Douglas Weaver
En esta carta, nuestros
ancestros espirituales reciben elogios por una fe demostrada por su actitud
común hacia el status terrenal.
“Por la fe Noé, cuando
fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó
el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho
heredero de la justicia que viene por la fe. 8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de
recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe
habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en
tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene
fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la
fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a
luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien
lo había prometido. 12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi
muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena
innumerable que está a la orilla del mar.13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido,
sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran
extranjeros y peregrinos sobre la tierra.14 Porque los que
esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues
si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían
tiempo de volver. 16 Pero
anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de
llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.” (Hebreos
11:7-16)
Estos grandes santos
descubrieron y aceptaron su verdadero status en la tierra. Eran peregrinos,
extranjeros, exiliados que no consideraron la tierra su hogar. En lugar de eso,
buscaron diligentemente un país mejor, un país celestial, un país que no era de
este mundo. Incluso los pensamientos o memorias del país de donde venían fueron
quitados de su mente para no ser tentados a volver. En lugar de eso, volvieron
sus espaldas a los muchos placeres y trampas de este mundo para permanecer en
el más noble viaje de aprehender a Dios y manifestar Sus propósitos en la tierra.
Proseguían para asir aquello para lo que habían sido asidos por Cristo Jesús
(Filipenses 3:12).
Estos santos permanecieron fieles al curso aunque la promesa
se escapaba de su alcance. Por favor, fíjate que caminar en fe es salir y
caminar sobre la tierra como lo hizo Abraham. Es una vida de búsqueda de la
ciudad celestial que Dios ha preparado, una ciudad que tiene fundamentos,
Jesucristo mismo. (Lee Isaías 28:16, 1ª Cor. 3:11).
¡Ahora hemos entrado en
la misma carrera y el propósito de esta carrera es acabarla! Hemos sido
movilizados. Todos los creyentes deberían estar movilizados—migrando de gloria
en gloria en una búsqueda diligente del cumplimiento del propósito global de
Dios. Somos llamados a vivir una vez más como extranjeros en la tierra.
Dios usó la muerte de
Esteban para empujar a la iglesia en su caminar hacia fuera. Hasta entonces
todo había sido muy cómodo en Jerusalén. Hasta los sacerdotes del templo
estaban empezando a creer en la fe (Hechos 6:7). No había muestra de que los
apóstoles se estuvieran tomando en serio el mandato de Jesús de llevar Su
evangelio a los extremos de la tierra. Esteban hablaba de un continúo éxodo de
los fieles de Dios y su muerte produjo precisamente este éxodo en esta iglesia
infante.
No somos llamados a ser
constructores de ciudades, de denominaciones o de iglesias. Somos llamados a
ser peregrinos en esta tierra al seguir este llamado ascendente. La iglesia
primera sabía esto. No construyeron ni un solo edificio de iglesia durante casi
300 años. Se congregaban en hogares y continuaron moviéndose hacia fuera con
las buenas noticias. Constantemente hacían referencia a sí mismos como
peregrinos y extranjeros en la tierra.
Las palabras que abren
la primera epístola de Clemente a los Corintios, supuestamente escrita durante
la vida de Juan, nos da una indicación del ambiente de las iglesias al cierre
del primer siglo. Clemente comienza diciendo, “la iglesia de Dios que está en Roma, a la iglesia de Dios que
está en Corinto, a los que son
llamados y santificados por la voluntad de Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo”. La carta de Policarpo a los Filipenses era dirigida a “la
Iglesia de Dios que está en Filipo.” Con esto vemos el ambiente de los
creyentes de fines del primer siglo y principios del segundo. Se veían a si
mismos como peregrinos y extranjeros en una tierra extraña (Lee 1ª Ped.
2:11). Se veían a ellos mismos como
moradores de tiendas, no constructores de ciudades. La ambición de quedarse y
de edificar ciudades para Dios vino más tarde con la completa apostasía de la
Iglesia, hasta llegar al presente desorden.
La iglesia abunda en
denominaciones fundadas por y sobre visiones de meros hombres, cada uno
reclamando la obra de sus manos como la verdadera ciudad a la que debiéramos
dar nuestro dinero y devoción. En lugar
de contestar a ese llamado hacia arriba, terminaron fornicando con el mundo y
dando a luz a mutaciones espirituales que deben ser cuidadas como cualquier
niño deformado y minusválido. Esta
descendencia no tiene una movilidad innata y carece de la capacidad de madurar
a conciencia sin la liberación de un poder milagroso para reactivar sus
miembros muertos. ¡El clamor del Espíritu de Dios es que la Iglesia una vez más
se levante y camine!
Somos llamados a
participar como miembros de UNA ciudad celestial y dejar que nuestros corazones
por completo se anclen ahí y solo ahí. Esto hace que no busquemos Su bendición
en NUESTRA ciudad o movimiento, sino que nos atrae más y más hacia la Suya.
“Por la fe Moisés,
cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le
vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. 24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó
llamarse hijo de la hija de Faraón,25 escogiendo antes ser
maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del
pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de
los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira
del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró
la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los
primogénitos no los tocase a ellos.29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los
egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados” (Hebreos 11:23-29)
Los que caminan por la
fe se apartan a si mismos del éxito que el mundo y sus sistemas de iglesia
ofrecen. Son de un solo enfoque, como Moisés, no contentos hasta que han visto al
Dios vivo cara a cara (Éxodo 33:11). Algunas veces esto incluye dejar a un lado
bendiciones legítimas. Dios con toda certeza te va a demandar que pongas un
cuchillo a lo que se ha interpuesto entre ti y la ciudad celestial, por causa
de ti mismo.
