Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


29 de agosto de 2013

SIGUIENDO LA SENDA DEL DINERO


George Davis
Cristo fue el ejemplo consumado. El no vino para ser servido sino para servir y su bolsa tenía un solo propósito, y ese era suplir las necesidades de otros. A diferencia de muchos de los clérigos de hoy en día, Jesús no estaba preocupado acerca del dinero. No podemos encontrar un solo ejemplo donde el tomara una ofrenda para financiar su ministerio. Lo que es más, el permitió que Judas, de quien él sabía que era un ladrón, y a quien no le importaban los pobres, estar a cargo de la bolsa común (Vea Jn. 12:6). Ese era el interés que Jesús tenía por el dinero.
 
Después de la comida en el aposento alto, Jesús sabia que el tiempo de ser traicionado estaba allí a la puerta. El se volvió a Judas y le dijo: “Lo que tengas que hacer, hazlo pronto” (Jn. 13:27). Los otros discípulos no entendieron lo que Jesús dijo. Ellos asumieron que estaba pidiendo a Judas que comprara lo que fuera necesario para la fiesta, o, como lo vieron tantas veces hacer, dar algo a los pobres (Jn. 13:29). ¿Por qué otro motivo saldría Judas con el dinero?
Ellos lo habían visto muchas veces. Cristo no vino a vivir del pueblo sino a darles para suplir sus necesidades, tanto monetarias como espirituales. El fue el Buen Pastor que sabía que el buen pastor provee para las ovejas, no al revés.
Tenemos un excelente ejemplo de esto en la alimentación de los cinco mil. Jesús fue a la montaña, y se sentó allí con sus discípulos. Levantó sus ojos y vio una gran multitud viniendo a él. Fue movido a compasión porque sabía que ellos tenían hambre. Se volvió a Felipe, el que analizaba todo, y dijo: “¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” (Jn. 6:5).
 
Vemos el corazón del verdadero y Buen Pastor, que obviamente no creía que fuera responsabilidad de la multitud cuidar de Sus necesidades sino más bien asumió la responsabilidad de alimentar a esta gran reunión de personas. ¡Qué diferente es esto de la creencia común que las multitudes son responsables de cuidar de las necesidades y deseos de los engordados clérigos! Esta simple pregunta, “¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” define el ministerio de Cristo: un ministerio que daba a todos los que lo seguían. El vino para engordar debidamente a las ovejas. El vino como el siervo sufriente, sirviendo a los que sufren. El vino como el buen Pastor, poniendo su vida por el rebaño.
 
Pablo tampoco iba a vivir del rebaño sino que se menospreció a sí mismo como un padre cuidando sobre sus hijos y, en esa figura, el creía que no era natural que los hijos proveyeran para los padres. Así que él rehusaba ser una carga para otros, y más bien trabajó con sus manos para así poder tener algo para dar para las necesidades de otros.
 
“He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos” (2 Cor. 12:14-15). Como su Señor, Pablo también estaba listo para gastar y ser gastado por las multitudes sin consideración de la riqueza o prestigio de nadie. Tal integridad es raramente vista hoy en día.
 
En vez de eso vemos profesionales consumados, que desvergonzadamente declaran que su salario y el vivir de las masas cristianas es su derecho. Recordemos que la palabra que es traducida ministerio en nuestras Biblias en ingles, realmente significa servir y la palabra ministro significa servidor. Estas palabras no llevan ninguna connotación de oficio o jerarquía. A no ser que seamos siervos, como lo fue nuestro Señor, la realidad de esas palabras son una dura acusación contra nosotros y debieran prohibirnos llamarnos tan ligeramente a nosotros mismos “ministros”.
 
Un pastor de una gran mega-iglesia en nuestra ciudad, abierta y desvergonzadamente apunta como su población, a los ricos californianos que se mudan a nuestra área. Si creemos que la Iglesia de Cristo es una institución, entonces debe ser manejada como cualquier otra corporación y todos deben ser contribuyentes hasta lo máximo. Porque si vamos a mantener tan extravagantes edificios y programas, todos deben contribuir, ¿verdad?
Abajo hay un detalle del presupuesto anual de una de tales iglesias.
Salario del Pastor ……… US$  140.000
Salario del Personal ….   40.000
Misiones ……………........ 300
Fuegos artificiales ……….          300
Benevolencia ……………….       12
Con algunas variaciones, este extracto refleja las prioridades de las iglesias institucionales de hoy en día. ¿Me pregunto si dieron los doce benevolentes dólares todos de una vez, o lo repartieron en un periodo de doce meses? ¿Lo dieron todo a una obra de caridad o tal vez a dos o tal vez a doce? Por lo menos hay un saldo en este estado financiero; dan tanto a las misiones como lo dieron para comprar fuegos artificiales. Una cosa es dolorosamente clara cuando seguimos la senda del dinero. Dar a los pobres no es una prioridad y la parte gruesa de los ingresos van a quien es respetado y honrado por encima de todo. No. No me estoy refiriendo a Cristo, porque
El dijo: “De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis”. No damos a Cristo por dar a los más grandes de estos, sino por dar a los más pequeños. Aquel que ha recibido el lugar de honor en la iglesia institucional de hoy en día no es Cristo, sino el pastor. Esto está claramente demostrado por el gran honorario que el profesional recibe en oposición a las pocas migajas que caen de su mesa para los pobres y desamparados que se sientan en su estrado.
Tal acepción de personas está en directa oposición a “la fe de nuestro Señor Jesucristo, el Señor de gloria”.
¿Cuánto tiempo, oh Dios, proseguiremos en retener la fe de tu Hijo con motivos malvados? ¿Cuánto tiempo podremos continuar engañándonos a nosotros mismos creyendo que estamos siguiendo las huellas de Aquel que ha puesto su vida por todos?
La Polación Olvidada - George Davis

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry