Charles E. Newbold Jr
La Babilona espiritual toma forma tangible en
esta Cosa que llamamos iglesia. La iglesia es idólatra. En la Biblia, los
demonios se asocian con la idolatría. El Señor habló a Moisés en Levítico 17:7
en referencia a los israelitas, diciendo, “Nunca mas sacrificarán sus sacrificios a los demonios, tras de
los cuales han fornicado.” Así pues, esta Cosa que llamamos iglesia está
poseída de demonios—todos los demonios de la Babilonia espiritual.
Creo que el más destacado de los demonios de la
Babilonia espiritual, es el espíritu de Babilonia mismo. (En los tiempos de
gobierno Persa sobre Babilonia, Daniel identificó al príncipe del Reino de
Persia. Daniel 10:13. Este “príncipe”, se entiende por el contexto de las
Escrituras, es una fortaleza demoníaca sobre Persia). No puedo decir si hay un
espíritu de Babilonia en general, o si hay multitudes. Si puedo decir que es
una presencia muy real en las iglesias.
El espíritu de Babilonia obra en concierto con
el espíritu de brujería y es monstruoso en naturaleza y tamaño. Yo nací y crecí
en la Babilonia espiritual como muchos otros en la iglesia. Era lo único que conocía. Estaba en mí y yo estaba en
ello. Como ministro en ese sistema, encontré identidad, significado, validez,
poder, apoyo y esperanza. Era una fortaleza importante en mi vida.
Incluso después de mi conversión y de la
separación del sistema, experimenté momentos en que yo mismo era vencido por
este espíritu de Babilonia. Quería volver al sistema, exactamente a la misma
cosa que antes me había llevado a la bancarrota espiritual. La atracción era
tan fuerte a veces que yo estaba seguro de que era la voz de Dios llamándome.
El llamado contradecía las revelaciones y entendimientos que había recibido
sobre el sistema de la iglesia, pero
no podía ver la verdad mientras me encontraba bajo su velo de engaño. Después
de un tiempo, el velo era quitado y
recuperaba el sentido.
Después me sentía culpable de haber sucumbido a
ese espíritu. Pensaba para mí mismo: “Debo ser horrible”. El Espíritu Santo,
lleno de gracia, me daba entendimiento. Me mostraba que este espíritu de
Babilonia que venía sobre mí, era enorme y yo era vencido por ello. Me llevó
años ser librado del mismo. Incluso entonces, esperando hallarme en un momento
de debilidad, su voz seductora, ya muy bajita, me llamaba, “Ven a casa”.
El sistema de la Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr
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