“Las mujeres recibieron
sus muertos mediante resurrección; más otros
fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor
resurrección. 36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más
de esto prisiones y cárceles.37 Fueron apedreados, aserrados,
puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá
cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 38
de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes,
por las cuevas y por las cavernas de la tierra.39 Y todos éstos,
aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;40
proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos
perfeccionados aparte de
nosotros. 1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor
nuestro tan grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia
la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la
cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
(Hebreos 11:35:12:2)
Si vamos a caminar por
fe, debemos esperar ser rechazados por los moradores de este mundo y sus
sistemas, religiosos o de otra naturaleza. En las iglesias modernas hoy día, se
da toda la atención y el tiempo a hacer que la iglesia sea aceptable al mundo.
Tratan de quitar la ofensa de la cruz.
Tenemos que estar
preparados para el largo plazo y mantenernos centrados en Jesús. No solo nos ha
llamado a una vida separada del mundo, sino a una vida de sufrimientos y de
rechazo también. Desde un punto de vista mundano, esto no es atractivo para el
comprador. Jesús vino a los suyos y los suyos no Le recibieron, y nosotros
debemos esperar tener comunión con Cristo en sus sufrimientos. Jesús no solo
nos llamó a salir del mundo, sino que nos prometió que se encargaría de que los
que soportaran hasta el fin, tuvieran su recompensa celestial.
“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en
fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 19 al
sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron
rogaron que no se les hablase más, 20 porque no podían soportar lo
que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada
con dardo; 21 y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo:
Estoy espantado y temblando; 22 sino que os habéis acercado al monte
de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de
muchos millares de ángeles, 23 a la congregación de los primogénitos
que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de
los justos hechos perfectos, 24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto,
y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.25 Mirad que no desechéis al que habla. Porque
si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra,
mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. 26
La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo:
Aún una vez, y conmoveré no solamente
la tierra, sino también el cielo. 27 Y esta frase: Aún una vez,
indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden
las inconmovibles. 28 Así que, recibiendo nosotros un reino
inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole
con temor y reverencia; 29 porque nuestro Dios es fuego consumidor”
(Hebreos 12:18-29).
El escritor de Hebreos
atrae nuestra atención a la Jerusalén celestial sobre la que se sienta Jesús
como mediador de este presente nuevo pacto. Como Pablo escribió a los creyentes
colosenses, “Si pues habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra.” (Col. 3:1-2).
Somos llamados a
escuchar SU voz para escapar de la ira de nuestro Dios, que es fuego
consumidor. Él nos advierte que todas estas cosas creadas que tan fácilmente
nos distraen en esta vida, serán quitadas y todo lo que quede será el Reino de
Dios, que no puede ser conmovido.
No necesitamos otro
seminario sobre crecimiento de iglesia. Necesitamos emigrar al lugar donde Dios
está ahora. Necesitamos ser fieles en avanzar hacia la meta final y traer a su
consumación el propósito de Dios para esta era. Debemos regresar al viaje, a
aprehender a Dios y a manifestar Su propósito como organismo viviente. Somos
llamados a seguir a Jesús fuera del campamento de la religión establecida,
llevando su reproche.
Pablo tuvo una visión
que le fue infundida por el Señor como a ningún otro apóstol. Esta visión fue
más allá de cualquier institución terrenal. Su visión era “en lugares
celestiales en Cristo Jesús”, entre toda esa nube de testigos. Él escribía a la
iglesia de Éfeso:
“3 Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales
en Cristo, 4 según
nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio
de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con
la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:3-6)
Aquí vemos que Pablo
tenía algo más en mente cuando habló de nosotros estando en Cristo. Primero
indica que TODA bendición espiritual está en los lugares celestiales en Cristo.
¿Qué? ¿Es que Dios no quiere bendecirnos aquí en la tierra? ¿Es que no quiere
que vivamos como los hijos del rey con todas las riquezas que el mundo nos
pueda ofrecer? No, yo creo que Pablo tenía riquezas y bendiciones mayores en
mente que las cosas de este mundo que perecen (Mateo 6:25).
Pablo continúa, “Nos
escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin
mancha delante de Él”. ¡Aquí nos revela que estábamos EN EL antes de la
fundación del mundo! ¡Que pasada! Pablo, ¿eso es lo que quieres decir
realmente? ¿Podría ser que Dios hiciera un cuerpo de células espirituales, un
cuerpo que precede al universo tal y como lo conocemos? ¿Fueron esas mismas
células en ese cuerpo preparadas previamente para ser manifiestas sobre esta
tierra como SU cuerpo, el cuerpo que Le muestra a un mundo perdido y moribundo?
¿Estás todavía con nosotros? Porque incluso se pone mucho mejor.
Pablo enseñó: “Con
Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me
amó y se entregó a Sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Aquí vemos que estábamos en
el cuerpo físico de Jesús sobre esa cruz, fuera de las puertas de Jerusalén.
También vemos que caminamos nuestras vidas espirituales por Su fe, no la
nuestra. Encuentro eso muy liberador. ¡TODO es JESÚS! Es Su fe, Su muerte, Su
vida y Su amor en nosotros.
Pablo también nos enseña
que fuimos resucitados con Cristo. “Porque somos sepultados juntamente con él
para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.5
Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así
también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6:4-5). Sí, nuestros
cuerpos serán resucitados como el Suyo, pero un sentido espiritual, estamos ya
ahí, a la diestra del Padre, morando en Su poder de resurrección.
El Nuevo Exodo - Douglas Weaver
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