes y gobernantes el emitir juicios.” Vamos a usar esta definición en el pasaje arriba mencionado.

“Quiénes son ustedes, para mandar, gobernar, presidir con el poder de dictar decisiones judiciales, de pronunciar una opinión con respecto a lo correcto o incorrecto, de emitir juicios sobre el siervo de otro?” El juicio en referencia aquí es el de ponerse usted como gobernador o dirigente, el emitir juicios o elegir por otros, pronunciar opiniones con respecto a lo correcto o incorrecto así como servir bajo la conciencia o guía de otro hombre. Si usted lee completamente Romanos 14 usted descubrirá que éste era el asunto al cual Pablo se dirigía.

El no está escribiendo para resolver diferencias por medio de establecer un consenso uniforme entre los creyentes por medio de este mismo edicto, sino para exhortarlos a resolver sus disputas individualmente por fe, entre ellos mismos y Dios; y en asuntos dudosos parar de imponer sus opiniones individuales sobre cada uno. El hacerlo así es usurpar al Maestro (Dios). Pablo no establece credos o estatutos para forzar uniformidad entre ellos, porque haciendo eso, él hubiera sido culpable de hacer lo que él estaba exhortando a los creyentes romanos a no hacer, estableciendo sus opiniones como una ley. El era cuidadoso en no tomar el lugar de Cristo en la vida de los santos.

Pablo alentaba a cada creyente a vivir su vida dando cuenta directamente al Señor y de permitir lo mismo a sus hermanos creyentes. Observe como él trató con los santos con total fe en el Padre para guiarlos.

El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. (Rom. 14:6-11)

Es ante su propio Amo que individualmente el creyente está de pie o cae. Es para el Señor que él vive o muere. En asuntos de fe, cualquier función de intermediación otra que la de Cristo – el único mediador entre Dios y los hombres – es una invasión. El engaño más grande de la religión es que promueve esta interferencia de intermediación, engañando al creyente para vivir hacia el hombre, no hacia Dios. Mediadores, quienes dicen representar al creyente ante Cristo y son vistos como vicarios de Dios, trayendo “la palabra de Dios” a las masas sin entendimiento, imponiéndose ellos mismos sobre la familia de Dios. Más aun, se espera del parroquiano que mire a estos hombres por guía y aprobación en asuntos espirituales.

En algunos casos su aprobación inclusive es requerida para perdón de los pecados. Estos mediadores son considerados los guardianes de todas las cosas ortodoxas. Como tales ellos tienen la última palabra de qué es aceptable entre los creyentes. Si bien esto puede parecer ordenado y seguro para algunos, es de hecho, un estado de desorden en el cual el creyente individual no vive mas para el Señor sino para las expectaciones del hombre. Esto es lo que Cristo llamó “temor de los hombres.”

No importa que estos mediadores esperen un comportamiento piadoso y que de esta manera, parezcan ser una fuerza para bien en la tierra. Lo que importa es que ellos se convierten en la voz de la conciencia, los interpretes de la mente de Dios, diciendo a la gente lo que es o no correcto y, haciendo esto, usurpan el lugar de Dios en los creyentes, cortándolos de una vida vivida hacia Dios. De acuerdo con Pablo, esta interferencia es una usurpación de la relación del siervo (el creyente) hacia su Amo (Dios). Si bien los creyentes tienen influencia los unos sobre los otros, la verdadera fe debe ser resuelta solamente entre el creyente y Dios.

La gran realidad del Nuevo Pacto es que cada creyente será enseñado por Dios (Is. 54:14). Dios también habló de esto a través del profeta Jeremías. “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jer. 31:34). El autor de Hebreos quita cualquier duda de que esta profecía sea descriptiva de las formas por las cuales los creyentes se deben relacionar con Dios y entre ellos bajo el Nuevo Pacto. (Ver Hebreos 8:11)

Estamos en lo cierto de que Pablo tenía esto en mente cuando escribió, “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba (Rom. 14:22). No puede haber ninguna duda de que Pablo estaba pidiendo a los creyentes romanos a guardarse sus opiniones para ellos mismos, de parar de tratar de decidir sobre la vida de los otros, parar de forzar sus puntos de vista sobre otros acerca de cosas dudosas. El único que puede gobernar al siervo es el mismo Amo. Dios es su maestro. Los creyentes pueden ejercer influencias de amor, provocándose unos a otros al amor y a las buenas obras, señalando a cada uno hacia el autor de la vida, pero nosotros no tenemos la prerrogativa de reyes.

Es ante nuestro Amo que individualmente cada uno de nosotros esta de pie o cae. Pablo mas adelante hace hincapié en este punto refiriendo a los creyentes el juicio final en el cual cada creyente dará cuenta a ese Uno a quien verdaderamente deben dar cuenta. Toda rodilla se doblara y toda lengua confesara a Dios; cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios. De esta manera Pablo concluye: “Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. (Rom. 14:13)
En 1 Ped. 4:15, Pedro hace una mención similar:

“Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno…”

En el pasaje de arriba Pedro menciona cuatro causas de padecimientos que deben evitarse. Todos sabemos que es malo asesinar a alguien. Esto se da por hecho. También sabemos que es inaceptable robar a otros. Claramente, estas cosas no son actividades cristianas. Tampoco es aceptable ser un malhechor. ¿Pero qué acerca de esta palabra entremetido? ¿Qué es y porqué es fuente de padecimiento? La palabra griega traducida entremeterse es allotrioepiskopos.

Albert Barns escribió; “Eso [allotrioepiskopos] significa, propiamente, un inspector de cosas extrañas, o de las cosas de otros… el significado más obvio, y el comúnmente adoptado, es eso que ocurre en nuestra traducción: uno que se entremete en aquello que no le concierne; esto es, uno que hace de sacerdote en los asuntos de otros, quien intenta controlar o dirigirlos como si fuesen suyos” (Notas en la Biblia).

Vemos por estas escrituras que hay claros límites que gobiernan todas las relaciones en la familia de Dios. Violar estos límites es ser un entremetido y trasgresor. Primero está la provisión de Dios y su soberanía sobre sus Hijos en forma individual. Después está la responsabilidad de cada individuo como creyente de ceder la imaginable respuesta de fe a su Señor, para ser enseñado por Dios y para dar cuenta directamente a El; vivir para el Señor. No hay lugar para ningún entrometido intermediario, ya sea que se llamen a sí mismos sacerdote o pastor. Aquellos que violen estos limites relacionales, haciéndose a sí mismos señores, toman dominio sobre la fe de otros. ¡Esto es estar en un lugar terrorífico!

Aun Pablo, de quien se piensa fue el mayor de todos los apóstoles, no trasgredió estos limites.

No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes. (2 Co. 1:24)

Aquí está el contraste. ¿Cuál elegiremos? ¿Nos dejaremos estar bajo el dominio del hombre? ¿O estaremos firmes en fe ante Dios como siervos ante nuestro Amo? ¡Es nuestro Amo quien nos hace estar firmes! Pablo no vio a los creyentes como si le pertenecieran a él sino que se consideraba unido en servidumbre a todos los creyentes lo cual esta en perfecta observancia con las enseñanzas de Jesús.

Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios. (1 Co. 3:21-23)

Yo Pues os Asigno un Reino - Davis y Clark

1 comentario:

Unknown dijo...

Dicen los sacerdotes o los pastores al que cree en cristo ustedes no están preparados para recibir a cristo y de esta manera engañan al creyente. Más es claro que para estar con Jesús no es necesario tener un título basta con que lo busques en tu corazón y le permitas habitar en el pues el se encargará de guiarte hacia el verdadero camino.

"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry