Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


6 de mayo de 2013

OTRO JESUS


Davis y Clark

La completa estrategia de ofensiva de Satanás puede ser resumida en una palabra, y esa palabra es el anticristo. Anticristo es una palabra compuesta que consiste en Anti (an-tee’), la cual significa en contra, opuesto a, antes, en vez de, en lugar de (algo), y Cristo (Khris-tos’), El Mesías, o el ungido. La palabra anticristo implica mucho más que la postura contenciosa y combatiente de Satanás hacia Cristo. Manifiesta una conspiración diabólica. Es un espíritu absorto y dirigido por una ambición de reemplazar a Cristo para sentarse en su lugar en vez de El. Los apóstoles del primer siglo habían sido enseñados por Jesús mismo que este espíritu del anticristo se manifestaría a través de aquellos que más tarde vendrían diciendo “Yo soy el Cristo”, o “Yo soy el ungido” (Mat. 24:5 y 23). Y tan solo unos años después de la resurrección y ascensión de Cristo, el apóstol Juan pudo ver claramente que este espíritu, ambicioso de reemplazar a Cristo, ya estaba ahora en el mundo.

“…y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.” (1 Juan 4:3)

“Esta aquí”, decía Juan. “El Espíritu el cual vosotros habéis oído que viene- el espíritu del anticristo.”

Desde los días de Juan hasta ahora, este espíritu perverso ha infectado y afectado el curso histórico de los eventos a través de la historia de la iglesia, asumiendo abiertamente manifestaciones cada vez más atrevidas y militantes. Lo que una vez estuvo en forma más ilusoria y encubierta, ahora se manifiesta abiertamente y a la luz del día, y nadie puede detenerlo. Poco a poco Cristo ha sido reemplazado, y la voz del espíritu Santo fue silenciada por la preferencia a la retórica del hombre.

Es importante notar aquí que el título “Vicario de Cristo” dado al Papa viene del título “Vicarius Christi” usado por el emperador Constantino. “Vicario” significa “un substituto”. Así, el título “Vicario de Cristo” significa “un substituto de Cristo” o en lugar de la Cabeza. Considere esta frase del papa Pio XI:

“El sacerdote es, efectivamente, otro Cristo, o en otra forma, él mismo es una continuación de Cristo.”

Los católicos creen que cada sacerdote es un “alter christus” (un cristo transformado). Y mientras que no reconocen el sacerdocio de todos los creyentes, ellos separan a las personas en dos clases, sacerdotes y parroquianos[1]. Dentro de este marco, el lugar lógico del sacerdote es entre los parroquianos y Cristo. Así, en la creación de una casta especial de ministros gobernantes, el Clero, hay una reducción del resto de la congregación al estado un laicado pobre y ordinario, infiriendo a las sucias masas. Satanás sabía que este estado de dicotomía[2] efectivamente crearía el escenario para un masivo reemplazo de Cristo. El reemplazaría a Cristo con otros mediadores, con Cristos vicarios, o vicarios, como son llamados comúnmente. De un solo golpe, él reemplazaría el sacerdocio del creyente y de Cristo. ¿Cómo lo haría? Metería al clérigo; el nuevo e improvisado substituto tanto para Cristo y sus verdaderos sacerdotes, el sacerdocio de todos los creyentes. El clérigo cerraría el reino de los cielos a los hombres, deteniendo a cualquiera que ose pasar, poniendo intereferencia entre Dios y los hombres y rápidamente matando a todos los que osen relacionarse directamente con Jesús.

La figura de arriba, sacada de una publicación católica, claramente muestra el paradigma (modelo) sacerdotal. Usted notará que ellos tienen muchos mediadores entre Dios y los hombres. Hay un Cristo que está ilustrado de llevar vestiduras sacerdotales, intercediendo en el cielo. Inmediatamente debajo de él están los sacerdotes terrenales, quienes interceden entre Cristo y la gente. Y por debajo de ellos están los devotos y sirvientes parroquianos, quienes se comunican a través del sacerdocio ordenado.

Yo, Michael, crecí en este sistema. Pasé años siendo entrenado en “la Fe”, como se la llama. Parte de ese entrenamiento fue en cómo y a quien orar. Se me dijo que hay muchos intercesores, diferentes porque cada uno tenía propósitos diferentes. Por ejemplo, si uno estaba perdido o viajando, debíamos orar a San Cristóbal por nuestra seguridad. El, entonces, iba a Jesús a llevar nuestra petición. También se me dijo que no podía orar directamente al Padre (así se anulaba la oración del Padrenuestro), porque él solo oía las oraciones de Jesús. De hecho que era bastante cuestionable que Jesús mismo oiga mis oraciones así que era mejor orar a María, su madre, porque el Hijo siempre oye a su madre. Ahora hay aún más movimiento para hacer a María la co-redentora en igualdad a Jesús.

