Virgilio Zaballos
“Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y
Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez
hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús,
Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo:
Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
Entonces uno de
ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en
tierra a sus pies, dándole gracias; y
éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que
fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese
y diese gloria a Dios sino este
extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lucas, 17:11-19).
Este texto nos muestra la proporción de gratitud
que existe en las personas que reciben los beneficios de Dios: Uno de cada diez
muestra gratitud. Osea, el diez por ciento es agradecido. Los nueve restantes
solo buscan el don y el beneficio no al Dador. Buscan a Dios por lo que DA, no
por lo que ES. (Meditar en Juan 6:26 y 60 al 69). Por supuesto que no hablamos
de una estadística matemática, aunque seguramente los tiempos que corren son de
una mayor ingratitud todavía. Pablo escribió que en los últimos tiempos “habrá
hombres... ingratos” (2 Tim.3:2). El hombre nuevo, en Cristo, ha recibido todo
lo que es y tiene, por gracia (1Co.4:7); por lo tanto, el equilibrio consiste
aquí en reconocer ese hecho y mostrar la debida gratitud. Ser agradecidos nos
hace bendecir a Dios y alabarle por todos los beneficios.
”Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová, Y no
olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien perdona todas
tus iniquidades, El que sana todas
tus dolencias;
El que rescata del hoyo
tu vida, El que te corona de
favores y misericordias;
El que sacia de bien tu
boca de modo que te rejuvenezcas como el águila” (Sal.103:1-5).
No podemos caer en el
pecado de olvidar las obras de Dios en nuestras vidas. “Cuando Jehová
tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y
Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y
casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no
cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies,
cuídate de no olvidarte de Jehová,
que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Dt.6:10-12). Cuando dejamos de adorar a Dios
por lo que EL ES y EL HA HECHO con nosotros nos olvidamos de nuestro origen
pecaminoso y nos perdemos en el orgullo y la auto-suficiencia. Perdemos el
equilibrio creacional y existencial.
“El Dios que
hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la
tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado
por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos
vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el
linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les
ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para
que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque
ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él
vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también
han dicho:
Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no
debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra,
escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo
pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres
en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día
en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó,
dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hch.17:24-31).
Llegamos al caos.
Adoraremos a las criaturas y sus obras en lugar de al Creador. ”Pues habiendo
conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que
se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios
incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de
cuadrúpedos y de reptiles. Por
lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus
corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por
la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el
cual es bendito por los siglos. Amén”
(Ro.1:21-25). La Biblia nos enseña a escapar de ese caos y vivir en armonía mediante:
·
Sed agradecidos
(Col.3:15)
·
Dando siempre
gracias por todo (Ef.5:18-20) (Col.3:17)
·
Dad gracias en
todo (1Tes.5:18)
Experiencia
personal. Mi primera gran
experiencia espiritual en la iglesia fue en un culto de oración donde hice una
sola oración durante mas de noventa minutos: “Gracias Señor”. Durante todo ese
tiempo estuvieron pasando por mi interior corrientes de gratitud por todo lo
que mi espíritu estaba percibiendo acerca de la bondad y la misericordia de
Dios en mi vida. Esa oración me
transformó y liberó mi fe en Jesús. Salí de aquel lugar con un deseo ferviente
de hablar a todo el mundo del amor y la gracia de Dios. “Así que, recibiendo
nosotros un reino inconmovible, TENGAMOS GRATITUD, y mediante ella SIRVAMOS A
DIOS agradándole con temor y reverencia” (Heb. 12:28).
El milagro de una Vida Equlibrada - Virgilio Zaballos
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