Charles E. Newbold Jr.
La mayoría de
las veces, los creyentes del siglo primero iban de casa en casa, lo cual podría
ser un plan ideal para reunirse hoy día. Cada vez un mayor número de creyentes
se reúnen en los salones de las casas para tener alabanza y adoración,
participar de la Palabra, del rompimiento del pan, la oración y la comunión.
Estos escenarios
pueden dar una libertad tremenda en el Espíritu Santo, crear oportunidades para
que cada uno-a pueda usar sus dones, formar relaciones más fuertes entre ellos
y mantener el apoyo del uno al otro en tiempos de necesidad.
Sin embargo,
tenemos que comprender que nuestra salvación no depende de reunirnos en células
hogareñas, como tampoco depende de pertenecer a la iglesia.
Nuestra
salvación está en el Señor. Podemos convertir en un ídolo las células hogareñas
tan fácilmente como podemos hacerlo de la iglesia. El problema no está en tener o no un
edificio, mantener o no reuniones regularmente, tener o no actividades, tener o
no una estructura. El problema tiene que ver con lo que hay en nuestros
corazones respecto de estas cosas. Puede ser posible tener todas estas cosas y
no unirse a ellas, aunque lo dudo.
Tarde o temprano, sin darnos cuenta, hacemos
una Cosa de ellas y comenzamos a ir tras esa Cosa más que en pos del Señor. De
esa manera funcionan nuestros corazones de ramera. Puesto que, después de todo,
esas cosas salieron de nuestros corazones. Pienso que es poco probable que
podamos organizarnos como un grupo de creyentes, con un edificio, un nombre, una cuenta
bancaria, un sistema de creencias, y cosas así, sin que esas cosas, tarde o temprano
se conviertan en una fuente de orgullo
en nosotros como extensiones idolátricas de nuestra necesidad carnal de exaltar
el Yo.
Encuentro una
mezcla en muchas iglesias. Hay carne y Espíritu a la vez, porque hasta
ahora, Dios ha respondido a Su pueblo dondequiera que hayan invocado Su Nombre.
El responde a pesar del hecho de que hayamos convertido a estas Cosas en ídolos
en nuestras vidas. Él responde al Espíritu Santo y a Su naturaleza en nosotros.
Sin embargo, Él rechaza nuestra carne y nuestras idolatrías. No me atrevo a tocar lo que Dios esté
haciendo en una persona o iglesia. Yo
solo deseo expulsar a la parte idolátrica de todo ello y exponer los corazones
de ramera para que podamos arrepentirnos de eso.
Si tú estás en
una de esas Cosas que llamamos iglesia
y estás ciertamente creciendo en el Señor, no querría decirte que te marcharas
físicamente, sino que abandonaras cualquier forma de idolatría de la misma.
¡Ten cuidado! Phil Perry hizo la observación de que “cuánto más aparente
moverse el Espíritu Santo en una de estas Cosas, más engañoso es. La gente ve
lo que Dios está haciendo pero fracasan en ver todas las cosas que están mal.”
Las “cosas que están mal” están terriblemente mal. El cepo está todavía
preparado para atraparte y para que te ocupes de por vida al sistema como
esclavo. Muchos grupos pueden comenzar en el Espíritu, pero continuar después
en la carne. Gál.3:3.
Hemos de ser un
pueblo dirigido por el Espíritu Santo en todo lo que hacemos, decimos y somos.
Hemos de adorar en espíritu y en verdad. Cualquier cosa, incluida la iglesia, que nos estorbe para hacer
esto, no puede ser de Dios.
Nuestros lugares
altos son nuestros amantes babilonios, y la iglesia,
es la cautividad babilónica del Pueblo de Dios de hoy día.
El Sistema de La Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr
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