Ahora los protestantes son muy rápidos para arrojar piedras a tales actividades, llamándolas blasfemias. La sola idea de que alguien pueda reemplazar a Cristo, como el único mediador entre Dios y los hombres, es ridícula. Con todo, ellos no se dan cuenta que la misma práctica del pastor tradicional, se originó en el sacerdocio romano. Están ciegos ante las similitudes que existen entre el sacerdote y el pastor. “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra…” (Juan 8:7). Es tiempo de sacar la viga de nuestro propio ojo.

La Gran Reforma quería restaurar a la Iglesia a la simplicidad de la fe en Cristo como único camino para la salvación. Pusieron las escrituras en manos de los creyentes, y así abrieron la posibilidad al hombre común de confirmar la palabra de Dios por ellos mismos. Al hacer esto, muchos, una vez más, encontraron la voz de su Pastor en la palabra escrita. Pero con todos estos maravillosos cambios, la reforma no llegó muy lejos. El sistema papal de una clase especial de sacerdotes y la necesidad de edificios especiales para congregarse y adorar, todavía permanecen intactos.

El pastor tradicional puede servir efectivamente en reemplazar a Cristo, como lo hace el vicario. Ambos sirven como mediadores a través de los cuales deben pasar todas las cosas que vienen o van a Dios. El pastor es todavía el centro de toda la actividad de la Iglesia. Muy poco se hace sin su supervisión personal. “Voy a consultar esto con mi pastor” es la frase común de aquellos que se encuentran incapaces de tomar decisiones propias. Esto hacen los creyentes debido a años de ceder sus derechos y responsabilidades como sacerdotes e intercesores ante Dios. Esta contante interferencia de intermediación es la distracción que continúa bloqueando la senda hacia el Señor, oscureciéndolo con otros Cristos. Jesús dijo:

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. …y habrá un rebaño, y un pastor. (Juan 10:14-16)

Esto nos lleva a la pregunta que con frecuencia se hace: ¿Quién es tu cobertura? El concepto Protestante de cubrir es una derivación de la enseñanza papal de sucesión apostólica. Si no hubiese sido por 1000 años de condicionamiento papal, nunca hubiésemos adoptado este engaño. Tanto la cobertura vicaria como la pastoral reducen efectivamente al creyente a una relación vicaria con Dios. Adoran a Dios por medio de otros, a través de estos sacerdotes y pastores ordenados, los cuales por su misma posición “cierran el reino de los cielos a los hombres”. Los parroquianos o laicos son enseñados a no recibir nada que no haya sido aprobado primeramente por el sacerdote o el pastor. Así como el sacerdote es un mediador estacionado entre el pueblo y Dios, así también lo es el pastor o la cobertura. Los que se resisten a someterse a estas coberturas son llamados rebeldes. Y también es muy claro que este sistema de responder a otros, fue creación del hombre con el propósito de controlar las masas en el nombre de Dios.

Es interesante que toda la enseñanza sobre la cobertura es mencionada por el apóstol Pablo en su primera carta a la Iglesia en Corintio. Aquí en el capitulo 11, Pablo explica que “Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza”. Continúa diciendo “Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios…” con todo, la declaración más atrevida contra esta falsa doctrina de la cobertura, está en el versículo tres, donde Pablo dice: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón… y Dios la cabeza de Cristo”. Nuevamente vemos que hay UN SOLO Mediador entre Dios y la humanidad, y ese es Jesucristo. (1 Tim. 2:5)

La religión hace que sea una rebelión relacionarse directamente con Cristo. En la opinión del hombre, usted simplemente no puede hacer eso sin una cobertura. Oh querido Cristiano, si usted aun no se ha unido a la ilustre fraternidad de los “herejes” que osan relacionarse con Cristo directamente, usted está viviendo muy por debajo del lugar que es suyo por derecho como coheredero en Cristo.

Ni Jesús ni los apóstoles enseñaron que ningún hombre debe ser nuestra cobertura. De hecho, Pablo y sus compañeros no demandaban esto para nada, por el contrario, recomendaban “… a toda conciencia humana delante de Dios”. (2 Cor. 4:2) En esto, él muestra que no está usurpando esa unidad y ligadura entre el creyente y su Señor. Pablo también escribió que sobre los asuntos de conciencia, cada hombre debe estar “plenamente convencido en su propia mente” (Rom. 14:5). La esencia de la fe es que cada hombre debe estar conectado con Dios mismo sin ninguna interferencia humana.

