Javier Vargas
Es evidente que a través de la historia los hombres nos hemos caracterizado por escucharnos a nosotros mismos, no salimos de ese círculo vicioso en el cual “los hombres escuchan a los hombres”; de esta manera, la democracia llegó a ocupar un lugar muy importante en la humanidad, y no solo me refiero a la democracia como sistema político, sino también, como una doctrina que influencia toda actividad humana. Lo más asombroso es que en ejercicio de la democracia se cometen toda clase de males, sin embargo, los hombres guardamos esta falsa esperanza: Que si avanzamos un poco más por este camino, encontraremos luz al final del túnel; y tener esta falsa esperanza es el resultado de ver que el hombre crea ideologías muy atractivas y muy lógicas, para después tener que arreglárselas, viendo cómo él mismo las cumple, ideologías que tristemente ni siquiera examinan la naturaleza o esencia del hombre mismo.
Necesitámos instrucción, ya no de hombres que piensan que todo les pertenece, sino de hombres que tienen certeza, más bien, de que ellos pertenecen a un universo dirigido hacia un objetivo muy diferente al que ha diseñado con su racionalidad.
Que en el reino había una mujer más bella que ella.
La Democracia contra Cristo - Javier Vargas.
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