Davis y Clark
La
primera mención del hijo de perdición como tal, la encontramos en la oración de
Cristo en Juan 17:12. “Cuando estaba con ellos en el mundo, Yo los guardaba en
Mi Nombre. A los que me diste, Yo los guardé y ninguno de ellos se perdió sino
el hijo de perdición, para que se cumpliera la escritura”. La profecía a la que
hace referencia la encontramos en el juicio de Zacarías contra los pastores de
Judá (lee Zacarías 11:3-17), que hacían mercadería del pueblo de Dios. El
rebaño estaba siendo tan maltratado que Dios los llamó “el rebaño de la
matanza”.
Y
Dios dijo a Zacarías, “Apacienta las ovejas de la matanza, a las cuales matan
sus compradores, y no se tienen por culpables; y el que las vende, dice:
Bendito sea Jehová, porque he enriquecido; ni sus pastores tienen piedad de
ellas.”
Cuando
Zacarías tomó el cayado llamado gracia y lo rompió en señal de que Dios estaba
rompiendo Su pacto con estos pastores crueles, “así conocieron los pobres del
rebaño que miraban a mí, que era palabra de Jehová.”
Lo
que sigue parece casi estar fuera de lugar, porque Zacarías, hablando bajo la
unción del Espíritu Santo, dijo, “Si os parece bien, dadme mi salario; y si no,
dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata”.
Entonces
Dios dijo a Zacarías: “Échalo al tesoro; ¡Hermoso precio con que me han
apreciado! Zacarías hizo como Dios le había dicho y “tomé las treinta piezas de
plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro.” ¿Es éste el precio con el
que valoramos a Jesús? ¿Es éste el precio con el que Él es valorado hoy? ¿Está
Jesús siendo traicionado aún hoy por treinta piezas de plata— meramente mamón?
Como hemos visto lo que hicieron a sus hermanos menores, la respuesta está
dolorosamente clara. Su casa se ha convertido en matadero espiritual por causa
de la ganancia de los “pastores”. Como si estuviera hablando directamente al
propio Judas, Zacarías sigue hablando, “¡Ay del pastor inútil que abandona el
ganado! Hiera la espada su brazo, y su ojo derecho; ¡del todo se secará su
brazo, y su ojo derecho será enteramente oscurecido!” (v. 17) La mayoría de
nosotros conocemos la historia de Judas traicionando a nuestro Señor con un
beso.
Pero, ¿Hemos considerado que Judas entró en un
pacto con ambiciosos gobernadores religiosos que estaban tramando la muerte de
Cristo? Judas fue delante de los principales sacerdotes y les dijo, “¿Qué me
daréis para que yo os lo entregue?” (Lee Mateo 26:14-15). Pactaron con Judas
por el mismo precio que Dios había llamado “Mi precio - ¡Hermoso precio con que
me han apreciado! Treinta piezas de plata”.
Mientras
Jesús oraba en el huerto y el resto de los discípulos dormían, Judas vino con
una turba de hombres armados con espadas y palos, enviados por el sumo
sacerdote y los ancianos del pueblo. La señal de Judas era, “A quien bese, a
ése prended”. Al acercarse a Jesús, le dijo, “¡Hola Maestro!”, y Le besó. Jesús
le dijo, “Amigo, ¿Qué haces aquí?”.
Jesús
sabía muy bien porqué Judas había venido. ¿Pero lo sabía Judas? No en ese
instante, pero pronto recuperaría el sentido. Y entonces sería demasiado tarde
(lee Mateo 26:47-50:
El
evento histórico nos da una gran luz respecto de las características de la
manifestación o revelación del hijo de perdición en los últimos tiempos. ¡Anota
esto bien! El hijo de perdición que traicionó al Señor por treinta piezas de
plata no era un enemigo, era aquel a quien Jesús llamaba amigo. No es ninguna
coincidencia que tuviera la bolsa y que con frecuencia metiera la mano en ella
para su uso propio.
Estaba
entre los escogidos los que caminaron, comieron y se sentaron a los pies de
Jesús durante tres años. Y sin embargo, hizo un pacto con los asesinos del
Ungido por un precio, bajo la influencia del espíritu del anticristo.
De la misma forma que los hijos de perdición
de hoy día venden al cuerpo de Cristo por precio y hacen mercadería de los
santos, la escritura vuelve a cumplirse. Jesús dijo, “Lo que hacéis al más
pequeño de estos, a Mí me lo hacéis”. Recuerda, esta gran ramera y sus hijas
comercian “en los cuerpos y almas de los hombres” (Apocalipsis 18:13).
Harán mercadería de Vosotros - Davis y Clark.
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