Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


19 de febrero de 2012

JESUCRISTO TENDRÁ EL PRIMER LUGAR


Peter Whyte

"13El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. 15Él es la imagen del Dios invisible, el primo­génito de toda crea­ción. 16Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean prin­cipados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; 18y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; 19por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, 20y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz" (Co. 1:13-20).

Queda así meridianamente claro que Dios quiere que nuestro Señor Jesucristo tenga el primer lugar en todo. Podemos hablar de "Renovación y de Restauración" y es obvio que el Cuerpo de Cristo las necesita a ambas, pero todos tenemos una tremenda incapacidad para dar a nuestro Rey el primer puesto tanto en nuestras vidas personales como en nuestras iglesias. A fin de dar a Jesús la preminencia; tu voluntad y la mía necesitan rendirse voluntariamente a Él, de modo que pueda vivir su vida en nosotros, en una forma verdadera y real.

Por tanto, la palabra de Cristo debe venir a ser nuestra última palabra.

Tenemos que aprender a darle a Él la preeminencia y a enfocar nuestras mentes en sus dichos, a seguir su camino de vida y el ejemplo de su vida sobre la tierra.

Jesús es Señor de todo. Su señorío se extiende sobre toda Escritura y no tenemos el más mínimo derecho para tomar ni una sola enseñanza de la Biblia y emplearla de forma que contradiga la propia Palabra de Cristo. También debemos examinar nuestras tradiciones y rechazar todas las que no tengan su origen en Él.

Jesús dio instrucciones muy específicas a sus apóstoles pero, con el correr de los siglos, sus órdenes se han abandonado gradualmente, gracias a los sutiles engaños de satanás. Las doctrinas y tradiciones de los organismos religiosos han venido a reemplazar esas instrucciones del Rey, y se convirtieron en los patrones y estándares aceptados por la cristiandad.

Por ejemplo, Jesús ordenó a sus seguidores que hicieran discípulos para Él y su Reino, y no miembros de las organiza­ciones religiosas e iglesias de nuestra propia elección.

Jesús ordenó a sus apóstoles que pusieran a los nuevos discípulos bajo el gobierno y la dirección de su Reino, enseñán­doles a hacer todas las cosas que Él les había ordenado (Mateo 28:19-20).

Entonces, ¿por qué desafiamos abiertamente a nuestro Rey al hacer "miembros de iglesias" de más de 40,000 denominacio­nes, sectas o grupos diferentes, que sólo existen porque sus fundadores o líderes están divididos sobre sus enseñanzas y creencias distintas?

La desagradable verdad reside en que ni un solo grupo obedece las órdenes del Señor, pues si lo hicieran, no se denominarían más y a todos sus conversos se les enseñaría A HACER todo lo que Jesús enseñó a sus primeros discípulos.

Los líderes cristianos a menudo están tan ocupados en la edificación de sus estructuras, o en dirigir sus cultos y servi­cios, o en enseñar todo cuanto sus grupos creen, que las palabras de Cristo no encajan en sus conceptos y se desdeñan o se ignoran. Sus puntos de consideración sobre el cristianismo casi siempre se sostienen con mucha sinceridad, pero no se dan cuenta que están atados por los engaños de Babilonia.

Vistos desde la perspectiva de Dios, todos somos rebeldes, todos seguimos desafiantemente nuestros propios caminos, en lugar del camino de nuestro Señor Jesús.

Nuestros seminarios y nuestras escuelas bíblicas perpetúan esta involuntaria rebeldía, porque los sistemas, las estructuras y las creencias tradicionales tienen más control sobre nuestras mentes que la Palabra de Cristo el Señor.

Creemos EN Cristo pero, sin que tengamos conciencia de ello, en realidad hemos alcanzado un punto donde generalmente no le creemos A Cristo.

Todos nosotros necesitamos revisar nuestra presunción y orgullo teológicos al pensar que tenemos las respuestas correc­tas, y examinar nuestras creen­cias y nuestras prácticas por la PALABRA DE CRISTO.

¿Amamos a Jesús?  ¿HACEMOS TODO LO QUE DICE?

"21El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él 3El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. 24El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió" (Juan 14:21-24).

Debemos ser muy conscientes del hecho que cuando Jesús pronunció esas frases no hacía mención de las Santas Escritu­ras. Se refería a SUS PROPIAS PALABRAS. Es decir, las que hablaba a sus discípulos, y que con toda claridad Él afirma que son LA PALABRA DE DIOS.

"24y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. 25Os he dicho estas cosas ESTAN­DO CON VOSOTROS" (Juan 14:24-25.

Si con toda sinceridad deseamos dar al Señor Jesucristo el primer lugar en todo, debemos arrepentirnos de nuestras ideas sobre lo que hemos creído y enseñado. Debemos volver a la DOCTRINA DE CRISTO. También debemos redescubrir el significado neo-testamentario de LA PALABRA DE DIOS.