Cuando se lidera a los hombres, usted puede insistir que ellos sigan sus instrucciones al pie de la letra. Esto se hace en cada nivel de la sociedad y el hombre sigue la letra de la ley. No obstante, esto no produce una genuina obediencia del corazón, sino una obediencia que es totalmente externa. Usted ve a menudo esto cuando maneja su automóvil. La señal dice “Límite de velocidad 100 Km. por hora”, y uno ve que otro vehiculo va a 120.

Estos conductores no están convencidos de la legitimidad de la velocidad indicada. Ellos no han sido completamente persuadidos en su sus mentes. Para que uno siga a su Señor con una genuina obediencia del corazón, debe haber un cambio de corazón que procede de una relación solamente con Dios, enseñada de El y no de los hombres. Sin esta conexión directa del corazón a la voluntad de Dios, estando plenamente persuadidos por El, cualquier esfuerzo para obedecer es presunción, no fe. Cualquier acción que tomemos, que no sea el resultado de la fe del hombre entre él mismo y Dios, fruto de haber sido persuadido en su corazón, no es fe, y debido a esto, yerra el blanco establecido por Dios.

Forzar una obediencia prematura, antes de que el individuo haya resuelto completamente el asunto en su corazón ante Dios, es dañar su conciencia. Y la persona que está forzando una obediencia externa sobre otra, está haciendo que la otra se pierda por la propia comida de quien impone a la fuerza esa obediencia.

Si un hombre tiene un mediador humano que le está dictando la voluntad de Dios, tal hombre no estará plenamente convencido, porque con esta clase de obediencia habrá una correspondiente falta de gracia que es necesaria para obedecer plenamente. La gracia es un don que viene solamente de Dios y no de los hombres. Solo Dios puede cambiar el corazón de un hombre y así cambiarlo a la semejanza de Cristo. Muchos han sido remodelados a la imagen de un hombre a quien obedecieron como resultado de esta falsa cobertura, pero nuestro único modelo como creyentes, es Cristo.

Es entre Dios y el individuo como tan bien lo señalo Pablo, “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios” (Rom. 14:22). Pablo continuó diciendo, “…y todo lo que no proviene de fe, es pecado (Rom. 14:23). Cada hombre debe tener fe, y la debe tener para sí mismo ante Dios. Entonces es lógico que cada uno de nosotros deberá dar cuenta de sí mismo ante Dios. Allí no habrá excusas, nadie a quien culpar por habernos guiado fuera del camino. No podemos culpar al Pastor fulano o mengano que dijo tal o cual cosa. Es nuestra responsabilidad el pesar todas las cosas; probar los espíritus.

Porque se nos ha encargado la responsabilidad de ocuparnos en nuestra propia salvación (Fil. 2:12). Si vivimos, debemos vivir ante el Señor; porque “en él vivimos, nos movemos, y somos “…y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. (Rom. 14:8) Nuestra vida es para ser vivida ante el Señor, no ante el hombre, o a través del hombre. Pablo escribió “Yo sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús…” (Rom. 14:14 - BJ) Pablo tuvo que decir esto a los entremetidos de sus días de quienes dijo que menospreciaban a otros cristianos.

Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos [cada uno personalmente] ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. (Rom. 14:10-12)

“Sí, cada uno de nosotros dará cuenta personalmente a Dios.”

Vemos en el pasaje arriba mencionado que cada creyente es responsable personal y directamente ante el Señor, y un día estará de pie para dar cuenta. Esta responsabilidad es la única de la cual deberíamos de preocuparnos. Por eso en el versículo cuatro de este mismo capitulo, Pablo aclara todo el asunto de la responsabilidad, escribiendo: “¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.” Ahora dígame, ¿le parece esto extraño a la noción de estos días con respecto a la responsabilidad de dar cuentas?

En comparación, el Papa, de quien se pensaba era infalible, era considerado como el apropiado “director y juez de todas las conciencias”. Y con respecto a los abusos como resultado de esto J. A. Wylie escribió:

Pero ¿cual acción es aquella que no implica una obligación? No hay nada que un hombre pueda hacer – salvo aquello que pueda dejar sin terminar – en lo cual los intereses de la religión no estén más o menos involucrados, y en los cuales el Papa no tenga un pretexto para atraer hacia su dirección. El puede prescribir la comida que un hombre debe comer, la persona con la cual debe comercializar, al amo al cual debe servir, o al empleado a quien debe contratar.

Uno puede casarse solo con quien el sacerdote está de acuerdo; y no puede enviar a ningún niño a una escuela la cual el Papa ha desaprobado; a él se le debe decir cuan a menudo debe venir a confesarse, y que proporción de sus bienes dar a la Iglesia; por sobre todo, su conciencia debe ser dirigida en el importante asunto de su ultima voluntad y testamento. No puede enterrar a sus muertos a no ser que esté en buenos términos con la Iglesia.

¿Le suena familiar esto? Esto es algo parecido al mismo lenguaje usado en el movimiento del discipulado de las décadas de los 70 y 80. A ellos también se les dijo con quien casarse, cuándo tomar sus vacaciones, cuándo podrían llevar a sus esposas al cine, y cuánto podían gastar en palomitas de maíz. Inclusive se les dijo a qué escuelas debían enviar a sus hijos. Mientras las palabras pastorear y discipulado cayeron en desgracia, debido a los abusos de este movimiento, tenemos hoy en día el mismo engaño envuelto en una palabra susurrante: dar cuenta.

Si su relación con Dios no es lo suficientemente poderosa para producir la vida correcta, entonces ningún esfuerzo humano de dar cuenta a alguien le va a ayudar. Si Su gracia no tiene efecto sobre nuestra voluntad, y no amamos al Señor lo suficiente como para obedecerle sin necesidad de que un hombre nos mire por sobre los hombros, ¿Qué clase de salvación es esa?

¿Pero no dijo Pablo a los ancianos de la iglesia de Éfeso que el Espíritu Santo les dio autoridad para gobernar sobre los otros miembros? ¿No dijo Pablo “…sobre el cual el Espíritu Santo os ha constituido obispos…”? (Hch. 20:28 - NC)[3] La palabra griega en, traducida sobre en este versículo, está incorrectamente traducida. En ocurre 2782 veces en el Nuevo Testamento y en ningún otro lugar se traduce como sobre. ¿Por qué? Alguien quiso justificar su erróneo derecho de gobernar sobre la herencia de Dios. La traducción correcta de la palabra en es entre, en, por, o con. Nunca puede ser traducida correctamente como sobre. Los ancianos del primer siglo estuvieron entre, no sobre. No sabían nada de ser la cobertura de los hombres.

Por más de 1900 años, hemos visto las tendencias características de este espíritu del anticristo manejando globalmente el asunto de intercambiar a Cristo por la religión. Vemos trabajar al espíritu del anticristo substituyendo por otro Jesús, otro espíritu, y otro evangelio

A los que Pablo acusaba de predicar a otro Jesús, ésos eran los cristianos del primer siglo conocidos como los Judaizantes. Los Judaizantes no iban a ceder su identidad ni su orgullo nacional como los custodios de la Ley de Dios. Por eso, con el fin de justificar su religión, tuvieron que crear un cristo para preservar los puntos de vista de su propia religión. El hombre religioso ha creado una figura de Cristo como un austero y terrible conquistador. Han creado un cristo a su propia imagen, reflejando sus propias ambiciones. La servidumbre de Cristo, siendo el más poderoso argumento contra la tiranía, fue ocultada para justificar su propio deseo de control y subyugación de otros. Debido a esto, ellos ilustraron a un Cristo juzgador para justificar su propio despotismo. Con el fin de exaltarse a ellos mismos tuvieron que distorsionar el ejemplo de Cristo y redefinir Sus propósitos por medio de la creación de doctrinas en las cuales su supuesto derecho de reinar fuera asegurado. Esto es por lo cual el llamado “arte cristiano” de la era papal, raramente, sino nunca, mostraba a Cristo como un siervo.

Estos Judaizantes a los que Pablo acusaba de predicar otro Jesús, no estaban contentos con el Mesías humilde y servidor, el cual era, de hecho, una ofensa para ellos. Ellos tendían a unirse al consenso mesiánico de esos días. El suyo era un Mesías conquistador, y era una ley irrevocable, que usted tomará la semejanza del Cristo que ve y sirve. Estos hombres servían a un cristo religioso, controlador, y legalista – otro cristo – un cristo que pone a uno bajo ataduras, no en libertad. El suyo era un cristo que imponía miedo en los corazones del hombre, dejándolos temblorosos a los pies de la montaña, como sucedió con los hijos de Israel en el desierto. Cubriremos esto con mayor detalle más adelante, pero por ahora es suficiente decir que el miedo es el combustible principal de la religión. Deja al hombre acobardado ante un Dios vengador.
 
Reemplazando a Jesús - G.Davis y M.Clark


[1] Se le llama parroquianos a los que pertenecen a cierta parroquia o jurisdicción de la iglesia católica local. También en otros lugares se les llama fieles o laicos. (Nota del traductor – N. del T.)
[2] Separación que se hace de una cosa en dos. (N. del  T.)
[3] La versión Nacar Colunga incluye esta palabra “sobre”, la cual ya no aparece en la versión Reina Valera y en otras versiones. El autor – de habla inglesa – toma como referencia esta palabra que aparece traducida “sobre” en la Biblia en ingles, y entonces a los efectos de hacer válida la traducción de este escrito, hemos tomado el pasaje de la Biblia Nacar Colunga, la cual contiene la palabra sobre en dicho versículo. (N. del T.)

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Matthew Henry