Davis y Clark
Jacques Ellul nos da la
causa principal del conflicto y perversión en la creación de Dios. “Todas las
maldades del mundo proceden de hacernos a nosotros mismos el Creador. En un
extraño acto al revés, el hombre a menudo sirve a la criatura en vez de al
Creador.”
Dios creó cada criatura
viviente para que humildemente more dentro de ciertos límites. Cuando esos
límites son rotos, resulta en orgullo. Donde hay orgullo, pronto aparecen la
perversión y la rebelión. Lucifer es un ejemplo clásico de esto. El no estaba
contento de estar dentro de los límites de su primer estado, y por eso levantó
sus ambiciosos ojos hacia el trono de Dios, diciendo en su corazón, “en el
monte del testimonio me sentaré… seré semejante al Altísimo” (Is. 14:12-15).
Judas describe este evento con las siguientes palabras: “Y a los ángeles que no
guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado
bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día…” (Jud. 1:6).
La palabra griega que se
traduce como “su propia morada” es arche. “un comienzo.” Habla
del origen o del propósito original para el cual fuimos creados. Humildad es
pues vivir dentro de los lugares que Dios no ha habilitado, nuestra primera
morada. En el momento en que buscamos ser menos o más que esto, dejamos de ser
criaturas y empezamos a caminar en orgullo, rebelándonos contra nuestro
Creador. Esta es la esencia de la tentación en el Edén.
La mentira “Y serán como
Dios” apela a la profundamente enraizada
ambición errante del hombre caído de ser mas que un ser creado. La mentira que
Satanás uso para engatusar a Eva para dejar su lugar, lo cual resultó en
horrendas consecuencias para la humanidad, lo usa ahora con esperanzas de que
engatusarnos para dejar nuestra posición. El rechazo del hombre de aceptar su
lugar como una criatura en necesidad es prácticamente una crítica al Dios que
lo creo así. “…Oh hombre, ¿Quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el
vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?” (Rom. 9:20)
Las palabras del
tentador en la Biblia King James (en ingles) son más precisas. “…sino que sabe
Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”.
(Gen. 3:5) Esto marcó el comienzo de la búsqueda de la humanidad de la
independencia y ascendencia. Los teólogos correctamente llaman a esto la
caída, porque aquel que se exalta a sí mismo será humillado. Desde ese día
el desprecio del hombre por la humildad ha sido sobrepasado solo por su codicia
de poder. Todo lo que hace, lo hace para ser como dioses; autosuficiencia y
auto existencia, buscando reproducirse a sí mismo en todo lo que cae bajo su
control. Quiere determinar lo que está bien o mal para si mismo y para otros.
Escribe interminables comentarios para esparcir sus puntos de vista y los
impone a otros. Busca volar en alas diseñadas humanamente hacia las alturas
superiores de la deidad, y haciendo esto, se rebela contra la creación de Dios
y contra el Creador, cuestionando todo lo que tiene que ver con su Creador,
“¿Con que Dios ha dicho…?” ¡Finalmente cuestiona la propia existencia de Dios!
A. W. Tozer también
define este extraño rol a la inversa, “Dios fue nuestra morada inicial y
nuestros corazones no pueden sino sentirse en casa cuando entran de nuevo en
esa antigua y hermosa morada. Desea que quede en claro que hay una lógica
detrás del reclamo de Dios hacia la pre-eminencia. Ese lugar es suyo bajo
cualquier derecho en la tierra o en el cielo. Cuando tomamos para nosotros
mismo ese lugar que le corresponde a El, todo el curso de nuestras vidas está
fuera de conexión. Nada puede restaurar ni restaurará el orden hasta que
nuestros corazones tomen la gran decisión: Dios debe ser exaltado en lo alto.”
(En la Búsqueda de Dios)
Así como el hombre en el
Edén se exaltó a si mismo y fue echado fuera, esta sabiduría perversa de
Lucifer siempre conduce a usurpar la pre-eminencia de Dios y termina alabando a
la criatura en vez de al Creador, elevando a alguna criatura en particular, el
hombre, por encima de todo (Rom. 1:25). Nuestro esplendor es tanto problema
para Dios como lo es el de Satanás. Nuestra sabiduría se corrompe cuando
olvidamos de quién realmente es ese resplandor (Ez. 28:17). Las palabras de
Dios a Lucifer, “Yo te arrojaré por tierra…” es Su promesa para todos aquellos
que buscan mostrarse por encima de otros.
En Ezequiel 28:14-15
encontramos estas palabras, “Tú, querubín grande, protector, yo te puse [allí]
en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te
paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado,
hasta que se halló en ti maldad.” El objetivo escondido detrás de la tentación
de Satanás es conseguir que los creyentes se olviden de que son criaturas,
colocadas en ese lugar por el Creador y de esta manera ponerlos a competir por
la excelsa búsqueda del trono.
Yo Pues os Asigno un Reino - Davis y Clark
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