Charles E. Newbold Jr
Nabot
se horrorizó por el insulto de Acab. Su viña era más que una
parcela de terreno. Era la herencia de sus padres. “Guárdeme
Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres.”, dijo a
Acab.
Escucha
el doble significado aquí: “la heredad de
mis padres”. Lo que fue tomado de Nabot, fue tomado de sus
antepasados igualmente. Si la herencia que yo deje a mis hijos es
robada, me es robada porque era mi
herencia para ellos. Se
convierte en una cosa personal.
Nosotros,
como la viña de Dios, somos su herencia. Pablo oró por los
efesios—una oración que todos nosotros podemos reclamar—“para
que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé
espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él,
alumbrando los ojos de vuestro entendimiento,
para que sepáis cual es la esperanza a qué ÉL os ha llamado,
y cuales las riquezas de la gloria de Su
herencia en los santos”.
Efes. 1:17-18.
De
igual modo, nosotros tenemos nuestra herencia en Él. Efesios 1:11
dice que hemos recibido una herencia por Cristo. Colosenses 1:12
añade que somos participantes de la herencia de los santos en luz.
Hebreos 9:15 nos asegura que tenemos la promesa de la herencia
eterna. 1ª Pedro 1:3-4 declara que hemos nacido de nuevo de entre
los muertos para una esperanza viva, por la resurrección de
Jesucristo, que nos deja una herencia incorruptible. Está reservada
en el cielo. Nuestra redención en Cristo Jesús es una herencia
maravillosa para nosotros. Es lo que Dios quiere para nosotros. De
igual modo, nuestra redención es una herencia para Dios. Es lo que
Dios quiere para Él mismo. Para Él también es una cosa muy
personal.
El
Israel antiguo recibió una herencia de tierra. Habían de tomarla
para ellos mismos y para Dios. Espiritualmente hablando, también
nosotros hemos recibido una tierra que poseer para nosotros y para
Dios. Nuestra tierra es nuestras almas, es decir, nuestras mentes,
voluntades y emociones. Tenemos una herencia espiritual de justicia,
paz, y gozo en el Espíritu Santo, de redención, santificación y
glorificación; de convertirnos en los hijos de Dios por la
obediencia. Porque somos los herederos de Dios y coherederos con
Cristo. Rom. 8:17. Recibimos lo que Dios tiene para nosotros y Dios
recibe lo que El debe tener de nosotros. Nos beneficiamos mutuamente.
Por
tanto, no es ninguna sorpresa que Satanás tirara de las cuerdas
sobre sus marionetas de Acab para robarnos a nosotros y a Dios de
nuestra herencia. Satanás, como Acab, quiere la viña de Dios para
él mismo. Su misión fundamental en nuestras vidas es destruir a
aquellos de nosotros que somos herederos y coherederos con Cristo.
Los falsos pastores se camuflan entre el rebaño como lobos con piel
de oveja, para reclamar la herencia de Dios para ellos mismos. Los
pastores se refieren a sus congregaciones como el pueblo de
ellos. Identificamos a un
cuerpo de creyentes como la iglesia
del “hermano Bobby”.
No podemos poseer lo que pertenece a Dios. Pertenecemos los unos a
los otros en el reino de Dios, pero nunca hemos de poseernos unos a
otros. Somos sus ovejas, las ovejas de Su prado.
Acab
quería la viña para hacerla un huerto, no por las uvas ni el vino
que producía. Quería cambiar su carácter. Los Acabs de hoy cambian
el carácter de la viña santa de Dios. Clonan a los demás para
parecerse a ellos mismos con el fin de satisfacer sus propios planes
en lugar de permitir que el Espíritu Santo conforme a otros a la
imagen de Jesús. Satanás gana el control de la viña de Dios a
través de personalidades que se han engrandecido a sí mismas, de
los Acabs de mano dura que gobiernan las iglesias.
El sistema de la iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr
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