Sin las Escrituras no tendríamos ninguna forma intelectual de saber lo que Jesús enseñó, o lo que Dios quiere de nosotros, porque vivimos casi dos mil años después de la resurrección de Cristo. Que las Escrituras fueron inspiradas por Dios y, en ese sentido, El es su autor, es un hecho no discutible por quienes hemos nacido de nuevo gracias al Espíritu de Dios. La Biblia es completamente confiable, pero la manera como muchos hombres la leen y sacan frases del contexto para probar sus creencias, siempre se debe cuestionar.

Llamar a la Biblia la Palabra de Dios en el sentido que Él inspiró a sus escritores individuales, no es incorrecto. Sin embargo, por medio de nuestro uso continuo de esta frase para describir y referirnos a las Escrituras en un grado alarmante, hemos perdido nuestra capacidad para entender y captar lo que quieren decir estas palabras cuando las leemos en el Nuevo Testamento.

El enemigo toma conceptos inocentes y los tuerce de forma tan sutil que al final se convierten en errores y perdemos de vista a la verdad. De este modo, en una enorme escala, vence a los santos y nos mantiene atados en el cautiverio babilónico. El pecado apreciable con facilidad no es nuestro problema, sino los engaños sutiles de satanás que encadenan al pueblo de Dios y nos impiden escapar de su ciudad.

Antes que millones de cristianos puedan ser libres de estos engaños necesitan que sus pensamientos se renueven en esa área. Para muchos de nosotros, sobre todo para los "funda­mentalistas combativos" y para el "Pueblo de la Palabra" (de manera incidental parte de mis antecedentes persona­les) es una verdadera herejía señalar lo que a continuación sigue.  Sin embargo, si eres un buscador sincero de la verdad, y pides al Espíritu Santo que te guíe, encontrarás que es una declaración correcta, por más desagradable que  aparente ser al principio.

Nos hemos acostumbrado tanto a llamar a la Biblia la Palabra de Dios, que cuando encontramos esta frase en el Nuevo Testamento, pensamos inmediatamente en las Escrituras. En consecuencia, no podemos entender lo que leemos, porque casi sin excepción, "La Palabra" o "La Palabra de Dios" siempre se refiere a Jesús o a SU MENSAJE,  al ver estas frases en el Nuevo Testamento.

Sólo hasta cuando comprendamos esto, y por tanto apren­damos y captemos lo que leemos, dejaremos de ser engañados sutilmente y podremos ser capaces de hacer lo que Dios ha dicho. El cristianismo se ha desviado tanto de su curso verdadero, que aquellos de nosotros que queremos dar a Jesús el primer sitio en todo, a veces no tenemos otra alternativa sino abando­nar toda esa mescolanza, y comenzar de nuevo. Es muy difícil construir sobre los escombros de nuestros conceptos y experien­cias pasados, porque el entendimiento tradicional de Babilonia tiene sus bases en esos desechos, basura que debemos eliminar de nuestros nuevos cimientos.

El apóstol Pablo escribió: "NADIE PUEDE PONER OTRO FUNDAMENTO QUE EL QUE ESTA PUESTO, EL CUAL ES JESUCRISTO"  (1 Co. 3:11). Con todo, en cincuenta años de experiencia e investigaciones cristianas en muchas denomina­ciones, nunca he encontrado un solo grupo que en sus enseñan­zas fundamentales instruya a los nuevos creyentes a hacer todo lo que Jesús enseñó.

Casi siempre se les dice a los nuevos conversos que lean la Biblia, que oren, que asistan a las reuniones y que testifiquen a los demás. Luego se les instruye en las creencias y doctrinas del grupo al que se han unido. En un claro contraste, Jesús ordenó a sus apóstoles hacer discípulos a quienes se les debía enseñar a hacer y practicar todo cuanto Él enseñó. ¿Cuándo cambió nuestro Rey sus instrucciones? Si dice que sus maestros deben enseñar a otros a hacer lo que dijo y predicó, somos rebeldes al desobedecerle.

Nos han construido y edificado sobre cimientos falsos y, como consecuencia, nunca creceremos hasta alcanzar y obtener la estatura de la plenitud de Cristo. Solamente la leche pura y sin contaminación, leche no adulterada, de las palabras de Jesús nos hará crecer hacia la madurez espiritual, como dijo el apóstol Pedro; y si algunas personas conocieron de primera mano la verdad, deben haber sido los primeros discípulos y los apóstoles del Señor.

Recordemos que Jesucristo, con toda autoridad dijo estas palabras que inclusive en el día de hoy, tienen un profundo significado:

"24Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 25Porque todo el que quiera salvar su vida la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará" (Mt. 16:24-25).

En aquellos días, cuando un hombre llevaba su cruz hasta el punto de la crucifixión, era para todos los objetivos y propósitos un hombre muerto. Había perdido todos sus dere­chos y el control sobre su propia vida. Cuando Jesús dice que nos neguemos a nosotros mismos, quiere decir que debemos morir al yo, y rendirle a Él nuestras voluntades si queremos seguirle y compartir con Él en la vida de Dios.

Sólo cuando rindamos nuestras almas, con todos sus deseos egoístas, a la soberanía, al reino y a la dirección del Espíritu de Cristo, habremos dado al Señor Jesús la preeminencia en todo.

Salid de Ella Pueblo Mio - Peter Whyte

No hay comentarios.:

"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry