Davis y Clark
Pablo santificó al Señor en su corazón afirmando la gloria de Dios
y Su poder en cada área de su vida, dando todo el crédito al Señor. “Con Cristo
estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a Sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
Pablo hizo repetidas referencias al hecho de que la gracia de Dios
era quién hacía la obra. Reconoció que todo lo que era y hacía era resultado
directo de la gracia de Dios. “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su
gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos;
pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” (1ª Cor. 15:10).
Biblia Ampliada traduce así Filipenses 2:13:
[No
en vuestra propia fuerza] porque es Dios quien de forma efectiva está todo el
tiempo obrando en vosotros [trayendo el poder y creando en vosotros el poder y
el deseo], de querer y de hacer para su buen placer, satisfacción y deleite.
(Filipenses 2:13).
Aquí vemos que
somos llamados a vivir y a obrar por la vida de otro. “Pero no yo, sino
Cristo.” Esto es lo que significa santificar al Señor Jesús en nuestros
corazones. Es reconocer que lo que somos y todo lo que llegaremos a ser,
depende solo de la gracia de Dios.
Hasta que no
cesemos de nuestras obras y santifiquemos al Señor en nuestros corazones y en
nuestras vidas, dejando que Él nos llene del poder y cree en nosotros el poder
y el deseo, no podremos entrar en Su reposo. Él sólo es satisfecho por la
operación efectiva del Espíritu de Dios dentro de nosotros. Cuando podamos
decir desde nuestro corazón, “pero no yo, sino Cristo… no yo, sino la gracia de
Dios”, seguiremos gloriándonos en nuestra carne, jactándonos, “hemos de… hemos
de… hemos de…producir.”
Hasta el lirio del
valle que ni trabaja ni hila, es un testigo y un testimonio del cuidado y la
provisión de Dios. Ni siquiera Salomón se vistió como uno de ellos. Pero es un
testimonio mucho mayor de Su poder, de Su victoria y de Su gloria ante todos
los que tengan ojos para ver, aquellos que son transformados por la operación
de Su enorme poder, de cuyo interior fluyen ríos de agua viva. ¡Estos
santifican al Señor! ¡Estos entran en Su reposo! Cada área de Sus vidas lo
atestigua plenamente, “pero no yo, sino Cristo”. Santificar al Señor Jesús en
nuestros corazones es dejar la prueba completa de Su victoria y señorío en
nuestras vidas por Su Espíritu de poder. No es por obras, sino todo de gracia, “pero no yo, sino la
gracia de Dios… no yo sino Cristo”. Hasta que no aprendamos lo que significa
“vivir por la fe de Jesucristo” en lugar de nuestra propia veracidad, no
podremos entrar en el reposo de Dios.
De la Ley al Reposo - G.Davis y M.Clark
No hay comentarios.:
Publicar un comentario